Consagraci¨®n primaveral

Desde ayer, y hasta el pr¨®ximo 10 de junio, el parque del Retiro, en Madrid, acoge la gran fiesta del libro, un ritual que alcanza en este 2001 su 60? edici¨®n. Casetas de editores, libreros e instituciones se entremezclan con autores, colegios, lectores y paseantes para conformar un admirable espect¨¢culo ciudadano por lo que supone de homenaje y reivindicaci¨®n de la cultura escrita.

A?o tras a?o, el mundo de la edici¨®n supera con creces todas sus anunciadas muertes, y lo hace con datos: en el a?o 2000, el n¨²mero de t¨ªtulos editados en Espa?a alcanz¨® los 62.000, y 47.000 de ellos fueron novedades. Cierto es que dichas cifras no se corresponden ni con grandes tiradas medias ni con altos ¨ªndices de lectura. Tambi¨¦n es cierto que la llamada industria del ocio, s¨®lidamente enraizada en la cultura audiovisual, ha modificado sustancialmente los tradicionales criterios de la edici¨®n, creaci¨®n y comercializaci¨®n del libro, primando con frecuencia la rentabilidad inmediata sobre el reconocimiento de la calidad creativa o la sensibilidad.

Pero, pese a todo, el mundo del libro sigue gozando de una notable salud y vitalidad: el auge de la literatura infantil y juvenil permite intuir la incorporaci¨®n de una parte de las nuevas generaciones a tan saludable ejercicio espiritual; las nuevas tecnolog¨ªas hace tiempo que demostraron su car¨¢cter complementario y no inevitablemente antag¨®nico con la imprenta; y al lado de las obras de encargo, de los peque?os o grandes esc¨¢ndalos de plagio o descarado oportunismo, de la trivializaci¨®n cultural, se siguen editando libros en los que el talento, la belleza o la imaginaci¨®n son los due?os del texto.

Sin duda, el sector editorial no vive en el mejor de los mundos posibles. Pero lo cierto es que un a?o m¨¢s ha llegado la primavera y, con ella, una Feria del Libro que recorrer¨¢n cerca de tres millones de visitantes.