Toros sin fuelle
Sin toro no hay emoci¨®n ni posibilidades de hacer nada. As¨ª se puede resumir lo que ocurri¨® ayer tarde en el coso de Los Califas con el encierro de Joaqu¨ªn Barral, que envi¨® ejemplares sin fuerza, descastados, sin ganas de pelea y muy c¨®modos de cara. S¨®lo pases sueltos, sin ligar las series, todas faltas de emoci¨®n e inter¨¦s. As¨ª pas¨® la tarde calurosa y aburrida de la ¨²ltima corrida de toros de a pie de la Feria de C¨®rdoba, que acaba hoy con una de rejones.
Con semejante material ruinoso, los espadas se emplearon m¨¢s en plan enfermero con las muletas a media altura, pues bajarlas para que humillaran en la embestida provocaba, por lo general, que los toros se derrumbaran.
Ponce desisti¨® pronto de la lidia en su primero, pues su enemigo no andaba. Con el sobrero que hizo cuarto, el torero sac¨® naturales y redondos, algunos de ellos templados. Se encontr¨® a gusto en la cara del animal en esta faena larga. El p¨²blico le pidi¨® la oreja, pero el presidente no encontr¨® ni pa?uelos suficientes ni argumentos s¨®lidos para concederle el trofeo, lo que origin¨® una gran bronca.
Jesul¨ªn encontr¨® el mismo material. El primero de su lote cabece¨® excesivamente por su falta de fuerza, y lo intent¨® con la derecha y con la izquierda, de donde salieron tandas sin emoci¨®n ni transmisi¨®n. En el quinto, el diestro no le dio a su enemigo la distancia precisa y termin¨® por ahogarle la embestida. Su labor se prolong¨® con el cl¨¢sico arrim¨®n que le caracteriza y los pases que aplaude su parroquia.
Mala suerte
Finito tuvo la misma mala suerte que sus compa?eros. Su lote tambi¨¦n tuvo pocas fuerzas y se emple¨® sin clase en la muleta. Con el tercero de lidia ordinaria, que a veces met¨ªa bien la cabeza, sac¨® una serie de derechazos muy celebrados en los tendidos. Con el que cerr¨® plaza no pudo conseguir absolutamente nada.
Los tres espadas marcharon de la plaza como entraron en ella, sin ning¨²n trofeo, y eso que jugaban con la baza a su favor de un p¨²blico triunfalista, que ayer no pudo sacar pa?uelos -salvo con el segundo de Ponce- para pedir trofeos porque el encierro no dio para m¨¢s. Quiz¨¢ con un poquito m¨¢s de gas, los animales, d¨®ciles y nobles, hubieran proporcionado otro espect¨¢culo, pero es ya mucho pedir en estos tiempos en los que, por lo general, salen este tipo de corridas que no dicen absolutamente nada a la afici¨®n y a los simpatizantes que cada vez se acercan menos a la plaza. Los precios echan para atr¨¢s, de los encierros no se puede uno fiar.
Babelia
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