Reforma universitaria y Filosof¨ªa y Letras
Hablo de Filosof¨ªa y Letras, que ya no existe: aquella facultad se dividi¨® en tres o cuatro. Una de ellas, la m¨ªa, Filolog¨ªa, en 21 o m¨¢s, en la pr¨¢ctica. Todo en dispersi¨®n y atomizaci¨®n integrales. Y hablo a prop¨®sito de las recientes propuestas sobre la manera de acceder a la Universidad. Buena parte de lo que escribo es v¨¢lido para todas las facultades, otra para nosotros, los que venimos de la antigua de Filosof¨ªa y Letras. No juzgo el detalle de las propuestas, lo desconozco. Parto, eso s¨ª, de que intentan mejorar un estado de cosas poco satisfactorio. Aunque no veo muy clara la demolici¨®n de la selectividad: salvo que se ha hecho antip¨¢tica, se ha utilizado demasiado como arma arrojadiza. Y que no vale para gran cosa, no garantiza competencia en materias que se han estudiado o han debido estudiarse. Si, cambiando el nombre, se encuentra algo que garantice mejor esa competencia: o sea, que el bachiller lo sea realmente, sea bienvenido. Y si las facultades exigen para entrar el conocimiento de materias de su competencia, sea bienvenido tambi¨¦n.
No entro en el detalle, repito. Pero es el momento de recordar que hay objetivos irrenunciables y aberraciones a eliminar de una vez. Debe haber libertad para elegir la facultad que se quiera, donde se quiera. Es innoble que un alumno encuentre dificultades para salirse de su distrito e ir a una Universidad de prestigio. Es innoble que a una facultad de Filolog¨ªa, por ejemplo, lleguen los alumnos que han sido rechazados, por no tener tantos o cuantos puntos, en Veterinaria o Farmacia. Los peores, en muchos casos.
Pero en el problema, no lo olvidemos, est¨¢ implicado otro: el de la calidad del bachillerato. Tras una ESO de niveles ¨ªnfimos y con s¨®lo dos a?os de bachillerato, que adem¨¢s tiene una acumulaci¨®n de materias aditicias llevadas por las reformas, el nivel de los alumnos que llegan a la Universidad es cada vez m¨¢s bajo. Esto lo saben bien, y lo sufren los profesores.
?Qu¨¦ puede exigirse en ese examen de ingreso para que los alumnos que entran se adapten a la imagen ideal del alumno de tal o cual facultad? ?Lat¨ªn y Griego, por ejemplo, en las facultades de letras, cuando los m¨¢s de los alumnos no los han cursado o los han cursado insuficientemente? En otras facultades quiz¨¢ sea la cosa m¨¢s f¨¢cil.
Los distintos ciclos educativos son un todo, esto se olvida con frecuencia: el ciclo medio condiciona el universitario, una verdadera reforma de ¨¦ste no puede hacerse sin reformar primero la ense?anza secundaria.
Y llegando a este ciclo ¨²ltimo, el universitario, me gustar¨ªa subrayar, y esto es lo que intenta decir este art¨ªculo, que no basta con reformar la forma de ingresar, hay que revisar los planes o curr¨ªculum. Me atrevo a decir que, en las facultades salidas de Filosof¨ªa y Letras, por eso las nombro en el t¨ªtulo, esos planes, bosquejados por el Consejo de Universidades y completados por las universidades en funci¨®n de su autonom¨ªa, son desastrosos. En otras facultades el panorama ser¨¢ m¨¢s o menos pr¨®ximo, seg¨²n los casos. Un reexamen ser¨ªa, en todo caso, necesario.
Quiz¨¢ necesite el lector un breve panorama de la situaci¨®n. Recuerdo aquella reuni¨®n con el rector de la Complutense, en febrero de 1975, en que quince de los diecis¨¦is Presidentes de Secciones de Filosof¨ªa y Letras votamos contra la divisi¨®n de esta facultad en tres. Pues fue dividida. Empezaron a aflojarse o romperse las conexiones. Luego, cuando el Consejo de Universidades estableci¨® las materias troncales, obligatorias en toda Espa?a, de cada facultad, el divorcio se consum¨®. Y cuando en Filolog¨ªa y las dem¨¢s facultades se suprimieron los dos cursos de estudios comunes, el divorcio interno dentro de cada facultad se consum¨® a su vez.
En la pr¨¢ctica, en Filolog¨ªa, tenemos 21 o m¨¢s titulaciones independientes, me falta espacio para explicarlo en detalle. Y una comunidad ser¨ªa m¨¢s necesaria que nunca, al disminuir la preparaci¨®n que traen los alumnos del bachillerato. Perdidos, tienen que escoger especialidad a ciegas, ya en el primer a?o. Y les envuelve una mara?a de materias opcionales (en Filolog¨ªa, en Complutense, unas 800, en teor¨ªa al menos) que devoran poco a poco las materias centrales, las viejas materias esenciales. Algo se ha reaccionado poco a poco, aqu¨ª o all¨¢, frente a esta locura.
Pero falta mucho: hacen falta pocas materias, centrales, cardinales, obligatorias; y un m¨ªnimo de optatividad. Lo contrario es crear un mundo de especialistas aislados entre s¨ª y aislados de los temas centrales de nuestra cultura, que deben unirlo todo para que ese todo sea algo. Filosof¨ªa, Historia, Lengua espa?ola, Lat¨ªn y Griego quedan reducidas a meras especialidades, en vez de orientar el todo. Un panorama cultural frustrante es el que nos amenaza en el futuro.
Y todo esto, que las universidades habr¨ªan podido en una medida rectificar, raras veces se ha rectificado. El principio de que todo es igual a todo, la falta de jerarqu¨ªa de los saberes, se ha impuesto. Los planes se han hecho, las m¨¢s veces, sumando o restando votos en funci¨®n de los intereses de materias o personas. 'Yo concedo tanto a tu asignatura si t¨² concedes otro tanto a la m¨ªa'.
Por eso, insisto, el tema de los sistemas de ingreso en la Universidad es importante, pero no ¨²nico. Como lo es el de la ense?anza secundaria obligatoria y el bachillerato, m¨ªnimamente retocados ahora: veremos si la Ley de Calidad avanza un paso, lo esperamos. Y es vital el tema de la asignaci¨®n de las plazas, el de la creaci¨®n de un sistema que premie los valores cient¨ªficos por encima de los localistas y los de la simple promoci¨®n interna. Si en la Universidad no es la ciencia el tema central, ?d¨®nde va a serlo?
Pero es igual de grave, quiz¨¢ m¨¢s, el otro tema que aqu¨ª trato: el de la organizaci¨®n de los estudios dentro de las facultades. Si no se cambia, vamos al desastre.
Claro que he hablado de Filosof¨ªa y Letras. Pienso que una parte del problema es generalizable, otra quiz¨¢ no, hay facultades que han procedido con criterios m¨¢s conservadores y sanos. Y que, quiz¨¢, no tienen una exigencia tan imperiosa de ese n¨²cleo central que reclamo.
En todo caso, un giro es necesario. Al lado de otros valores que se han proclamado, tambi¨¦n el valor del conocimiento y de la ciencia merece respeto. Aunque no est¨¦ de moda salvo cuando logra, en un momento, resultados espectaculares. Luego el inter¨¦s se apaga. Pero es excelencia y no mediocridad ni brillo pasajero lo que hace falta. Y ello exige esfuerzo, no se da gratis. Las soluciones facilonas al final son un fracaso.
Francisco Rodr¨ªguez Adrados es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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