Cogida menos grave del pe¨®n Juan de los Reyes
El sexto toro cogi¨® de forma tremebunda al pe¨®n Juan de los Reyes cuando prend¨ªa un par de banderillas. Le volte¨® dos veces. Una, al atraparle en plena reuni¨®n, otra al recogerlo del suelo con una violencia atroz. Juan de los Reyes sali¨® por los aires como un pelele. Lo llevaron a la enfermer¨ªa a toda prisa y ya iba ensangrentada la taleguilla fucsia y azabache que vest¨ªa el torero. Las heridas son menos graves; afortunadamente, pues tal como tir¨® las cornadas el toro de El Ventorrillo pudo ser peor.
Parte del p¨²blico abronc¨® a Finito de C¨®rdoba por no haber hecho el quite. La verdad es que seg¨²n se produjo el percance, la rapidez con que el toro lanz¨® a la arena y recogi¨® de ella a Juan de los Reyes, el quite nunca hubiese llegado a tiempo.
En cambio quien se march¨® tan serrano fue el picador, Benito Quinta, que alguna responsabilidad tuvo del sentido que desarroll¨® el toro. Y su jefe, El Cordob¨¦s, tambi¨¦n, por consentidor o inductor de la felon¨ªa que se perpetr¨® en varas.
El toro, de seria presencia y cuajadas hechuras, tom¨® con fuerza una primera vara. Y, luego, en la segunda, el picador le ech¨® el caballo encima y le hundi¨® trasera la puya, barrenando de delante atr¨¢s y por tanto rajando brutalmente el lomo de la res. Lo dejan seguir y lo abre en canal.
El toro sali¨® de aquel castigo infame destripado, roto, sin apenas arrancada y, naturalmente, se puso a la defensiva. Banderillear en estas circunstancias comportaba un gran riesgo. Juan de los Reyes, que abri¨® el tercio y, obviamente, le correspond¨ªa cerrarlo, marr¨® en la colocaci¨®n de los palos, que cayeron al suelo. Fue en el siguiente encuentro, planteado en los medios del tendido 7, cuando sali¨® cogido del embroque.
El toro acentu¨® su instinto reserv¨®n en el ¨²ltimo tercio y El Cordob¨¦s no pudo lucirse. Bueno, pues haberlo pensado antes. El Cordob¨¦s de ayer, y sus colegas de la terna rosa, hab¨ªan acudido a Madrid a cubrir el expediente (o eso pareci¨®) y si es cierto lo que van diciendo por ah¨ª, encima hay que darles las gracias.
La terna rosa no es una invenci¨®n de cronistas ni t¨ªtulo acad¨¦mico, sino que la llamaba as¨ª -terna rosa- el p¨²blico versado en novelas rosa y sus derivados. Coloquialmente, por su puesto. Pues resulta -al decir de los expertos- que los tres de la terna, Jesul¨ªn de Ubrique, Finito de C¨®rdoba y El Cordob¨¦s salen en las revistas no precisamente por sus proezas en el arte de C¨²chares ni por sus haza?as b¨¦licas, sino por sus relaciones afectivas.
Unas relaciones afectivas m¨¢s o menos estables seg¨²n cada cual en cada tramo de la gama, que empieza por tirar los tejos y si la otra parte es consentidora, pasa al ligamiento, el noviazgo, la pareja de hecho, quiz¨¢ el penalti, el matrimonio civil y el de toda la vida de Dios. Son, claro, unas relaciones que no importar¨ªan a nadie ni un pimiento si no fuera por la personalidad y la calidad humana de las mujeres con las que los de la terna rosa comparten lo que haya que compartir. Bell¨ªsimas las tres, por cierto, mientras ellos son m¨¢s feos que pegarle a un padre.
Una extensa facci¨®n del p¨²blico se hab¨ªa acercado a Las Ventas a ver de cerca de los tres personajes, de cuyas biograf¨ªas y estilos toreros no sab¨ªan nada (ni les importaba) aunque s¨ª de su vida y milagros expuestos en los programas televisivos y en las revistas del coraz¨®n. Y s¨ª, relativamente cerca los tuvieron. Mas es dudoso que quieran volverlos a ver. Porque los tres fen¨®menos dieron un petardo clamoroso.
De la ganader¨ªa de El Ventorrillo les lleg¨® una corrida con trap¨ªo, encastada, noble, que inclu¨ªa ejemplares de ¨¦xito garantizado, y solo supieron hacerla ascos. Jesul¨ªn, desbordado y ventajista. Finito, exhibiendo una vulgaridad supina. El Cordob¨¦s, trapacero y malo con ganas... Con lo cual no suced¨ªa nada digno de menci¨®n, el aburrimiento se apoder¨® de la plaza, la corrida transcurri¨® insoportable y muchos juraban que no volver¨ªan nunca m¨¢s. Hasta que al final sobrevino la cogida de Juan de los Reyes y la tragedia dibuj¨® una siniestra pirueta sobre el ruedo de Las Ventas.
Puede que hubiera por all¨ª un gafe. O no se explica.
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