La aventura de los hospitales p¨²blicos
El pasado 8 de mayo tuve ocasi¨®n de ser testigo de una situaci¨®n similar a la descrita por Ana Bravo en su carta publicada el d¨ªa 20 de mayo (La aventura de nacer). En torno a las 0.30 del citado d¨ªa llev¨¦ a mi mujer a urgencias de maternidad del hospital la Paz. Ese d¨ªa el hospital estaba sufriendo un momento de saturaci¨®n debido a una inesperada proliferaci¨®n de partos -como se ve, el tipo de explicaciones cargadas de cientificidad propias de la ministra del ramo empiezan a proliferar-. Tras serle asignada una habitaci¨®n, mi mujer fue intervenida por un embarazo ect¨®pico al final de la tarde de ese mismo d¨ªa.
Sorprendentemente, en ning¨²n momento fui convocado tras la operaci¨®n para recibir informaci¨®n m¨¦dica. En torno a las 22.00, tras una atenta e intensa espera de m¨¢s de dos horas, y ante la inminencia de lo que intu¨ª como cambio de turno, atraves¨¦ el pasillo de quir¨®fanos y me dirig¨ª a una enfermera a la cual expliqu¨¦ mi situaci¨®n. Me comunic¨® que la paciente ya hab¨ªa sido intervenida y que estar¨ªa en rehabilitaci¨®n, lo que confirm¨® inmediatamente con una llamada telef¨®nica. Me aconsej¨® que fuera a la planta de arriba, donde me aclarar¨ªan la situaci¨®n y estado de mi mujer.
Al llegar all¨ª pude hablar, en momentos distintos, con un m¨¦dico que abandonaba la secci¨®n de rehabilitaci¨®n, el cual, casualmente, hab¨ªa hablado con la doctora que hab¨ªa operado a mi mujer y con una auxiliar de enfermer¨ªa. Los dos coincidieron en indicarme que hab¨ªa sido avisado, es decir, que habr¨ªa cometido la negligencia de no haber estado atento.
No entiendo c¨®mo es posible que dos personas que ocupan distintas posiciones en la jerarqu¨ªa m¨¦dica puedan coincidir en esta culpabilizaci¨®n de los familiares. Resulta intolerable que en un hospital habitualmente eficaz se pueda dispensar este trato despectivo a los ciudadanos.
Por fortuna, siempre es factible encontrar a alguien con sentido com¨²n e inteligencia. Gracias a la amable intervenci¨®n del encargado del turno de noche pude resolver esta enojosa situaci¨®n en cuesti¨®n de minutos.
Lamentablemente, aqu¨ª no acaban mis desgracias hospitalarias. Pocos d¨ªas despu¨¦s -el 18 de mayo- llev¨¦ a mi padre a urgencias del vecino e igualmente fara¨®nico-franquista hospital Ram¨®n y Cajal. Cualquiera que visite estas urgencias podr¨ªa creer que Madrid acaba de vivir una hecatombe: enfermos en cama en interminables pasillos. No s¨¦ si de nuevo la explicaci¨®n es que repentinamente se ha multiplicado el n¨²mero de enfermos.
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