Vanguardista de las multitudes
Recibe Krzysztof Penderecki un nuevo homenaje en Espa?a que a buen seguro estrechar¨¢ todav¨ªa m¨¢s los lazos de amistad que unen al gran compositor polaco con nuestros medios musicales. Casi desde el primer momento, Penderecki, aqu¨ª como en otros muchos pa¨ªses, signific¨®, entre otras cosas, la vanguardia para el gran p¨²blico. Creo que fue en 1970 cuando lleg¨® a Madrid La Pasi¨®n seg¨²n san Lucas, que data de 1966 y que obtuvo un ¨¦xito de clamor, tal como sucedi¨® con Stabat Mater. Desde entonces, Penderecki ha estado presente en nuestra vida musical, ha recibido el doctorado honoris causa de la Universidad, ha dirigido nuestras principales orquestas y ha actuado en los grandes festivales, incluido el de la ¨®pera, pues en el teatro de la Zarzuela provoc¨® total entusiasmo Los demonios de Loudun en el montaje de la ?pera de Varsovia en mayo de 1976.
Y est¨¢ bien reciente la presentaci¨®n por el compositor de su Credo a comienzos del presente mes de mayo, unida en el programa a la M¨²sica f¨²nebre en memoria de Bartok, un compositor muy querido por los m¨¢s destacados creadores de la escuela contempor¨¢nea de Polonia como es Lutoslawski (1913-1994), 20 a?os mayor que Penderecki.
Quiz¨¢ sea Penderecki uno de los escasos autores, tan frecuente en los conciertos espa?oles de todo g¨¦nero, suficientemente conocido y apreciado por el gran p¨²blico espa?ol. Y es que hay en toda su obra, incluso en la de menor onda multitudinaria, no s¨®lo riqueza de ideas, modernidad no enclaustrada, potencia comunicativa y solidaridad con su tiempo y sus circunstancias, sino tambi¨¦n un latido humano que decide, en todo tiempo, la penetraci¨®n de los m¨¢s diversos mensajes art¨ªsticos. Cantan, hablan y gritan las multitudes desde los pentagramas pendereckianos, pues, en palabras del gran m¨²sico cracoviano, 'el valor principal de un texto a la hora de componer no reside en su sem¨¢ntica, sino en su musicalidad, lo que puede explicar cierta analog¨ªa estil¨ªstica entre m¨²sicas escritas para textos de diversa significaci¨®n'. Con todo, no cabe olvidar, ni siquiera moment¨¢neamente, la invenci¨®n t¨ªmbrica viv¨ªsima en partituras instrumentales de comienzos de los sesenta: Anaklasis, 1960; Trenodia por las v¨ªctimas de Hiroshima, 1961, o Fluorescencias para gran formaci¨®n sinf¨®nica, 1962.
Nada m¨¢s justo que el Premio Pr¨ªncipe de Asturias a maestro de tan altos merecimientos, tan libre en su pensamiento como en los procesos procedimentales. Todav¨ªa sin alcanzar los 70 a?os, Penderecki y su legado est¨¢n situados en la vida y en la historia en su sustantividad dram¨¢tica y en su creciente valor testimonial, tan evidentes que dejan atr¨¢s aquellas discusiones aprior¨ªsticas que rodearon sus primeros triunfos masivos y universales.
Babelia
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