Pan y libros
El t¨ªtulo de este art¨ªculo no se refiere a las sobadas met¨¢foras del alimento f¨ªsico y espiritual, cifrados en el pan y en los libros. Mucho menos t¨®picamente, quiere designar la iniciativa que ha desarrollado el Ayuntamiento de Fuenlabrada (Madrid), consistente en que las panader¨ªas del lugar repartieran, con ocasi¨®n de su Feria del Libro, bolsas de papel para el pan que llevaban impreso un poema de Le¨®n Felipe, un buen poema, S¨¦ todos los cuentos: 'Yo no s¨¦ muchas cosas, es verdad. / Digo tan s¨®lo lo que he visto. / Y he visto: / que la cuna del hombre la mecen con cuentos... / Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos... / Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos... / Que los huesos del hombre los entierran con cuentos... / Y que el miedo del hombre... / ha inventado todos los cuentos. / Yo s¨¦ muy pocas cosas, es verdad. / Pero me han dormido con todos los cuentos... / Y s¨¦ todos los cuentos'.
La concejala de Cultura de Fuenlabrada ha demostrado excelente gusto literario, porque el poema de Le¨®n Felipe, poeta irregular y no muy de mi predilecci¨®n, aclaro, es tambi¨¦n excelente. De este modo no se confunde la poes¨ªa con la ?o?ez, y alguno o algunos pueden sentirse atra¨ªdos por el extra?o y necesario discurso que es la poes¨ªa. No se trata, insisto, de ninguna met¨¢fora nutritiva, sino de entregar pan envuelto en versos y no en un anuncio.
Una vez al a?o no hace da?o, convendr¨¢n conmigo. Pero ¨¦sta es la tercera vez que se promueve tal iniciativa porque las dos anteriores fueron muy bien acogidas. Una estrategia imaginativa para transmitir cultura. Casi todas las estrategias valen si son dignas y presentables.
Digno pero poco presentable era el espect¨¢culo de una poeta de aspecto decr¨¦pito y arruinada voz diciendo sus versos al aire libre en una plaza de Madrid, va ya para algunos a?os, ante un variopinto y transe¨²nte p¨²blico de las doce de la ma?ana que la escuchaba algo perplejo. La poes¨ªa admite diversas modalidades en su difusi¨®n; la m¨¢s v¨¢lida, adem¨¢s del libro, sigue siendo la celebraci¨®n de lecturas p¨²blicas siempre y cuando los poetas sepan leer sus versos, cosa que no acontece necesariamente.
Grandes poetas han existido que le¨ªan fatal. Cernuda lo hac¨ªa como un discreto alumno de preuniversitario, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez se limitaba a reproducir sus versos, sin m¨¢s, y vate ha conocido uno que confund¨ªa la recitaci¨®n con la oraci¨®n castelerina. Neruda, en cambio, recitaba de modo memorable con su voz aguda, cansada y austral. Como los recita, rico de inflexiones y matices, nuestro Jos¨¦ Hierro, y como los recitaba, madrile?o y convincente, Pedro Salinas.
Los canales de la poes¨ªa son varios. Desde luego, la lectura en voz alta sigue siendo indispensable, aunque, como se?al¨® un agudo cr¨ªtico ingl¨¦s, profesor en Cambridge, es preferible el silencio a la mala lectura.
La colecci¨®n Visor ha abierto una serie (El poeta en su voz) que acoge en disco compacto las recitaciones de grandes l¨ªricos contempor¨¢neos, entre ellos algunos de los que hemos mencionado m¨¢s arriba; el disco acompa?a al libro.
Y as¨ª volvemos a lo primordial, el libro, el irreemplazable espacio donde hemos de reconocer, o recordar, de nuevo los versos. Porque un libro de versos, de buenos versos, se lee muchas veces. Eso ocurre bastante menos con los g¨¦neros narrativos. Por eso la tirada ordinariamente minoritaria de los libros de poes¨ªa no es reveladora de su verdadero rendimiento. Un buen libro de poes¨ªa se lee muchas veces, parcial o totalmente. Es como ese p¨¢jaro que cruza y vuelve a cruzar delante de la ventana. Y aletea. Y trina. Canta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.