Pall¨ªn
La novillada no era nada, salvo un suplicio. No era nada de la nada, nada ocurr¨ªa, a lo sumo alguien en el redondel esbozaba alguna nader¨ªa, eso si no se manifestaba como una nulidad para la funci¨®n que ten¨ªa atribuida. Y transcurr¨ªa en un sinvivir; el que menos, arrepentido de haber acudido, con lo que estaba cayendo. Fuego b¨ªblico seg¨²n expertos. Hasta que, all¨¢ al final, apareci¨® Pall¨ªn, pe¨®n.
Acudi¨® el pe¨®n Tom¨¢s Pall¨ªn, de verde clorofila y azabache vestido, para abortar el desaguisado de un novillo abanto al que nadie consegu¨ªa detener en sus correr¨ªas por todos los puntos cardinales del redondel. Y le bast¨® presentar el capote y echarlo abajo templando la veloz arrancada y obligando a humillar el d¨ªscolo. No s¨®lo eso, claro, sino que lig¨® las sucesivas embestidas y, de la suerte -t¨¦cnica, veteran¨ªa, valor, verg¨¹enza torera-, qued¨® el novillo parado y fijado para los restos.
Ib¨¢?ez /Alca?iz, Paulita, Barrag¨¢n
Novillos de Nazario Ib¨¢?ez (uno devuelto por inv¨¢lido, quiz¨¢ inutilizado en la lidia), bien presentados, poca casta, manejables y varios tambi¨¦n d¨®ciles. 5?, sobrero, de Jos¨¦ V¨¢zquez, bien presentado, poca casta, manejable. Gregorio Alca?iz: estocada saliendo encunado, rueda de peones y descabello (palmas); estocada corta saliendo trompicado, rueda de peones y descabello (aplausos y tambi¨¦n fuertes protestas cuando sale a saludar). Paulita: pinchazo, estocada, rueda de peones y descabello (silencio); estocada baja perdiendo la muleta, cuatro descabellos y se echa el novillo (silencio). Abraham Barrag¨¢n: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo, otro perdiendo la muleta, estocada volvi¨¦ndola a perder -aviso- y tres descabellos (silencio).Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. 22? corrida de feria. Cerca del lleno.
Menuda ovaci¨®n se llev¨® Tom¨¢s Pall¨ªn. La ovaci¨®n de la tarde. Pero a¨²n hubo m¨¢s. Porque cuando el novillo, tras desmontar en un arre¨®n de latiguillo, hu¨ªa sin rumbo fijo, Pall¨ªn volvi¨® a presentarle el capote, a templarlo caminando hacia atr¨¢s y lo dej¨® en suerte donde era debido.
Muchos se sorprendieron con este pe¨®n que ya tiene sus a?itos y va echando trap¨ªo; mas la afici¨®n conspicua, sobre todo la veterana, ya le hab¨ªa visto muchas veces bregar con el mejor arte. No deb¨ªa de ir normalmente en cuadrilla fija y sol¨ªa venir a Madrid acompa?ando a toreros salmantinos, a quienes daba el consejo adecuado en el momento oportuno y les lidiaba los toros como est¨¢ mandado para resaltar sus virtudes, si las ten¨ªan, y corregir sus defectos si era menester.
De casos como el de Pall¨ªn est¨¢ llena la historia menuda de la fiesta y algunos se recuerdan como ejemplo de lo que le puede sudecer a un subalterno si se gana los aplausos del p¨²blico por torear bien. Muy llamativo fue el de Mart¨ªn Recio en una feria de Sevilla. Sali¨® un toro de Palha huidizo con su porcentaje de mala uva, y Joselito, a quien correspond¨ªa, no lograba someterlo, por lo que deleg¨® en el pe¨®n. Y hete aqu¨ª que el pe¨®n se hizo de inmediato con el toro y lo mudaba de terrenos llev¨¢ndolo embebido en los vuelos del capote. El p¨²blico reaccion¨® premiando con una ovaci¨®n a Mart¨ªn Recio tan intensa y sostenida que debi¨® amostazar a Joselito, Y entonces fue Joselito y decidi¨® asumir la lidia mientras ordenaba a Mart¨ªn Recio que se retirara a la barrera. Sin embargo fue un error porque el toro desbord¨® a Joselito, casi lo desarma, le puso en franca huida (de paso, en rid¨ªculo) y hubo de comparecer de nuevo Mart¨ªn Recio que dio un recital de dominio y de torer¨ªa. Y la plaza le ovacion¨® puesta en pi¨¦ y hasta el tocaron la m¨²sica. Unos meses despu¨¦s, Mart¨ªn Recio quedaba despedido de la cuadrilla de Joselito.
A Tom¨¢s Pall¨ªn no lo van a echar de parte alguna. No habr¨ªa manera, ya que va por libre. Y lo ¨²nico que puede suceder tras su ensayo de buen toreo es que la afici¨®n le est¨¦ agradecida eternamente. O sea, hasta la pr¨®xima, seg¨²n costumbre.
El agradecimiento ser¨¢ doble pues, como ya qued¨® apuntado, la tarde iba de pena. Todos los novillos se pod¨ªan torear, lo cual no quiere decir que los toreros se tomaran esa molestia. Hubo algunos naturales, algunos derechazos, la disposici¨®n de Gregorio Alca?iz, que es novillero con cabeza y coraz¨®n, y trae formas y conceptos propios de la tauromaquia cl¨¢sica, aunque apenas redonde¨® nada. Y aqu¨ª quiz¨¢ empez¨® y termin¨® el toreo que pudo verse en la tarde pues tanto Paulita como Abraham Barrag¨¢n no pasaron de voluntariosos con un ganado al que habr¨ªan podido sacar mayor partido.
Los novillos, desde luego, no ten¨ªan ninguna culpa. El reparo de su poca casta resulta que beneficiaba a los toreros pues no agred¨ªan y adem¨¢ss desarrollaron nobleza. El quinto, huyendo de los capotes, se encontr¨® en la puerta de cuadrillas con los dos picadores, que sal¨ªan entonces y se puso a repartir estopa, yendo de uno a otro sin soluci¨®n de continuidad. Hasta que un puyazo debi¨® caerle en mala parte y qued¨® medio parapl¨¦jico por lo que fue devuelto al corral.
Esta fue una novedad err¨¢tica en la atosigante tarde. Y luego vendr¨ªa Pall¨ªn: una solidez, un fundamento, un arte. Digo.
Babelia
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