Cambio de rumbo
A tenor de lo dicho durante la campa?a electoral a la presidencia del Athletic, lo m¨¢s oportuno ser¨ªa felicitar al perdedor y consolar al nuevo presidente. No es el caso. Por encima de las frases hechas para captar votos cariacontecidos o irritados, prevalece un humus rojiblanco que garantiza la estabilidad de un club que no ha vivido esc¨¢ndalos econ¨®micos, que ha sido dirigido con honradez durante 103 a?os y que ha gozado de la fidelidad de una afici¨®n que lo identifica como parte de su vida, incluso situ¨¢ndose al margen del f¨²tbol.
No obstante, las elecciones han producido una catarsis que anticipa una nueva ¨¦poca en el club bilba¨ªno. En opini¨®n de los dos candidatos, lo digan con mayor o menor crudeza, casi nada funciona en el Athletic. El club se ha quedado viejo en su gesti¨®n, el equipo no funciona deportivamente, Lezama no produce jugadores o trabaja en direcci¨®n equivocada, la mercadotecnia es m¨ªnima y el horizonte televisivo problem¨¢tico.
Los aficionados cargan contra los jugadores y el entrenador: se trabaja poco, la filosof¨ªa restrictiva resguarda los puestos de trabajo y adocena al futbolista. Hasta la figura f¨ªsica de los jugadores se ha empeque?ecido: ya no hay centrales de aquellos como Goikoetxea o Liceranzu, ni brigadiers del centro del campo como De Andr¨¦s o guerrilleros del ¨¢rea como Dani. En definitiva, que se ha perdido el prototipo del jugador del Athletic en beneficio de una mixtura q.ue no es chicha ni limon¨¢.
Este an¨¢lisis urgente y dolorido de la situaci¨®n se ha cobrado v¨ªctimas inmediatas. Txetxu Rojo, como le ocurri¨® en 1990, ha padecido los rigores del proceso electoral, aunque su tacto no sea el m¨¢s adecuado para navegar en tiempos de tormenta. De haberse presentado Arrate a la reelecci¨®n, Rojo hubiera seguido en el banquillo. Con dos candidatos en liza, apostar por Rojo era apostar por la derrota electoral. Jos¨¦ Mar¨ªa Amorrortu es la segunda v¨ªctima: cuando el Athletic no funciona, Lezama recoge la ira de los aficionados, como si la producci¨®n de futbolistas s¨®lo dependiera del trabajo interno de la cantera y no estuviera afectado por la voluntad del entrenador del primer equipo de darles su oportunidad en el Athletic. Luis Fern¨¢ndez, por ejemplo, -sin desmerecer sus ¨¦xitos-, no colabor¨® en culminar la trayectoria de los j¨®venes valores.
El Athletic ser¨¢, con unos o con otros, lo que sea Lezama. El mercado no le ofrece alternativas. La hist¨®rica columna vertebral del equipo acumula a?os o lesiones (Alkorta, Carlos Garc¨ªa, Urrutia, Alkiza, Urzaiz) y busca relevo generacional. Los jovenes valores (Yeste, Orbaiz y compa?¨ªa) a¨²n no se han enfrentado a la responsabilidad del equipo. La cantera de Lezama ha recibido se?ales decepcionantes: muchos fichajes (algunos muy discutibles), poca promoci¨®n interna. Un cambio de rumbo en la historia del club que debe recomponerse por convicci¨®n y por que lo exige el gui¨®n del mercado.
Las se?as de identidad del Athletic son algo m¨¢s que la singularidad de su filosof¨ªa. El m¨¦rito no es la diferencia, sino la gesti¨®n futbol¨ªstica de la diferencia. Jugar con los de casa, como antiguamente, pero jugar bien; competir con lo que hay, pero marc¨¢ndose objetivos razonables que den sentido a su presencia en el campeonato. Trabajar a corto y largo plazo, sin el cors¨¦ del mandato electoral. La tradici¨®n como m¨¦todo de futuro, no como simple objeto de adoraci¨®n, para no tener que dar el p¨¦same a quien hoy gane las elecciones.
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