El Athletic elige hoy nuevo presidente en un clima de depresi¨®n deportiva

Las elecciones a la presidencia del Athletic de Bilbao congregar¨¢n en el Palacio de Ibaigane, la sede del club, a 174 periodistas, una cifra acorde con el historial de la entidad, pero dispar con su reciente trayectoria deportiva.

Desde que gan¨® sus dos ¨²ltimos t¨ªtulos de Liga, con Javier Clemente en el banquillo -en las temporadas 1982-83 y 1983-84-, el Athletic ha seguido una trayectoria err¨¢tica. Seis participaciones en competiciones europeas -cinco en la Copa de la UEFA y una en la Liga de Campeones- se han turnado con clasificaciones anodidas o incluso peligrosas para su permanencia en la m¨¢xima categor¨ªa del f¨²tbol espa?ol hasta llegar en la campa?a 1995-96 a su peor clasificaci¨®n en todo el siglo: el 15? puesto, de la mano de Stepanovic. Un r¨¦cord negativo que bien pudiera superarse en la que ahora concluye de continuar en su lastimosa deriva.

El Athletic que presidir¨¢ Ur¨ªa o Lamikiz afronta un futuro complejo. Econ¨®micamente, tiene dificultades de crecimiento: no puede atender la lista de espera de socios porque San Mam¨¦s no da mas de s¨ª, lo que reduce cada temporada la participaci¨®n de los afiliados en los presupuestos del club. A cambio, la afectaci¨®n de los gastos por los contratos de los futbolistas crece en sentido contrario, la mercadotecnia no ha dado los resultados esperados y el horizonte de la renegociaci¨®n de los compromisos televisivos acecha al club.

Sin embargo, el debate m¨¢s acerado de todo el proceso electoral es el deportivo. El Athletic no ha respondido a las expectativas en los ¨²ltimos a?os, juega mal y ha generado entre los aficionados un clima de indiferencia o de depresi¨®n que ha tenido como respuesta inmediata la necesidad de poner todo patas arriba, salvo la filosof¨ªa.

Incluso este aspecto sagrado de la entidad ha tenido su debate en esta campa?a. Un desliz de Ur¨ªa al explicitar su intenci¨®n de formar en Lezama a jugadores nacidos fuera de Euskadi -algo que ya se viene haciendo, en peque?as dosis, durante los ¨²ltimos a?os- motiv¨® un debate m¨¢s electoral que profundo. Ur¨ªa recul¨®, pero el soniquete ha durado un mes. Algunas encuestas apuntan que un 17% de los socios no est¨¢ dispuesto a mantener la filosof¨ªa del club a costa del descenso. Una cifra m¨ªnima, pero significativa, sin duda afectada por la mala marcha del equipo.

Ur¨ªa protagoniz¨® el primer error de una campa?a m¨¢s dura que arisca. Lamikiz le igual¨® enseguida. La ilegalidad de 1.374 avales para su candidatura, de los 7.878 presentados, afectaron a su credibilidad. La carrera por liderar esas primarias electorales le jugaron una mala pasada.

A partir de ah¨ª el Athletic entr¨® en la campa?a de los nombres. Ur¨ªa ha presentado un organigrama casi completo, con Heynckes como entrenador, Zubizarreta como director deportivo e Iribar como embajador del club, que ha arrastrado a su oponente, muy condicionado por las circunstancias.

Lamikiz present¨® al desconocido Muslin, deprisa y corriendo y no se atreve a jugar expl¨ªcitamente la baza electoral de Clemente, como manager general. El ex seleccionador nacional es un arma de doble filo: algunas encuestas atribuyen mayor aceptaci¨®n a Heynckes que a Clemente. El influjo del rubio de Barakaldo ha decrecido en Bilbao y su rendimiento electoral ya no es un valor seguro.

Por debajo de los candidatos y los nombres, el debate sobre el Athletic apenas ha pasado de los ep¨ªgrafes. El eterno debate sobre las canteras parece un circunloquio entre las posturas tradicionales -el estilo vasco, lo llama Clemente- y las nuevas programaciones: Francia, Holanda... Lezama vende como cr¨ªtica, no como an¨¢lisis.

Las elecciones se han cobrado algunas v¨ªctimas. La primera, Txetxu Rojo. La renuncia de Jos¨¦ Mar¨ªa Arrate como presidente le ha fulminado aun teniendo un a?o m¨¢s de contrato. El director de Lezama, Jos¨¦ Mar¨ªa Amorrortu, es la segunda. Ambas son siempre esperadas en tiempos electorales. La tercera es el mago Edward Freeman, ex responsable de la mercadotecnia del Manchester United. Su paso por Bilbao no ha dejado beneficios. Nadie le quiere ya.