Justicia singular
El juicio que se celebra estos d¨ªas contra el espa?ol Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez, condenado a muerte en Florida en una primera vista posteriormente anulada, est¨¢ asombrando a la opini¨®n espa?ola por las irregularidades y falta de garant¨ªas que est¨¢n aflorando en relaci¨®n con la investigaci¨®n y el procesamiento que llevaron al reo al corredor de la muerte. La presi¨®n espa?ola a favor de la revisi¨®n del juicio estaba fundamentalmente motivada por el rechazo a la pena de muerte, independientemente de la culpabilidad o no del acusado. Pero, a la vista de esas irregularidades, se abre paso la hip¨®tesis de la no culpabilidad.
Es posible que el cambio en la petici¨®n fiscal, de pena capital a cadena perpetua, sea, en parte, consecuencia de esa presi¨®n espa?ola: la idea ser¨ªa que, una vez eliminada la posibilidad de pena de muerte, el asunto dejar¨ªa de interesar en Espa?a. No ha sido as¨ª, porque el juicio est¨¢ revelando la existencia de una serie de manipulaciones interesadas en las pruebas y tambi¨¦n el abandono de otras l¨ªneas de investigaci¨®n en cuanto apareci¨® un hispano acusado por su ex esposa. El hecho de que una de las v¨ªctimas fuera hijo de un polic¨ªa compa?ero del detective que llev¨® las pesquisas parece haber sido determinante en la precipitaci¨®n y escasos escr¨²pulos con que se hizo la investigaci¨®n.
El abogado de Mart¨ªnez ha logrado demostrar que por influencia de ese detective se modific¨® la fecha en que, seg¨²n el informe forense, se produjo el doble asesinato, para hacerla coincidir con un periodo sobre el que el acusado carec¨ªa de coartada. Fue tambi¨¦n ese detective quien decidi¨®, tras la denuncia de la ex esposa de Mart¨ªnez, abandonar otra v¨ªa de investigaci¨®n seguida hasta entonces, pese a los indicios existentes. Otra baza de la defensa es la comprobaci¨®n de que en el lugar del crimen no hab¨ªa ning¨²n resto (de sangre o cabello) que pudiera pertenecer a Mart¨ªnez. Ahora, lo decisivo ser¨¢ la declaraci¨®n de su ex esposa, principal testigo de cargo en el primer juicio, y que arriesga ser acusada de perjurio si ahora cambia la declaraci¨®n. La defensa tratar¨¢ de demostrar que actu¨® por despecho.
El asunto sirve tambi¨¦n para ilustrar a la opini¨®n p¨²blica espa?ola, ya muy escamada por episodios como el de la absoluci¨®n de O. J. Simpson, sobre las singularidades de la justicia norteamericana: sobre todo, con la demasiado ostensible relaci¨®n entre las garant¨ªas del acusado y las minutas que cobran sus abogados.
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