Comenzando con mal pie
Mucho me temo que si hay que juzgar la proyectada reforma universitaria por el texto del anteproyecto que circula en la red no tendremos m¨¢s remedio que imitar a Ren¨¦ Dumont y se?alar que, como el ?frica Negra, la reforma universitaria ha empezado mal. Casi en lo ¨²nico en que se mantiene la tradici¨®n es en la hostilidad de los poderes f¨¢cticos que rigen la Universidad: si se opusieron a la Ley General de Educaci¨®n en 1970, al proyecto de Gonz¨¢lez Seara en 1981 o al modelo Maravall de la LRU, y lo hicieron siempre por motivos corporativos, l¨®gico es esperar que se opongan ahora. El noventa por ciento de los plantes por la autonom¨ªa universitaria tienen ese sentido, y no otro. Empero, hay que reconocerles que esta vez tienen no poca raz¨®n en punto al anteproyecto de reforma universitaria. Por de pronto hay que advertir que se trata de un texto largu¨ªsimo, que contiene normalmente no ya regulaciones concretas, sino incluso detallistas y que apodera al Gobierno para hacer cosas que van much¨ªsimo m¨¢s all¨¢ de lo que le corresponde de conformidad con las reglas que ordenan el reparto de competencias en el federalismo asim¨¦trico de que disfrutamos. Dicho en rom¨¢n paladino: si se publicara tal cual, el texto ser¨ªa inconstitucional porque no deja espacio para que las comunidades aut¨®nomas produzcan sus propias normas de desarrollo -normalmente no hay nada que desarrollar que no se atribuya al Gobierno- e impide que ¨¦stas desarrollen en la materia pol¨ªticas propias. Los redactores deber¨ªan repasar la jurisprudencia del Tribunal Constitucional antes de meterse en belenes como ¨¦ste. En pocas palabras, se trata de un texto necesitado urgentemente de tijera, un buen test, por cierto, para ver la entidad del poder valenciano.
De la lectura del texto se sigue que, si descontamos los numerosos preceptos tomados directamente de los tomos de Legislaci¨®n Universitaria, de Tecnos Editorial, porque la intertextualidad no es de nuestro agrado, la reforma se ci?e a dos cosas y un silencio: ¨®rganos de gobierno, profesorado y finanzas. Es de agradecer que sea as¨ª porque hay consenso universal en que esos tres son los nudos gordianos de la reforma. Si empezamos por el silencio, no parece sino que hay que dar la raz¨®n a los se?ores rectores: donde no hay harina todo es moh¨ªna. El papel no dice palabra alguna ni de la financiaci¨®n directa, ni del asunto de las tasas, ni de la pol¨ªtica de becas. Y no es porque no haya material: el cap¨ªtulo correspondiente del Informe Bricall, a mi juicio lo m¨¢s aseado del mismo, proporciona algunas sugerencias que deber¨ªan figurar aqu¨ª. Ni siquiera las propuestas liberales de empresas vinculadas a las universidades se dignan aparecer en escena. Todo indica que se va a seguir en el asunto la m¨¢s eficiente receta para el fracaso: la reforma de coste cero. Si se trata de minar la posici¨®n de las universidades p¨²blicas no cabe duda de que se est¨¢ en el camino correcto. Que el pa¨ªs se pueda permitir una pol¨ªtica as¨ª es otra historia.
Por lo que toca a los ¨®rganos de gobierno, los redactores han tratado de alzarse contra un modelo en el que nadie es responsable de nada y en el que estudiantes y personal subalterno votan para decidir si un doctor es competente o no para estar en un tribunal de una tesis, o en el que una representaci¨®n estudiantil virtual -porque la participaci¨®n en los comicios de puro baja es casi inexistente- tiene peso decisivo en la pol¨ªtica universitaria. Prop¨®sito loable que comparten casi todos, lo digan o no, porque aqu¨ª hay mucho honorable profesor que dice en p¨²blico exactamente lo contrario de lo que dice en privado. Mas la voz popular nos advierte de qu¨¦ material est¨¢ pavimentado el infierno y los redactores colocan aqu¨ª un buen conjunto de adoquines. Confieso que he le¨ªdo tres veces el cap¨ªtulo correspondiente para llegar a una conclusi¨®n: la parte correspondiente est¨¢ redactada por un leninista infiltrado. En efecto, el anteproyecto recurre a la bien conocida t¨¦cnica de acumular ¨®rgano huero sobre ¨®rgano de dudosa utilidad para llegar a una conclusi¨®n: al rector lo elegir¨¢n los profesores doctores funcionarios y no podr¨¢ levantar un papel sin el visto bueno de unos ¨®rganos que, a trav¨¦s de un juego de remisiones, apenas ocultan al rector mismo y al Consejo Social. La cr¨ªtica de presidencialismo es, con perd¨®n, tonta. El dise?o no es presidencialista, es sovi¨¦tico: no son las instituciones formales, son los poderes f¨¢cticos los que gobiernan, las instituciones ponen el sello de caucho.
Para ese viaje no hace falta tanta alforja, s¨®lo de humo repleta -en buena medida es lo que pasa hoy-, de lo que se trata es de cambiar unos poderes f¨¢cticos por otros. Que a los actuales no les guste ser sustituidos es algo que entra dentro de lo esperable.
Finalmente, y por lo que toca al profesorado, la regulaci¨®n propuesta tiene dos l¨ªneas maestras. De un lado, se mantiene la penenizaci¨®n de la universidad: la mitad del profesorado no tiene por qu¨¦ ser funcionario y, como los no funcionarios son m¨¢s baratos y prescindibles, no lo ser¨¢. Planea la sombra de la congelaci¨®n de plazas sobre la universidad. Del otro lado, entre el prop¨®sito de establecer un sistema de habilitaci¨®n a la alemana y el de volver al sistema de oposici¨®n nacional previo a la LRU (ministerio y partido respectivamente, si mis noticias son correctas) surge un sistema h¨ªbrido que tiene la rara virtud de reunir todas las pegas. Las del sistema actual (hay que concursar a cada plaza), las del sistema pre-LRU (son s¨®lo los patrones de cada ¨¢rea los que juzgan la habilitaci¨®n) y otras propias: la habilitaci¨®n caduca a los dos a?os. Se puede hacer peor, pero para ello hay que ponerle imaginaci¨®n al asunto. ?Ah! y se mantienen cuatro cuerpos de funcionarios distintos que hacen exactamente lo mismo en los mismos sitios. Lo que no deja de ser l¨®gico, pues, como se?ala Vicent Franch, si no fuere as¨ª ?c¨®mo iba la universidad a estar gobernada por un colectivo formado por el seis por ciento de los profesores? Lo que desde luego no hace es atentar contra la autonom¨ªa de la universidad, que no toca bola en la cuesti¨®n en el r¨¦gimen actual, y tendr¨ªa una parte, bien que menor, en el que se propone.
Si a ello unimos que el anteproyecto mantiene y aun refuerza el actual control central sobre los planes de estudio -justamente criticado en el Informe Bricall-, que deja en el limbo cuestiones que ahora est¨¢n en ¨¦l, como el profesorado de las universidades privadas, o que bendice alcaldadas como la creaci¨®n de universidades al margen del ordenamiento, hay motivos para no ser optimista. Unas cosas por otras, no parece que el primer paso de la reforma vaya en el sentido debido. La reforme de l'Universit¨¦ est mal partie.
Para ese viaje no hace falta tanta alforja, s¨®lo de humo repleta -en buena medida es lo que pasa hoy-, de lo que se trata es de cambiar unos poderes f¨¢cticos por otros. Que a los actuales no les guste ser sustituidos es algo que entra dentro de lo esperable.
Finalmente, y por lo que toca al profesorado, la regulaci¨®n propuesta tiene dos l¨ªneas maestras. De un lado, se mantiene la penenizaci¨®n de la universidad: la mitad del profesorado no tiene por qu¨¦ ser funcionario y, como los no funcionarios son m¨¢s baratos y prescindibles, no lo ser¨¢. Planea la sombra de la congelaci¨®n de plazas sobre la universidad. Del otro lado, entre el prop¨®sito de establecer un sistema de habilitaci¨®n a la alemana y el de volver al sistema de oposici¨®n nacional previo a la LRU (ministerio y partido respectivamente, si mis noticias son correctas) surge un sistema h¨ªbrido que tiene la rara virtud de reunir todas las pegas. Las del sistema actual (hay que concursar a cada plaza), las del sistema pre-LRU (son s¨®lo los patrones de cada ¨¢rea los que juzgan la habilitaci¨®n) y otras propias: la habilitaci¨®n caduca a los dos a?os. Se puede hacer peor, pero para ello hay que ponerle imaginaci¨®n al asunto. ?Ah! y se mantienen cuatro cuerpos de funcionarios distintos que hacen exactamente lo mismo en los mismos sitios. Lo que no deja de ser l¨®gico, pues, como se?ala Vicent Franch, si no fuere as¨ª ?c¨®mo iba la universidad a estar gobernada por un colectivo formado por el seis por ciento de los profesores? Lo que desde luego no hace es atentar contra la autonom¨ªa de la universidad, que no toca bola en la cuesti¨®n en el r¨¦gimen actual, y tendr¨ªa una parte, bien que menor, en el que se propone.
Si a ello unimos que el anteproyecto mantiene y aun refuerza el actual control central sobre los planes de estudio -justamente criticado en el Informe Bricall-, que deja en el limbo cuestiones que ahora est¨¢n en ¨¦l, como el profesorado de las universidades privadas, o que bendice alcaldadas como la creaci¨®n de universidades al margen del ordenamiento, hay motivos para no ser optimista. Unas cosas por otras, no parece que el primer paso de la reforma vaya en el sentido debido. La reforme de l'Universit¨¦ est mal partie.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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