Un meritorio Pep¨ªn
Pep¨ªn Liria destac¨® por encima del bien y del mal. Quiere decirse que se quita a Pep¨ªn y la grey de coletudos pasa totalmente desapercibida.
Se ve que la grey de coletudos no estaba por la labor. Salvo Pep¨ªn que destac¨® no exactamente por su arte (en el sentido que le dan los p¨²blicos al arte) sino por su valent¨ªa y su pundonor lo que comporta mayor m¨¦rito.
Pep¨ªn Liria no pudo con el primer toro y se desquit¨® en el cuarto, al que le cort¨® una oreja. Cabr¨ªa suponer que el primer toro era el malo, pues no permiti¨® lucirse a Pep¨ªn y el bueno el cuarto, ya que se dej¨® mojar la oreja. Mas no: fue justo al rev¨¦s.
El primer toro dio un juego interesant¨ªsimo. Bravo en varas, seg¨²n demostr¨® tomando dos puyazos absolutamente fijo, entregado y encelado. Bravo en banderillas porque mantuvo la codicia en sus embestidas prontas, alegres y nobles. Y bravo en la muleta ya que tomaba los enga?os con nobleza, sin menoscabo de ese punto de agresividad que caracteriza a la casta brava.
Flores / Liria, D¨¢vila, Bautista
Cuatro toros de Samuel Flores, de gran presencia y bien armados, mansotes, nobles; 4?, muy manso y dificultoso. Dos de Mar¨ªa Agustina L¨®pez Flores: 2?, con trap¨ªo, flojo, encastado, y 5?, de impresionante arboladura, aceptable en varas, ambos pastue?os. Pep¨ªn Liria: estocada corta (silencio); estocada corta ca¨ªda (oreja). D¨¢vila Miura: estocada perdiendo la muleta (algunos pitos); pinchazo hondo y estocada (silencio). Juan Bautista: estocada corta atravesada muy trasera (silencio); pinchazo y estocada tendida trasera (silencio). Plaza de Las Ventas, 3 de junio. 25? corrida de abono. Lleno.
Y Pep¨ªn Liria no se enter¨®, que se suele decir. Pep¨ªn Liria muleteaba fuera cacho -por si acaso-, sin el sosiego necesario para embarcar con temple, y el toro le desbord¨® en todos los frentes. Un achuch¨®n y un desarme hicieron perder a Pep¨ªn el sentido de la orientaci¨®n y acab¨® metiendo la pata (que tambi¨¦n se suele decir) reemprendiendo la faena en la cercan¨ªa de chiqueros. Y, claro, puestos all¨ª, el toro tir¨® a su querencia y respondi¨® guard¨¢ndose todas las ventajas, al muleteo, ya desequilibrado y bronco, que Pep¨ªn Liria le pretend¨ªa administrar por naturales.
El cuarto toro tuvo el comportamiento contrario. Gal¨¢n de respetable trap¨ªo, todo se le iba en fachada pues cobarde¨® huyendo de los caballos, rebrincando y pegando coces al sentir las picas, y continu¨® a la defensiva en los tercios siguientes. El de muleta se lo pas¨® al sol (que, curiosamente, suele ser zona favorita de los mansos) y refugi¨¢ndose en tablas, donde se aculaba despu¨¦s de perpetrar cada intemperancia.
Y precisamente por sus t¨®rridos dominios y su vergonzante arrimo se encontr¨® con un meritorio Pep¨ªn, recrecido en su pundonor y en su valent¨ªa, torero de cuerpo entero, que le present¨® pelea. Y lo hizo con la mano de los billetes, la izquierda, que es la de la verdad. No hubo florituras, por supuesto, pues con la violencia defensiva del toro eran impensables, pero s¨ª toda la t¨¦cnica, toda la emotividad y todo el m¨¦rito que conlleva el toreo cuando se ejecuta siguiendo las reglas del arte. Y eso fue lo que le vali¨® la oreja a Pep¨ªn.
La corrida de Samuel Flores, reducida a cuatro toros, tra¨ªa gran trap¨ªo, con unas cornamentas de las que ya no se ven por estos pagos. Tambi¨¦n es cierto que bravura no llevaban mucha, si bien, a excepci¨®n del cuarto ejemplar dicho, sacaron una nobleza que se traduc¨ªa en toreabilidad. Cuesti¨®n distinta es que su torero no hubiese tra¨ªdo el ¨¢nimo toreador. Su torero era Juan Bautista y no realiz¨® nada destacable en el transcurso de sus ins¨ªpidas faenas.
Los mejores toros fueron los de la madre del ganadero, ganadera a su vez, que correspondieron a D¨¢vila Miura, nieto, hijo y sobrino de los ganaderos de la legendaria ganader¨ªa del mismo nombre. No s¨¦ si me explico. Y el torero nieto, hijo, sobrino ni los dio fiesta, ni los supo lucir.
El toro primero de los de la ganadera Mar¨ªa Agustina L¨®pez Flores luc¨ªa un trap¨ªo irreprochable y en el c¨²mulo de pases que le instrument¨® D¨¢vila Miura no hubo ni ol¨¦s aunque s¨ª un improcedente desarme. El toro segundo es candidato a ser el m¨¢s guapo de la feria por su impresionante arboladura; su apabullante presencia tanto por las astas enormes, vueltas, acucharadas y astifinas, como por sus serias hechuras de caja y bola. Y sin embargo, a la de embestir, no era nadie: sac¨® una inacabable nobleza, id¨®nea para recrear el toreo m¨¢s bello. Pero que si quieres arroz... D¨¢vila Miura no fue capaz de darle dos pases a derechas
'Lo llega a coger Pep¨ªn...', comentaban en el tendido. Ganas de hablar, francamente. Pep¨ªn llevaba infuso el ardor guerrero, seg¨²n demostr¨® con el toro maula que hizo cuarto; pero la inspiraci¨®n y el gusto, no s¨¦... ?Dejamos las cosas como est¨¢n? Dejemos las cosas como est¨¢n. Y aqu¨ª paz, despu¨¦s gloria.
Babelia
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