Rub¨¦n Beloki, un campe¨®n fulgurante
Los fallos continuos de Eugi se tradujeron una final del Manomanista breve y deprimente en el juego
Como si tuviera prisa por ganar, Rub¨¦n Beloki dedic¨® ayer apenas media hora para resarcirse de tantas derrotas y recuperar la txapela de campe¨®n manomanista ante su rival habitual, Patxi Eugi. El 22-8 final fue tan deprimente como el juego exhibido por ambos pelotaris, especialmente Eugi, quien nunca encontr¨® ni el sitio ni el golpe que buscaba.
Ambos son dos pelotaris muy similares, a pesar de su distinta ubicaci¨®n en el front¨®n (zaguero Beloki, delantero Eugi). La pegada es la base de su ¨¦xito, la fuerza, su argumento principal, al que Eugi a?ade unas piernas prodigiosas para moverse en el front¨®n sin apreturas.
Ayer, en el front¨®n Atano de San Sebasti¨¢n, se vieron ambas cosas (pegada y movimiento), pero no hubo juego. 38 minutos de juego total demuestran matem¨¢ticamente que alguien ha fallado. Fall¨® Eugi de principio a fin, quien no se encontr¨® a gusto en ning¨²n momento, acumulando fallos no forzados y propiciando el crecimiento de su oponente.
Ni acert¨® con el material, ni acert¨® con el juego. Beloki arranc¨® con las mismas dudas que Eugi hasta el punto de ir compartiendo la igualdad en el marcador hasta alcanzar el tanto 10 en el marcador. Ah¨ª termin¨® Eugi, tras un sotamano en dos paredes que result¨® m¨¢s atrevido que bello. Un fallo no forzado determin¨® su frontera en el partido. Despu¨¦s lleg¨® el recital de saques de Beloki que hicieron tan grande su ¨¦xito como escaso el partido. Beloki sac¨® a lo campe¨®n, de forma violenta y corta para descolocar a su adversario y obligarle a esfuerzos descomunales para intentar levantar aquellas pelotas envenenadas que se arrimaban a la pared. Hasta ocho tantos consigui¨® con el saque Beloki, por dos de Eugi.
El final del partido result¨® descorazonador. Un mon¨®logo de Beloki pr¨¢cticamentye resuelto tanto a tanto en dos acciones: saque-error. Cuando Eugi consegu¨ªa devolver, su debilidad era tal que Beloki remataba el tanto sin dificultad alguna.
Un final impropio de un partido de esa envergadura, pero demasiado habitual en los enfrentamientos entre estos dos pelotaris en las grandes citas. Son los mejores, pero sus partidos resultan habitualmente un fiasco. Partidos desiguales que provocan campeones fulgurantes. Partidos esperados, concluidos deportivamente de forma descorazonadora. La igualdad te¨®rica produce una desigualdad pr¨¢ctica.
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