'Gran Hermano' y el m¨¢s all¨¢
Ha llegado el momento de salir del armario y decir que veo y sigo Gran Hermano. Ya s¨¦ que no soy el primero en confesarlo, y espero tambi¨¦n no ser el ¨²ltimo. Puestos a justificarnos, quiz¨¢ sea por el lado voyeur que tenemos muchos directores de cine. Algo que nos hace fijarnos en los comportamientos de los seres humanos y que, en este caso, nos lo han puesto a huevo.
Este a?o, el arranque del programa me pill¨® cuando me hab¨ªa retirado por espacio de un mes a una casa en el campo con objeto de rematar un gui¨®n que se me estaba resistiendo. No ten¨ªa apenas contacto con el mundo exterior, a no ser el tel¨¦fono o, por supuesto, la televisi¨®n. As¨ª que me convert¨ª en una especie de peque?o hermano, aislado en una casa y llevando una vida paralela a los voluntarios encerrados en la otra casa. La diferencia es que ellos no me pod¨ªan ver a m¨ª y yo, por supuesto, s¨ª pod¨ªa verlos a ellos. Me sent¨ª tan identificado que hubo un momento que tuve miedo de que me nominaran. Si me llegan a echar de la casa antes de que terminara el gui¨®n, me habr¨ªan hecho polvo.
Pero mi caso no puede generalizarse. Aunque el n¨²mero de directores/as de cine se ha incrementado en los ¨²ltimos a?os, su suma nunca podr¨ªa aproximarse a la de millones de telespectadores que prefieren ver a unos chicos lav¨¢ndose los dientes a, digamos, Stallone repartiendo mamporros.
Barajemos otra posibilidad, los espectadores a los que les gusta el g¨¦nero documental, aquellos que disfrutan observando c¨®mo la reina de las hormigas se aparea con sus z¨¢nganos. O c¨®mo las obreras se agitan fren¨¦ticamente por los laber¨ªnticos t¨²neles del hormiguero transportando alimentos, muchas veces cinco veces superiores a su tama?o. Todo visto a trav¨¦s de un falso hormiguero que tiene una pared lateral de vidrio a trav¨¦s de la cual se puede filmar a los insectos.
Pero no nos enga?emos, el p¨²blico de los documentales de La2 no creo que pase de los cien o doscientos mil. Demasiado insignificante comparado con las audiencias millonarias de Gran Hermano. Suma y sigue. Veamos. ?Cu¨¢nta gente cree en los extraterrestres? Existe una teor¨ªa que dice que el planeta Tierra es en realidad una especie de zoo humano, una granja cuidada (??) por extraterrestres que nos utilizan como cobayas o, en el mejor de los casos, como mero entretenimiento.
A lo mejor, los interesados en los extraterrestres se sienten tambi¨¦n interesados en observar a los marcianos de GH. Bien, sumando, sumando ya empezamos a tener una posible audiencia, pero a¨²n estamos muy lejos de los seis o siete millones, ?qui¨¦n m¨¢s se podr¨ªa sumar? Pensemos... ?Ya est¨¢! Vivimos en un pa¨ªs confesionalmente cat¨®lico, y aqu¨ª puede estar la madre del cordero. Porque, mir¨¢ndolo bien, la casa de GH es un poco como nuestro paso por la vida. Tenemos que convivir con otras personas a las que, en la mayor¨ªa de los casos, no hemos elegido. Vivimos intensamente estas relaciones, pasamos del amor al odio, llegamos a acuerdos, hacemos pactos, lloramos, re¨ªmos... ?Y qu¨¦ tiene todo esto que ver con el Estado confesional? ?El confesonario? No, eso es s¨®lo una an¨¦cdota. Lo importante es la fe en Dios y en el m¨¢s all¨¢. Veamos, nadie quiere salir de la casa, lo mismo que nadie quiere morirse (aunque estemos convencidos de que la vida es una mierda), pero cuando este hecho inevitable se produce todos se apenan y lloran, incluidos los que nos han nominado, es decir, los responsables de nuestro sufrimiento y en cierta forma de nuestra muerte.
Cuando el elegido es expulsado de la casa, se produce el tr¨¢nsito al plat¨®, algo que recuerda mucho a las experiencias relatadas en libros tipo Vida despu¨¦s de la muerte. Hay muchas luces (focos), un corredor muy largo que cruzamos en una especie de burbuja (el coche que traslada al elegido al plat¨®) y por fin, la llegada al para¨ªso (el plat¨®), el encuentro con los seres queridos que nos precedieron en el tr¨¢nsito y que aparecen ahora radiantes (maquillados, arreglados, iluminados), y que despu¨¦s de besos y abrazos, nos llevan ?por fin! al encuentro con dios (Mercedes Mil¨¢), con quien tendremos el placer de estar cara a cara y que nos mostrar¨¢ de un solo golpe toda nuestra vida pasada (el documental-resumen de nuestra estancia en la casa).
Pero no siempre habr¨¢ final feliz, eso depender¨¢ de c¨®mo nos hayamos portado en la casa. Si hemos sido buenos, todo ser¨¢ maravilloso (el cielo), pero si hemos sido malos, la salida nos puede deparar muchas angustias, reproches, indiferencias e incluso agresiones (el infierno).
Bien, esto ya empieza a cuajar. Ahora s¨ª que salen las cuentas, incluso en exceso. Empiezo a pensar que hay m¨¢s cat¨®licos practicantes de lo que las encuestas indican. O quiz¨¢ pase con esto de la religi¨®n, que muchos la practican, aunque no lo confiesen, lo mismo que con la audiencia de Gran Hermano, que es enorme, aunque luego resulta que nadie reconoce verlo o seguirlo.
Fernando Colomo es director de cine.
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