Un itinerario: la Barcelona trasplantada
Se ha inaugurado en el Museo de Historia de la Ciudad una exposici¨®n sobre la apertura de la Via Laietana. Un total de 50 a?os entre el primer golpe de piqueta dado por Alfonso XIII en 1908 (que, por cierto, se puede ver en la exposici¨®n) y la construcci¨®n del ¨²ltimo solar vac¨ªo en 1958. La exposici¨®n, en dos plantas, peque?ita, pero mod¨¦lica, provoca en el visitante un saludable deseo de preguntarse por el precio del progreso. En apenas cinco a?os de derribos y obras, se convirti¨® en un solar el espacio que actualmente hay entre Correos y la plaza de Urquinaona. Un total de 900 metros de largo por 80 de ancho. Casi nueve campos de f¨²tbol. Se iba tan r¨¢pidamente que Dion¨ªs Baixeras, encargado por el Ayuntamiento de dibujar al carb¨®n muchos de los rincones destinados a desaparecer, se presentaba en una calle y s¨®lo encontraba ruinas. Por suerte, ¨¦l las dibuj¨® igualmente y nos dej¨® im¨¢genes de una Barcelona que parece bombardeada, como salida de un terremoto.
La apertura de la Via Laietana comport¨® el traslado de varios edificios a otros puntos de la ciudad
Pero a lo que ¨ªbamos. La exposici¨®n sobre la apertura de la Via Laietana nos puso ante la posibilidad de efectuar un itinerario in¨¦dito por Barcelona: la ciudad trasplantada. O trasladada, como prefieran. Porque se da el caso de que esta intervenci¨®n urban¨ªstica en pleno coraz¨®n de la ciudad medieval provoc¨® un debate l¨®gico: ?Qu¨¦ hacer con lo art¨ªsticamente importante? Se guardaron capiteles, columnas, ventanales g¨®ticos, portales, etc¨¦tera, a la espera de poderlos aprovechar. Pero tambi¨¦n se indultaron fachadas e incluso casas y palacios, que fueron trasladados piedra por piedra a otros lugares. S¨ª, s¨ª, han le¨ªdo bien. Y all¨ª est¨¢n, 90 a?os m¨¢s tarde, esparcidos por la ciudad, ante el desconocimiento general.
S¨ªganme. Empecemos por el hospital de Sant Pau. Entren sin miedo, y entre los pabellones, sin buscar demasiado, se topar¨¢n con una fachada barroca. S¨ª, no ven visiones, es la de la antigua iglesia de Santa Marta, del siglo XVIII, pintada por el Picasso de la ¨¦poca azul. Estaba en la desaparecida Riera de Sant Joan. Ahora es el portal que da acceso a un comedor. Sic transit gloria mundi. De aqu¨ª nos vamos a la calle de Arag¨® en su confluencia con la de Roger de Ll¨²ria. All¨ª se encuentra la popular iglesia de la Concepci¨®, la cual, junto con el claustro adyacente, perteneci¨® al antiguo convento de Jonqueres, del siglo XIV. G¨®tico puro en pleno Eixample. Problemas nuevos para lugares viejos: un chico muy amable de la parroquia me inform¨® de la lucha que llevan (firmas, quejas al Ayuntamiento, etc¨¦tera) para conseguir que el edificio contiguo que se est¨¢ construyendo no les quite ilegalmente aire ni espacio. A lo peor, cogen y se trasladan por segunda vez, all¨ª se quede la inmobiliaria con sus puertas de embero. Se entra al claustro por Roger de Ll¨²ria. P¨®nganse en la puerta y experimenten la vivencia de quitar el sonido a la vida. Como con el mando a distancia: pie en la acera, millones de decibelios, pie dentro del claustro, cero. Por cierto que, rizando el rizo, lo del doble traslado no era una figura ret¨®rica: contin¨²en hasta el barrio g¨®tico y m¨¦tanse en la plaza de sant Felip Neri. Entrando a mano derecha est¨¢ la fachada de la antigua sede del gremio de caldereros, barroca. La construyeron en la plaza del ?ngel y se la llevaron hasta el entorno de la plaza de Lesseps. Una vez compuesto el puzzle, no les gust¨®. Ning¨²n problema: lo desmontaron de nuevo y se lo llevaron a Sant Felip Neri. O sea, doble traslado. En la misma plaza, entrando a mano izquierda, est¨¢ enterita la sede del antiguo gremio de los zapateros, construida originalmente en la antigua calle de Corribia. Los bombardeos de la guerra civil propiciaron la apertura de la avenida de la Catedral, desapareci¨® la calle citada y al caser¨®n del gremio, del siglo XVI, le perdonaron la vida, a condici¨®n de exiliarse. Hoy alberga el museo del calzado. Y finalmente, la joya de la corona de los traslados originados por la apertura de la Via Laietana: la mism¨ªsima casa Padell¨¤s, sede del Museo de Historia de la Ciudad. Este palacete del siglo XVI estaba emplazado a unos 100 metros de distancia, en la calle de Mercaders, y pudo ser salvado y reconstru¨ªdo con el acierto que todos podemos contemplar en la actualidad.
Sin tener nada que ver con la apertura de la Via Layetana, en plena Rambla de Catalunya, pueden completar su itinerario por esta Barcelona dislocada. A la altura de la calle de Rossell¨® encontrar¨¢n la parroquia de Sant Ramon de Penyafort, cuya iglesia es otro aut¨¦ntico templo g¨®tico. Tan aut¨¦ntico que parece falso. Perteneci¨® al convento agustino de Montsi¨®, junto a la plaza de Santa Anna. En 1888, las monjas decidieron trasladarse y, adem¨¢s de sus enseres personales, se llevaron su casa piedra a piedra, o sillar a sillar, como dicen los entendidos. La visit¨¦ un d¨ªa de esta primavera. Sentado en uno de sus bancos, vi algo curioso: un broker del Banco de Sabadell, cuya sede, modern¨ªsima, est¨¢ pr¨¢cticamente al lado, entraba en la iglesia del siglo XV. Deb¨ªa de ir a poner un cirio a la patrona de los imposibles.
Lo dicho, problemas nuevos para lugares viejos. Y ya saben, en Barcelona nada se crea ni se destruye... se traslada. Y es que aqu¨ª se aprovecha todo.
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