Un estudio pretende probar que bajas dosis de insulina evitan la aparici¨®n de diabetes
600 voluntarios con riesgo de sufrir la enfermedad participan en el experimento en EE UU
Como miles de ni?os con diabetes de tipo 1, Shannon Meng se inyecta insulina todos los d¨ªas. Pero, a diferencia de ellos, Shannon no es diab¨¦tica. De hecho, est¨¢ perfectamente sana. Shannon, una ni?a de 10 a?os de Ramona, California, es una de los 600 voluntarios, con edades comprendidas entre 3 y 45 a?os, que participan en un experimento de prevenci¨®n de la diabetes patrocinado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Antes de desayunar y de acostarse, Shannon se pincha una dosis baja de insulina en el brazo o en la pierna. 'Normalmente mi padre o mi madre me ponen la inyecci¨®n, pero he aprendido a hacerlo yo para poder quedarme a dormir en casa de mis amigos', explica. 'Mis amigos me preguntan si me duele, pero cuando te pinchas dos veces al d¨ªa, acabas acostumbr¨¢ndote'
Los Meng se apuntaron al experimento, denominado DPT-1, esperando que las inyecciones diarias eviten que Sahnnon sufra la misma enfermedad cr¨®nica que padece su hermana menor, Laura. La decisi¨®n de participar fue dif¨ªcil. 'Realmente nos produjo mucha angustia', declara Gina Meng, la madre de Shannon. 'Hacer pasar a un ni?o por esto es realmente porque quieres ayudarle', a?ade.
A Laura le diagnosticaron la diabetes cuando ten¨ªa dos a?os. 'No sab¨ªamos nada de la diabetes', explica Gina Meng. 'De haber podido, habr¨ªamos hecho cualquier cosa por evitarlo. Por eso decidimos participar'.
No hay nada para prevenir o curar la diabetes de tipo 1. Al contrario que la de tipo 2, que puede estar asociada con la obesidad, la diabetes de tipo 1 es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el cuerpo se ataca a s¨ª mismo. Las c¨¦lulas encargadas de la defensa, que deber¨ªan atacar a los g¨¦rmenes y a otros invasores externos, atacan a las c¨¦lulas pancre¨¢ticas productoras de la insulina. En esencia, el cuerpo confunde estas c¨¦lulas, denominadas c¨¦lulas beta, con toxinas peligrosas.
Acumulaci¨®n de glucosa
Al disminuir las aportaciones de insulina, el cuerpo pierde su capacidad de convertir los alimentos en energ¨ªa. La glucosa no llega a las c¨¦lulas, donde es necesaria, y se acumula da?ando a los ¨®rganos. Los m¨¦dicos pueden se?alar a las personas de alto riesgo, pero no pueden impedir el ataque ni predecir si ocurrir¨¢ o cu¨¢ndo.Aunque las personas con diabetes de tipo 1 tienen que administrarse insulina, el objetivo del estudio es poner a los voluntarios inyecciones con dosis muy bajas para que nunca lleguen a contraer la enfermedad. 'El problema es que las personas con diabetes tienen que pincharse una, dos o incluso m¨¢s veces al d¨ªa, y su cantidad de az¨²car en la sangre sigue sin estar dentro de los valores normales', explica Francine Kaufman, que participa en el equipo de investigaci¨®n y es profesora de pediatr¨ªa en la Facultad de Medicina de la Southern California University.
'Estamos intentando administrar inyecciones para frenar la progresi¨®n de este proceso, de forma que la persona nunca llegue a tener valores anormales de glucosa y nunca se enfrente a corto y largo plazo a las consecuencias de la diabetes', a?ade Kaufman, que tambi¨¦n es jefe de endocrinolog¨ªa pedi¨¢trica en el Children's Hospital de Los ?ngeles.
Los diab¨¦ticos tienen tendencia a padecer hipoglucemia, una peligrosa disminuci¨®n del az¨²car en la sangre, y tambi¨¦n m¨²ltiples consecuencias a largo plazo, como enfermedades cardiacas, da?os en el sistema nervioso, insuficiencia renal y ceguera.
Los voluntarios del estudio, de 350 lugares de Estados Unidos y Canad¨¢, reciben un seguimiento de hasta seis a?os. Los resultados preliminares de quienes reciben insulina se presentar¨¢n en la reuni¨®n de la Asociaci¨®n Americana para la Diabetes que se celebrar¨¢ dentro de unas semanas en Filadelfia.
Aproximadamente el 80% de los participantes tienen menos de 20 a?os, explica Skyler. Nuevos an¨¢lisis de sangre -que controlan los anticuerpos espec¨ªficos y analizan el metabolismo del az¨²car- incluyen a los voluntarios en las categor¨ªas de riesgo bajo, moderado y elevado. Quienes se califican de bajo riesgo son sometidos a pruebas anuales. Quienes se incluyen en el grupo de riesgo elevado, como Shannon, se eligen aleatoriamente como receptores de insulina o se utilizan como controles.
Los incluidos en el grupo de riesgo moderado toman todas las ma?anas una c¨¢psula que contiene insulina o placebo. Evan Oby, de 10 a?os, procedente de Bismarck, Dakota del Norte, disuelve su c¨¢psula en un zumo todas las ma?anas.
'Supongo que lo primero que pensamos es que quer¨ªamos tener la conciencia tranquila', explica Linda Oby, madre de Evan. El an¨¢lisis de sangre de Evan cambi¨® durante la segunda ronda de pruebas, y lo incluyeron en el grupo de riesgo moderado. 'Lo m¨¢s duro es que no sabemos si est¨¢ tomando placebo o no', afirma la madre.
Adem¨¢s de tomar c¨¢psulas o pincharse, todos los voluntarios aceptan ser sometidos peri¨®dicamente a an¨¢lisis de sangre para comprobar la eficacia del tratamiento. Es un fuerte compromiso para estos ni?os y adultos que quiz¨¢ nunca lleguen a contraer la enfermedad.
Un primer paso hacia la correcta prevenci¨®n
Nadie sabe con exactitud c¨®mo act¨²a la insulina para prevenir la diabetes. Seg¨²n una teor¨ªa, peque?as cantidades de insulina -ni siquiera suficientes para disminuir sustancialmente el az¨²car en la sangre- hacen que el cuerpo se acostumbre, y deje de considerar la insulina como una invasor externo. 'Los estudios que estamos haciendo se basan en un concepto denominado terapia con el ant¨ªgeno espec¨ªfico', explica Jay Skyler, director de la investigaci¨®n y profesor de medicina, pediatr¨ªa y psicolog¨ªa de la Universidad de Miami. 'Si puedes identificar un ant¨ªgeno y suministrarlo, quiz¨¢ consigas convencer al sistema inmune para que lo proteja en lugar de destruirlo'. La noci¨®n se apoya en diversos estudios en animales y en peque?os ensayos cl¨ªnicos. Por ejemplo, en un estudio con 12 ni?os, del que se inform¨® en la edici¨®n del 10 de abril de 1993 de la revista m¨¦dica Lancet, s¨®lo uno de los cinco voluntarios a los que se les administr¨® insulina desarroll¨® diabetes, en comparaci¨®n con la totalidad del grupo de siete que no recibi¨® insulina. Todos los ni?os se consideraban de alto riesgo y fueron objeto de estudio durante tres a?os. En el estudio publicado en Lancet, los investigadores planteaban la teor¨ªa de que de alguna forma las inyecciones de insulina empujaban a las c¨¦lulas beta a aumentar su propia producci¨®n de insulina. O quiz¨¢, a?ad¨ªan los cient¨ªficos, la cantidad extra de insulina permita a las c¨¦lulas beta descansar, y en este estado de tranquilidad puedan superar el ataque de las c¨¦lulas inmunes. 'Creo que este estudio no ser¨¢ una soluci¨®n, pero s¨ª un paso en la direcci¨®n correcta', se?ala Robert Sherwin, presidente de la Asociaci¨®n Americana para la Diabetes y profesor de medicina en Yale. Sherwin no participa en el estudio. Todos los voluntarios del DPT-1 tienen un pariente cercano que padece la enfermedad. Los parientes de los diab¨¦ticos tienen entre 10 y 20 veces m¨¢s posibilidades de contraer la enfermedad que la poblaci¨®n en general. La diabetes tipo 1 puede afectar a cualquier edad, pero tiende a manifestarse sobre todo entre los 10 y los 13 a?os.
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