'El conocimiento sobre 'vacas locas' es insuficiente y habr¨¢ sorpresas'
Stanley Prusiner se hizo una pregunta en los a?os ochenta que le llev¨® a descubrir un mecanismo de infecci¨®n completamente insospechado hasta entonces: los priones, los agentes que transmiten el mal de las 'vacas locas'. La comunidad cient¨ªfica pens¨® que se hab¨ªa vuelto loco. Pero Prusiner ten¨ªa raz¨®n y en 1997 le tuvieron que dar el Premio Nobel de Medicina por la misma teor¨ªa que estuvo a punto de costarle su carrera 15 a?os antes.Aqu¨ª el que hace las preguntas es Stanley Prusiner. Ayer, ante la pregunta de una periodista en la Universidad de Navarra: 'Profesor Prusiner, ?podr¨ªa usted decirnos lo que es un pri¨®n?', el cient¨ªfico estadounidense descubridor de los priones no dud¨® en responder: 'Qu¨¦ curioso, eso es exactamente lo que les iba a preguntar yo a ustedes; ?alguien sabr¨ªa decirme la diferencia entre un pri¨®n y un virus?'. Nadie supo, y la conferencia de prensa sigui¨® adelante.
'No creo que el parecido de las secuencias de la prote¨ªna entre vacas y humanos sea lo importante para el contagio, sino su forma'
Pero esa misma pregunta es la que Prusiner se hizo a principios de los a?os ochenta, y es la que le condujo a descubrir los priones.Los virus y las bacterias tienen genes. Por eso pueden sacar copias de s¨ª mismos y propagar enfermedades. Los priones, postul¨® entonces Prusiner, no tienen genes, son meras prote¨ªnas, y sin embargo son verdaderos agentes infecciosos. Los priones, por cierto, propagan enfermedades porque pueden adoptar una forma err¨®nea y contagi¨¢rsela a otras prote¨ªnas de su misma clase que forman parte de cualquier cerebro normal. Lo que se propaga no es una cosa, sino la forma de una cosa. ?Ven qu¨¦ f¨¢cil es ganar un premio Nobel?
Prusiner (Des Moines, Iowa, 1942) pronunci¨® ayer la tercera lecci¨®n conmemorativa Ortiz de Land¨¢zuri en la Universidad de Navarra. Unas horas antes atendi¨® a las preguntas de este diario.
Pregunta. ?Le parecen adecuadas las medidas contra las vacas locas basadas en la retirada de los materiales de riesgo (cerebro, m¨¦dula espinal, etc¨¦tera)?
Respuesta. Los experimentos en que todo eso est¨¢ basado son muy, muy toscos. Las mediciones que justifican esas normas fueron realizadas en ovejas con scrapie [la encefalopat¨ªa espongiforme de esa especie]. Los brit¨¢nicos tomaron distintas partes de ovejas enfermas y las inocularon en ratones normales, y as¨ª se supo que el cerebro tiene una alta carga infectiva, etc¨¦tera. Pero eso fue antes de que comprendi¨¦ramos que se puede hacer un rat¨®n transg¨¦nico (por ejemplo, que lleve el gen del pri¨®n humano) para evitar que la barrera de las especies enturbie las conclusiones. Estos ratones humanizados no se han empleado todav¨ªa para probar la infectividad de los distintos tejidos de la vaca. Mi laboratorio est¨¢ ahora haciendo estos experimentos en colaboraci¨®n con el Gobierno brit¨¢nico. Son trabajos muy lentos, pero deben hacerse, porque el estado del conocimiento actual es totalmente insuficiente.
P. ?Espera grandes sorpresas?
R. S¨ª, con seguridad.
P. El centenar de casos humanos de vacas locas que se han dado desde 1996 tienen el mismo tipo de gen del pri¨®n en ambos cromosomas. ?Son los m¨¢s propensos, y luego vendr¨¢n todos los dem¨¢s?
R. No s¨¦ la respuesta. El 40% de la poblaci¨®n tiene ese mismo tipo de gen en ambos cromosomas, y una posible interpretaci¨®n, en efecto, es que tener ambos genes iguales facilite la conversi¨®n del pri¨®n a su forma err¨®nea. Otra posibilidad es que el contagio s¨®lo ocurra en esas personas, pero no hay ning¨²n experimento que apoye esto. En los ratones humanizados no hay diferencias de susceptibilidad entre los que llevan uno u otro tipo de gen humano.
P. ?Las diferencias en susceptibilidad pueden deberse a otros genes humanos?
R. Hay otros genes que afectan al periodo de incubaci¨®n, pero no sabemos a¨²n lo que hacen. Sabemos que uno de ellos es muy importante, pero no podemos hacer m¨¢s que llamarle gen x.
P. ?Por qu¨¦ podemos adquirir la encefalopat¨ªa de las vacas, y no la de los corderos?
R. No lo s¨¦, aunque no creo que lo importante sea la secuencia . Si nos fijamos en la secuencia, el pri¨®n de oveja se diferencia del de vaca s¨®lo en un 3%. El humano difiere en un 10% tanto del de vaca como del de oveja. Creo que lo m¨¢s importante no son estos parecidos de secuencia, sino los de forma. El pri¨®n de los pacientes humanos con la nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (la versi¨®n contagiada por el consumo de vacuno) es id¨¦ntico en secuencia al de la versi¨®n espor¨¢dica [la que no tiene que ver con el consumo de vacuno], pero son radicalmente distintos en su conformaci¨®n.
P. ?Cu¨¢ntas conformaciones distintas puede adoptar el mismo pri¨®n?
R. No lo s¨¦. No se puede predecir a priori. Necesitar¨ªamos una forma r¨¢pida de determinar las conformaciones de una prote¨ªna. Una especie de microscopio que nos dijera: 'El 100% de las v¨ªctimas de la nueva variante de Creutzfeldt-Jakob tiene sus priones en la conformaci¨®n vacuna'. No tenemos las herramientas.
P. Los humanos y los ratones tienen sus priones normales en el cerebro. Pero cuando ustedes destruyen los priones de un rat¨®n (eliminando los genes que los fabrican), al rat¨®n no le pasa nada. ?Para qu¨¦ sirven los priones normales? No estar¨¢n ah¨ª s¨®lo para detectar fraudes alimentarios.
R. Un rat¨®n es un rat¨®n. No tenemos ni idea de qu¨¦ le pasar¨ªa a un humano si elimin¨¢ramos sus priones normales. Quiz¨¢ ya no ser¨ªa capaz de escribir poes¨ªa, ni de resolver ecuaciones diferenciales.
P. O de descubrir los priones.
R. Exacto. Nadie puede medir eso en un rat¨®n. Pero los priones normales deben servir para algo, puesto que existen en todos los mam¨ªferos. No pueden estar ah¨ª s¨®lo para causar enfermedades pri¨®nicas cuando algo falla.
P. ?Qu¨¦ l¨ªneas de investigaci¨®n le parecen m¨¢s prometedoras para encontrar una cura?
R. La b¨²squeda de mol¨¦culas peque?as que puedan pasar de la sangre al cerebro y bloqueen el cambio de forma de los priones. Los dep¨®sitos cerebrales de priones err¨®neos no son indestructibles. Las neuronas pueden deshacerse de ellos, pero es preciso cortar el proceso de formaci¨®n de nuevos priones err¨®neos.
P. El Gobierno espa?ol est¨¢ probando unos tests para reses vivas patentados por dos cient¨ªficos alemanes. Se basan en unas prote¨ªnas llamadas prioninas. ?Conoce estas pruebas?
R. No, pero cualquier test en vivo ser¨ªa muy interesante.
P. Tambi¨¦n hay una prueba de cient¨ªficos espa?oles que puede detectar si una vaca ha sido alimentada con piensos c¨¢rnicos prohibidos.
R. Oh, vamos, nadie querr¨ªa conocer ese dato [risas]. Adem¨¢s, dar¨ªa positivo incluso si las reses han sido alimentadas con... ?harinas de pescado!
P. Efectivamente, pero la prueba puede distinguir las harinas de pescado de las de carne.
R. No s¨¦, me parece demasiado poco espec¨ªfico.
P. En alg¨²n momento, a finales de los setenta o principios de los ochenta, usted debi¨® de ser el ¨²nico cient¨ªfico del mundo que cre¨ªa en los priones. ?C¨®mo se sent¨ªa?
R. Bueno, no fue exactamente la historia del pub The Eagle . Aquello fue una revelaci¨®n s¨²bita, y de repente todo encajaba, etc¨¦tera. Lo m¨ªo fue m¨¢s bien un progreso lent¨ªsimo, basado en mucho trabajo durante mucho tiempo. No hubo 'eureka', fue una acumulaci¨®n de datos y m¨¢s datos. Lo que me preocupaba no era que los datos fueran correctos. Sab¨ªa que lo eran, repet¨ªamos cada experimento tres veces. Lo que me preocupaba era que mi interpretaci¨®n fuera la correcta, y la forma en que lo hice fue as¨ª. . Aqu¨ª est¨¢ la idea , y la clave fue llegar a ella por este m¨¦todo, y por este otro m¨¦todo independiente, y luego por este otro . S¨®lo entonces empec¨¦ a creer que mi interpretaci¨®n era la correcta.
P. No hubo ?aj¨¢!
R. No. Se pareci¨® m¨¢s a la demostraci¨®n por Avery, McLeod y McCarthy de que la informaci¨®n gen¨¦tica estaba contenida en el ADN. Por cierto que McCarthy, que har¨¢ 90 a?os el pr¨®ximo d¨ªa 8, es un ¨ªntimo amigo m¨ªo, y tiene gracia, porque McCarthy se pas¨® media vida demostrando que la informaci¨®n gen¨¦tica estaba contenida en el ADN, y no en las prote¨ªnas, y ahora yo me he pasado la mitad de la m¨ªa demostrando que los agentes pri¨®nicos tienen la informaci¨®n en la prote¨ªna, y no en el ADN.
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