Las propuestas del PSOE sobre el futuro de Europa
El documento socialista sobre la ampliaci¨®n y profundizaci¨®n de la Uni¨®n Europea incluye propuestas para crear una Constituci¨®n, una Agencia Europea de Telecomunicaciones y un poder judicial federal
1. ESPA?A PARA EUROPA
Tener un proyecto para la Espa?a del siglo XXI supone tener un proyecto para Europa. Hacer una contribuci¨®n positiva al proceso de integraci¨®n europea es apostar por el desarrollo y la vertebraci¨®n de Espa?a. Para el Partido Socialista, nunca el inter¨¦s nacional ha sido contradictorio con el inter¨¦s europeo pues no s¨®lo forma parte de nuestro proyecto de pa¨ªs sino que estamos convencidos de que cuanto m¨¢s avance Europa mejor defenderemos nuestros intereses.
El debate que se ha lanzado sobre el futuro de Europa es un reflejo del hecho de que el Tratado de Niza no sirve para una Uni¨®n que se plantea de 27 o m¨¢s miembros. La ampliaci¨®n geogr¨¢fica y cuantitativa va a implicar un cambio cualitativo y a¨²n no nos hemos preparado para ello. Como se ha se?alado, 'nadie ha logrado articular un modelo o una visi¨®n coherentes de c¨®mo podr¨ªa funcionar efectivamente una Uni¨®n Europea ampliada'.
La Europa que surge tras el Tratado de Roma nace por el decidido impulso de ofrecer un marco de paz y estabilidad continental, as¨ª como por la necesidad de paliar los efectos devastadores que hab¨ªan causado dos terribles conflictos en apenas medio siglo. Se trataba, en definitiva, de reconstruir Europa, de ponernos de acuerdo en unos pocos elementos b¨¢sicos y entre unos pocos y homog¨¦neos Estados. Ha sido una tarea larga y llena de dificultades, pero el proceso puede ser calificado, sin ninguna duda, de un gran ¨¦xito. Europa fue entonces un gran objetivo hist¨®rico y sigue si¨¦ndolo en la actualidad.
En este momento, Europa no es s¨®lo un instrumento -el mejor- para la paz y el desarrollo sino una oportunidad hist¨®rica para enfrentar los desaf¨ªos de la globalizaci¨®n. Los fen¨®menos ligados a la globalizaci¨®n est¨¢n incidiendo con fuerza en el ¨¢mbito hist¨®rico de realizaci¨®n de la democracia y de la soberan¨ªa, y esta circunstancia, este dato de la realidad se est¨¢ mostrando con mayor intensidad en el ¨¢mbito europeo. La Europa ampliada no s¨®lo resolver¨¢ la dram¨¢tica cuesti¨®n del 'territorio' europeo, de nuestras fronteras, sino que facilitar¨¢ el dif¨ªcil reto derivado de la revoluci¨®n tecnol¨®gica.
El Estado-naci¨®n seguir¨¢ siendo el principal ¨¢mbito de realizaci¨®n de la pol¨ªtica, aunque cambien sus estructuras y parte de sus competencias. Europa no se construir¨¢ en oposici¨®n a los Estados sino desde ellos; por eso ser¨ªa un error ponernos a la defensiva cuando hablemos de la nueva realidad en la que habremos de desenvolvernos.
En el debate que se ha abierto en el seno de la Uni¨®n Europea para discutir sobre su futuro no es tan relevante hablar de 'federalismo' o de 'federaci¨®n de Estado-Naci¨®n', pues ambos conceptos recogen la misma idea, en ambos late la tensi¨®n permanente entre integraci¨®n y mantenimiento de las soberan¨ªas nacionales. El nombre que le demos no es lo m¨¢s importante, como tampoco es importante el que nos empe?emos en tener como referencia a las instituciones propias de los pa¨ªses miembros. La Uni¨®n Europea deber¨¢ dise?ar una estructura institucional original, diferente a lo que hemos conocido hasta ahora en los Estados-naci¨®n que la constituyen.
Es imposible participar del debate sobre el federalismo escapando al sesgo nacional propio de cada cultura pol¨ªtica y jur¨ªdica. Pero hay que tener el coraje de acometerlo y de acudir a ¨¦l constructivamente. Lo crucial entonces es defender la idea de Constituci¨®n europea como un Derecho superior garantizado jurisdiccionalmente. Esa dimensi¨®n instrumental del Derecho europeo es lo que ha hecho posible la propia construcci¨®n europea, fundada sobre los principios de primac¨ªa, efecto directo y aplicaci¨®n uniforme del acervo jur¨ªdico europeo.
El actor y promotor de esa construcci¨®n ha sido el Tribunal de Justicia, acompa?ado del Tribunal de Primera Instancia desde 1988. Ahora bien, solamente con los jueces y con los poderes judiciales de los Estados miembros ser¨ªa imposible asegurar la primac¨ªa del Derecho Europeo en una Europa a 25 o 27 miembros. Precisamente por eso hace falta construir un Poder Judicial federal europeo como sugiere la experiencia de los Estados Unidos.
2. LA VOLUNTAD DE UNA UNI?N M?S INTEGRADA
La ampliaci¨®n nos plantea hoy el dilema entre si es posible un mayor o menor grado de integraci¨®n. La ambici¨®n espacial nos podr¨ªa obligar a una mayor modestia funcional, obligarnos a concentrar las actividades comunes en unas ¨¢reas m¨¢s reducidas, multiplicando las geometr¨ªas variables, las cooperaciones reforzadas o, simplemente, las actividades en las que participen unos pocos. Frente a este planteamiento, sin duda realista, nuestra posici¨®n es que la ampliaci¨®n no puede significar volver atr¨¢s en la construcci¨®n europea, sino afirmarnos en la idea de que profundizar y ampliar son compatibles. Profundizar significa, desde este punto de vista, poner en com¨²n todo aquello que cualitativamente mejore nuestras posiciones, tanto en el ¨¢mbito interno como en nuestro papel en el mundo.
En este proceso de revisi¨®n de nuestras pol¨ªticas comunes, decaer¨¢n algunas que han tenido sentido en el pasado y se incorporar¨¢n otras, nuevas, necesarias para afrontar los desaf¨ªos del futuro.
Tiene que haber un tronco com¨²n constituido por cinco ejes b¨¢sicos:
a) Pol¨ªticas de libertad y seguridad interna
Son las que nos sirven para trabar la Uni¨®n Europea como un espacio y que cobran una mayor importancia a medida que se ampl¨ªa la Uni¨®n. Son las encaminadas a la eliminaci¨®n de obst¨¢culos a la libre circulaci¨®n de personas, de mercanc¨ªas, capitales y servicios, pol¨ªticas que conforman un mercado ¨²nico y un espacio ¨²nico con pol¨ªticas derivadas.
Esta pol¨ªtica surge de la necesidad de un entendimiento mucho m¨¢s intenso entre los gobiernos europeos para combatir con eficacia la criminalidad, que no s¨®lo no conoce fronteras sino que aprovecha la desaparici¨®n de estas para lograr sus fines. Esta es una pol¨ªtica urgente para generar confianza entre los ciudadanos, para ofrecer seguridad. Parece insostenible un modelo de fronteras abiertas, sin la correspondiente seguridad policial y judicial. Para qu¨¦ una Uni¨®n si no va acompa?ada de un incremento de la seguridad interior, se preguntar¨¢n los que ven a terroristas refugiarse en otro pa¨ªs, o a narcotraficantes desaparecer tras una frontera que no existe. El objetivo de esta pol¨ªtica europea es obtener un 'mejor desarrollo de la Uni¨®n como espacio de libertad, seguridad y derecho'. Proponemos una mayor profundizaci¨®n de la Pol¨ªtica de Justicia y de Interior, una progresiva comunitarizaci¨®n de la misma. Para la realizaci¨®n de esta pol¨ªtica ser¨¢ necesario:
- Poner en funcionamiento una Europolic¨ªa, tanto de car¨¢cter operacional, como de vigilancia de las fronteras.
- Desarrollar una mayor cooperaci¨®n judicial y policial.
- Desarrollar una pol¨ªtica de inmigraci¨®n europea que cuente con los medios necesarios para hacer frente a la inmigraci¨®n ilegal.
- Desarrollar una pol¨ªtica com¨²n de asilo.
b) Pol¨ªtica econ¨®mica y de desarrollo.
El Tratado de Maastricht se compromet¨ªa a realizar la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria pero, por el momento, s¨®lo hemos sido capaces de desarrollar la parte relativa a la moneda. La decisi¨®n de adoptar una moneda ¨²nica supuso una importante decisi¨®n pol¨ªtica, pues la cesi¨®n de la soberan¨ªa monetaria entra?a la p¨¦rdida de uno de los elementos materiales que definen la soberan¨ªa en el Estado-naci¨®n. Sin embargo, no es compatible una uni¨®n monetaria sin profundizar en una coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas de los Estados miembros. Hasta ahora, la pol¨ªtica econ¨®mica prevista en el Tratado se ha limitado a una fr¨¢gil coordinaci¨®n unida al Pacto de Estabilidad.
La puesta en marcha del euro y de la pol¨ªtica monetaria desde un mismo Banco Central Europeo exige, por tanto, la coordinaci¨®n y la integraci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas.
Hay que crear un mercado de capitales integrado en la Uni¨®n Europea. Se hace necesaria una armonizaci¨®n de las pol¨ªticas fiscales que afectan a la competencia en el mercado interior y una m¨¢s s¨®lida pol¨ªtica presupuestaria para cumplir los objetivos propuestos. Esto ¨²ltimo permitir¨ªa enfrentar posibles choques asim¨¦tricos en crisis financieras nacionales.
Es imprescindible completar el desarrollo del mercado interior, en particular en materia de telecomunicaciones y energ¨ªa, as¨ª como a?adir materias derivadas de las nuevas tecnolog¨ªas.
En la UE se deber¨ªan fusionar todas las autoridades nacionales de telecomunicaciones en una ¨²nica agencia europea. Los fondos logrados por las subastas por el uso del espacio radioel¨¦ctrico en sus diversas modalidades podr¨ªan ir directamente al presupuesto comunitario.
Crear un espacio europeo exige redes de comunicaci¨®n europeas. Debemos hacer un esfuerzo para que toda la Uni¨®n pueda aprovecharse de las ventajas que ofrecen las nuevas tecnolog¨ªas; aqu¨ª radicar¨¢ la clave para las futuras pol¨ªticas de solidaridad.
c) Pol¨ªticas de cohesi¨®n territorial y social
Desde el Tratado de Maastricht, la cohesi¨®n forma parte de la construcci¨®n europea, como uno de sus pilares. La cohesi¨®n ha sido mal entendida desde el comienzo de su definici¨®n en los debates, confundi¨¦ndola con los fondos del mismo nombre y con los estructurales, cuando lo que se pretend¨ªa era que la cohesi¨®n impregnara la totalidad de las pol¨ªticas europeas. As¨ª, se acord¨® que en todo proyecto europeo, fuera de investigaci¨®n, desarrollo social o medioambiental, deber¨ªa haber un informe sobre el impacto en la cohesi¨®n entre las diferentes regiones de la Uni¨®n Europea. Esto significa que la cohesi¨®n, entendida en un sentido correcto, es el elemento de mayor claridad y fuerza para identificarnos como europeos, configura esa 'identidad de identidades' que representa el modelo civilizatorio de Europa. La cohesi¨®n, pues, no es s¨®lo un elemento material sino espiritual. ?Por qu¨¦ nos unimos a un portugu¨¦s, un finland¨¦s o un alem¨¢n? ?Qu¨¦ valores o intereses nos unen a otros europeos? Los elementos de cohesi¨®n responder¨ªan a estas preguntas. Esta es la civilizaci¨®n europea, que no permite que cada uno sea abandonado a su propia suerte, pues tenemos una visi¨®n de sociedad cohesionada, una sociedad que cree en la solidaridad.
Sin solidaridad no hay comunidad. Ahora bien, evitar que la UE ampliada se quede en una mera zona de librecambio requerir¨¢ reforzar estas pol¨ªticas con acciones europeas dirigidas al objetivo b¨¢sico de aproximar los niveles de vida de la gente. A t¨ªtulo de ejemplo: - Igualdad de oportunidades, facilitando el acceso de las regiones m¨¢s atrasadas o perif¨¦ricas a las nuevas tecnolog¨ªas. Mediante la creaci¨®n de un Banco europeo de tecnolog¨ªas y una pol¨ªtica com¨²n de Investigaci¨®n y Desarrollo, se coordinar¨¢n los esfuerzos desarrollados en cada Estado para facilitar la movilidad y el intercambio de los investigadores.
- Invertir en educaci¨®n y formaci¨®n. Esta ser¨¢ la clave para el desarrollo del futuro. Proponemos desarrollar pol¨ªticas europeas que formen para la innovaci¨®n, que preparen a los j¨®venes para desenvolverse en la sociedad de la informaci¨®n. Europa debe prepararse para la competencia en la globalizaci¨®n, por lo que debemos orientar las pol¨ªticas estructurales hacia el campo de la innovaci¨®n.
- Programas espec¨ªficos contra la exclusi¨®n social y a favor de la incorporaci¨®n de la mujer al mundo laboral.
- Creaci¨®n de bienes p¨²blicos europeos (redes, pero tambi¨¦n otros menos tangibles, como la protecci¨®n de los consumidores).
- Promover pol¨ªticas que incrementen el empleo y le den un horizonte de estabilidad.
d) Pol¨ªticas de ciudadan¨ªa
La ciudadan¨ªa europea es una propuesta dirigida a los hombres y mujeres de Europa para que sientan la integraci¨®n como un proyecto para los ciudadanos. Esta ciudadan¨ªa es compatible con la de origen de cada nacional y se plantea como un plus a?adido a la propia.
Enriquecer el concepto de ciudadan¨ªa resulta, pues, esencial para la cohesi¨®n cultural y democr¨¢tica del proceso de integraci¨®n europea. Favorece el surgimiento de una sociedad europea, que hasta ahora ha sido s¨®lo la suma de sociedades nacionales. Naturalmente, hacer sociedad significa tambi¨¦n que la Uni¨®n Europea se ocupe de los problemas m¨¢s inmediatos que tienen los ciudadanos europeos, siempre que la UE funcione al respecto mejor que otras autoridades de nivel m¨¢s bajo.
Europa debe ser un espacio de libertad y seguridad, un espacio donde todos los ciudadanos desarrollen un sentimiento de pertenencia al conjunto.
- Proponemos que la Carta de Derechos Fundamentales tenga un car¨¢cter vinculante, que ofrezca a todos los ciudadanos europeos un marco jur¨ªdico donde se les reconozcan sus derechos y la posibilidad de exigir el reconocimiento de los mismos, integrada en el Tratado Constitutivo Europeo.
- En este ¨¢mbito, tambi¨¦n proponemos la adopci¨®n por la Uni¨®n Europea de la Carta de Derechos del Consejo de Europa.
- Sin duda alguna, las pol¨ªticas de cohesi¨®n juegan un papel determinante para asegurar que todos puedan sentirse ciudadanos europeos, de ah¨ª la importancia de promover las condiciones econ¨®micas para garantizar un m¨ªnimo existencial a todos los europeos.
- Tambi¨¦n son importantes las pol¨ªticas de Justicia y de Interior, la libre circulaci¨®n de personas y una pol¨ªtica com¨²n de inmigraci¨®n y asilo.
- Para crear una 'sociedad europea' hay que desarrollar la 'Europa de los estudiantes'. Fomentando a¨²n m¨¢s la educaci¨®n com¨²n, por medio de mayores intercambios y reconocimiento de t¨ªtulos. Lanzar programas para atraer a los estudiantes no europeos a nuestras universidades.
- Hacer obligatorio el estudio en la escuela de dos idiomas oficiales de la UE, adem¨¢s del propio.
e) Una pol¨ªtica relevante en la globalizaci¨®n
La Uni¨®n Europea debe prepararse para tener un mayor protagonismo en el escenario de la globalizaci¨®n. La desaparici¨®n de la guerra fr¨ªa configura un nuevo equilibrio internacional en el que Europa tiene una oportunidad hist¨®rica para actuar, en todos los ordenes, como un aut¨¦ntico poder. Frente a las pretensiones de unilateralidad, la Uni¨®n Europea puede jugar un papel decisivo para garantizar la paz y estabilidad mundial. Pero debe tomar las decisiones, en el seno de la UE, que lo configure como un poder y le dote de legitimidad para actuar como tal.
La Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n surge como una primera aproximaci¨®n a dicha pretensi¨®n, pero es insuficiente. Se hace necesario un desarrollo, una progresiva comunitarizaci¨®n de estas pol¨ªticas para lograr autoridad y eficacia.
No se trata de que la UE tenga una posici¨®n com¨²n sobre todos los acontecimientos internacionales, ni tampoco se trata de eliminar las pol¨ªticas nacionales. El objetivo inmediato ser¨ªa tener pol¨ªticas europeas propias. La Uni¨®n Europea deber¨¢ seleccionar y definir las ¨¢reas de su inter¨¦s. Una vez que tenga definida las ¨¢reas, deber¨¢ adoptar acciones comunes, con objetivos, con presupuesto, con plazos de realizaci¨®n y con un mandato de acci¨®n com¨²n del Consejo dirigido al Alto Representante de la PESC. Este ser¨ªa el primer paso para la comunitarizaci¨®n de la pol¨ªtica exterior.
Aunque sea dif¨ªcil pensar hoy en una pol¨ªtica exterior de 25 o m¨¢s miembros, se han de ir dando algunos pasos. Uno de ellos ser¨ªa recuperar una idea que no se mantuvo en el Tratado de Amsterdam, la 'cl¨¢usula de solidaridad diplom¨¢tica', por la cual frente a posibles ataques contra un Estado miembro, este pueda ser defendido por los dem¨¢s.
Todas las iniciativas que se vayan tomando necesitar¨¢n ir acompa?adas de un desarrollo real de las capacidades y de la pol¨ªtica que ha de guiar su eventual uso. La integraci¨®n de un comit¨¦ militar en la UE, la creaci¨®n de un Comit¨¦ Pol¨ªtico y de Seguridad, y otras medidas, van en la direcci¨®n correcta, pues la Uni¨®n Europea necesita poder traducir las decisiones pol¨ªticas en despliegues militares, cuando se requieran, con rapidez y celeridad.
Adem¨¢s, hay que desarrollar las capacidades en prevenci¨®n de conflictos de pacificaci¨®n (entrenando, por ejemplo, cuerpos integrados para labores policiales o de gendarmer¨ªa). Tambi¨¦n proponemos potenciar servicios de informaci¨®n europeos.
La pol¨ªtica exterior y de seguridad requerir¨¢, igualmente, desarrollar pol¨ªticas de vecindad, que proporcione seguridad a la Europa ampliada, en particular hacia el Mediterr¨¢neo y Rusia.
La Uni¨®n Europea tiene que ser especialmente sensible en su pol¨ªtica exterior en las relaciones con Am¨¦rica del Norte y Am¨¦rica del Sur.
El papel de Europa en el mundo nos obliga a adoptar pol¨ªticas para 'gobernar la globalizaci¨®n'. Debemos desarrollar pol¨ªticas que nos permitan configurar un marco estable para la econom¨ªa mundial. En este sentido, proponemos reforzar la presencia de la Uni¨®n Europea en el Fondo Monetario Internacional, en el Banco Mundial y en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, as¨ª como crear un Consejo de Seguridad Econ¨®mico.
Europa necesita prepararse para competir en una econom¨ªa mundial. Una Pol¨ªtica de I+D com¨²n es imprescindible para ello.
3. LA FINANCIACI?N
DEL PROYECTO EUROPEO
Resulta poco convincente hablar de 'federalizaci¨®n' o de reforma institucional sin hablar de reforma presupuestaria. A medio plazo, los l¨ªmites de la actual estructura presupuestaria resultan claramente insuficientes, pues si ya es dif¨ªcil hacer pol¨ªtica europea con un presupuesto que no puede exceder del 1'27% del PIB de la UE actual, podemos imaginarnos las dificultades que encontraremos con una Europa ampliada, que supondr¨¢ un tercio m¨¢s de territorio y de poblaci¨®n y tan s¨®lo un 8% de renta. La financiaci¨®n comunitaria requiere asentarse sobre unas bases s¨®lidas y objetivas, no s¨®lo para evitar discusiones permanentes sobre lo que un Estado aporta y lo que obtiene, sino para garantizar suficiencia financiera y mantener la cohesi¨®n. Ambos principios est¨¢n recogidos en los Tratados, pero la realidad es que las instituciones de la UE toman decisiones y no disponeN de recursos para llevarlas a la pr¨¢ctica.
Para hablar de un 'gobierno econ¨®mico' de Europa, no s¨®lo hace falta estudiar qu¨¦ aspectos de la fiscalidad tienen que armonizarse para no alterar la competencia entre los pa¨ªses miembros y aumentar la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas, sino que, inexorablemente, hemos de hablar del volumen de los recursos disponibles para los objetivos que pretendemos alcanzar. ?Qu¨¦ cantidad? ?C¨®mo se obtendr¨ªan esos recursos? ?C¨®mo se distribuir¨¢n?. Desde nuestro punto de vista existen dos alternativas:
1?) Proponer una revisi¨®n de la pol¨ªtica de ingresos y gastos de la Uni¨®n Europea. Una reforma presupuestaria coherente con la ambici¨®n de ampliar a 25 y con el principio de cohesi¨®n.
2?) Si lo anterior no es posible, que se mantenga el modelo actual y que la ampliaci¨®n se financie con una aportaci¨®n proporcional al PIB per c¨¢pita de cada Estado. Esto ¨²ltimo ser¨ªa lo m¨¢s parecido a un impuesto europeo que, entre otras ventajas, servir¨ªa para que los ciudadanos tuvieran claro qu¨¦ parte de sus contribuciones van a la Uni¨®n Europea, qu¨¦ parte al Estado y qu¨¦ parte a los entes subestatales. Sin embargo, esta segunda f¨®rmula no garantizar¨ªa la fijaci¨®n de otros objetivos que no fueran los de la ampliaci¨®n.
4. LAS INSTITUCIONES Y
EL M?TODO QUE NECESITAMOS
Hacer 'sociedad europea' consiste tambi¨¦n en que los ciudadanos comprendan mejor el proceso de integraci¨®n, lo que requiere claridad y transparencia, y nuevas medidas que garanticen la legitimidad democr¨¢tica de este proceso y atraigan a ¨¦l a los electores. La elevada abstenci¨®n (50,2% en la UE; 76,7% en el Reino Unido, o 70% en los Pa¨ªses Bajos) en las ¨²ltimas elecciones al Parlamento Europeo, en 1999, indica un claro y peligroso alejamiento entre los ciudadanos y la pol¨ªtica europea, que s¨®lo se superar¨¢ cuando se 'entienda' Europa.
El debate sobre la reforma institucional deber¨ªa llevar a aclarar qu¨¦ instituci¨®n hace qu¨¦, y reforzar sus respectivas legitimidades. Es decir, a un reparto de competencias entre las instituciones (y no s¨®lo entre los Estados y la Uni¨®n). No obstante, tampoco se puede llegar a una definici¨®n cartesiana, pues los papeles ejecutivos y legislativos se entremezclan.
Muchas pol¨ªticas empiezan a abordarse por lo intergubernamental para acabar siendo incorporadas al 'm¨¦todo comunitario' (que reposa b¨¢sicamente sobre un equilibrio entre Consejo, Parlamento Europeo y Comisi¨®n, por el cual ¨¦sta es la ¨²nica que puede presentar propuestas que luego votan las dem¨¢s instituciones y que reflejan el inter¨¦s general). Por eso resulta dif¨ªcil comprender el debate entre lo intergubernamental y lo comunitario.
Sin embargo, es verdad que, en unos a?os, el equilibrio institucional ha cambiado en la Uni¨®n Europea. La apertura a la cooperaci¨®n de nuevos terrenos que tocan aspectos muy sensible de la soberan¨ªa -como la polic¨ªa, la diplomacia, los ej¨¦rcitos y, en particular, la moneda- ha hecho que la Comisi¨®n haya ido perdiendo poder en favor del Banco Central Europeo en el terreno monetario, y del Consejo de Ministros, en otros. Hay que rectificar esta deriva institucional y restablecer los equilibrios previstos inicialmente.
Finalmente, se ha de fomentar la democratizaci¨®n en Europa y de Europa; es decir, la de los pa¨ªses y la de las instituciones. Hay un d¨¦ficit democr¨¢tico en instituciones como el Consejo -pues de sus decisiones colectivas no responde colectivamente ante ninguna instituci¨®n- y de una Comisi¨®n que, aunque sometida a un mayor control e investidura del Parlamento Europeo, es a¨²n nombrada por los gobiernos y no proviene de ninguna elecci¨®n.
Sugerimos las siguientes l¨ªneas en materia institucional:
Constituci¨®n Europea
Desde la fundaci¨®n de las Comunidades Europeas hasta hoy hemos elaborado 6 Tratados y todos ellos siguen vigentes, por lo que proponemos la simplificaci¨®n de los mismos mediante la redacci¨®n de un Tratado Constitutivo, que aporte seguridad jur¨ªdica y una mejor comprensi¨®n del marco legal. La Constituci¨®n es necesaria y, adem¨¢s, tiene un fuerte valor simb¨®lico de Ley 'com¨²n' a todos los pa¨ªses miembros de la UE. Debe contener los principios rectores e institucionales b¨¢sicos de la UE, de forma atractiva y comprensible. Debe ser preparada por una Convenci¨®n, decidida por los Gobiernos, y sometida a ratificaci¨®n por los parlamentos nacionales. Los desarrollos ir¨ªan en leyes separadas
Sistema de reforma
Las CIG (Conferencias Intergubernamentales) se pueden convertir en un procedimiento imposible para reformar los Tratados. Las reformas se aprobar¨¢n por unanimidad, y entrar¨¢n en vigor una vez ratificada por los 4/5 de los Estados miembros y el Parlamento Europeo. Las leyes complementarias se pueden reformar por mayor¨ªa de 4/5 sin que requieran ratificaci¨®n nacional, tan s¨®lo co-decisi¨®n del Parlamento Europeo.
Consejo de Ministros
El Consejo de Ministros se llamar¨¢, simplemente, el Consejo de la UE. El Consejo estar¨¢ compuesto, no ya por embajadores, sino por ministros de alto rango.
Todo pasa a decidirse por mayor¨ªa cualificada, que represente una mayor¨ªa de Estados y de poblaciones, con co-decisi¨®n del Parlamento Europeo, salvo las reformas constitucionales.
PESC
El Alto Representante de la PESC puede ocupar una posici¨®n institucional entre el Consejo y la Comisi¨®n, dejando de ser Secretario General del Consejo. Los ¨®rganos de la PESC estar¨¢n enmarcados en el Consejo, con un presupuesto propio. La Comisi¨®n Europea tendr¨ªa derecho de hacer propuestas.
La Comisi¨®n Europea
El Presidente ser¨ªa elegido por el Parlamento, como representante del partido que haya alcanzado la mayor¨ªa en las elecciones al Parlamento Europeo. El titular de la Comisi¨®n nombra a los comisarios, cuyo n¨²mero depender¨¢ del n¨²mero de competencias que se quiera atribuir a una cartera. La Comisi¨®n conservar¨ªa el monopolio de la iniciativa legislativa, pero su principal labor ser¨ªa de Gobierno y gesti¨®n de las pol¨ªticas comunes.
El Parlamento Europeo
El Parlamento Europeo co-legisla con el Consejo y elige al Presidente de la Comisi¨®n Europea y los dos vicepresidentes.
En la celebraci¨®n de elecciones europeas se mantiene la posibilidad de presentar listas europeas, lo que facilitar¨ªa la formaci¨®n de partidos pol¨ªticos a escala europea. Podr¨ªa pensarse en circunscripciones nacionales, con un n¨²mero de esca?os a atribuir a escala europea seg¨²n estas listas.
Para solventar el problema que supone la p¨¦rdida de importancia de los Parlamentos nacionales, m¨¢s que crear una segunda C¨¢mara (de hecho tercera c¨¢mara, lo que complicar¨ªa el entramado institucional), se potenciar¨ªa el doble mandato nacional-europeo.
Delimitaci¨®n de competencias
El nuevo reparto de funciones y competencias entre los poderes nacionales y las instituciones de la Uni¨®n tiene una l¨®gica imparable, m¨¢s all¨¢ de la apelaci¨®n a la subsidiariedad, de por s¨ª importante. La complejidad que entra?a la ampliaci¨®n, unida al impacto derivado de la revoluci¨®n tecnol¨®gica, nos da una idea de la necesidad que se plantea hoy de revisar a fondo la manera de actuar de la Uni¨®n Europea, sus funciones, as¨ª como sus instituciones. Este es siempre un debate enormemente complejo y delicado pero si no lo asumimos ahora, no s¨®lo no estaremos en condiciones de adaptarnos a los nuevos retos, sino que el proceso de construcci¨®n europea sufrir¨¢ una par¨¢lisis funcional dif¨ªcil de superar.
Los criterios para el reparto de poder, los imprescindibles para facilitar el desarrollo y la coherencia del conjunto de la Uni¨®n, deber¨¢n respetar los siguientes principios: la subsidiariedad -cada uno har¨¢ aquello que resulte m¨¢s eficaz y eficiente al servicio de los ciudadanos-; la identidad, que supondr¨¢ el respeto a los ¨¢mbitos de poder, a las instituciones propias de cada Estado, y la cohesi¨®n. Este ¨²ltimo principio significa que todos los poderes representativos tendr¨¢n que garantizar la cohesi¨®n de los conjuntos representados. Estos tres principios son los que definir¨¢n la identidad europea, lo que nos dotar¨¢ de un sentimiento de pertenencia al conjunto, lo que nos permitir¨¢ definirnos como espa?oles pero, al mismo tiempo, como europeos.
La nueva distribuci¨®n de competencias entre los Estados y la Uni¨®n Europea ser¨¢ de doble v¨ªa; unas se devolver¨¢n al Estado-naci¨®n y otras se incorporar¨¢n a las pol¨ªticas comunes. En el caso de Estados fuertemente descentralizados, como Espa?a y Alemania, esta operaci¨®n tendr¨¢ importantes consecuencias para las estructuras internas, por lo que se convierte en la oportunidad de conformar la voluntad nacional en un nuevo di¨¢logo entre el poder central y los perif¨¦ricos. Es todo un desaf¨ªo interno que, si se hace con sentido de Estado y con un claro proyecto de la Espa?a diversa, puede ayudar a superar seriamente los desencuentros actuales entre poderes.
Pero el principio de subsidiariedad no ser¨¢ suficiente para avanzar en un nuevo reparto de competencias, no s¨®lo porque habr¨¢ de tener en cuenta la necesaria solidaridad entre los conjuntos resultantes del reparto, sino porque la propia interpretaci¨®n de lo que es subsidiario, es diferente seg¨²n la identidad de cada cual.
Teniendo en cuenta la complejidad descrita, proponemos: 1?) delimitar las competencias exclusivas de la Uni¨®n Europea, pero no las competencias exclusivas de los Estados. 2?) Incorporar a las Comunidades Aut¨®nomas al di¨¢logo de las decisiones que en Bruselas afecten al ¨¢mbito de sus competencias. 3?) En el caso espa?ol, con el Estado de las Autonom¨ªas, se plantea el problema de la definici¨®n vertical (hacia Bruselas) de la voluntad nacional, y la aplicaci¨®n hacia abajo de las decisiones tomadas en la UE. Las conferencias sectoriales han mostrado sus carencias y l¨ªmites. En Espa?a, el Estado de las Autonom¨ªas es un sistema abierto y se puede abrir a¨²n m¨¢s con este debate. O, por el contrario, puede ser la ocasi¨®n de resolver algunos problemas pendientes, a comenzar por la siempre aplazada reforma del Senado. La reforma de esta C¨¢mara podr¨ªa ser uno de los cauces para resolver estas cuestiones competenciales. A ello se podr¨ªa a?adir las Conferencias de Presidentes.
Nuestra propuesta puede ser ampliamente compartida. Queremos paz y seguridad entre nosotros y con el resto del mundo. Queremos un equilibrio nuevo en las relaciones internacionales. Queremos perfeccionar nuestro modelo de civilizaci¨®n europeo, con sociedades integradas y solidarias, y para ello actuamos unidos -y no temiendo- los retos de la globalizaci¨®n. Queremos una ciudadan¨ªa europea que nos identifique, que nos enriquezca, que no disminuya un ¨¢pice nuestra diversidad cultural. Queremos contribuir al progreso global, dentro y fuera del ¨¢mbito europeo. Queremos, en fin, un modelo de desarrollo sostenible.
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