Jornada de tr¨¢mite

El certamen enfila la recta final, sin que las dos pel¨ªculas vistas ayer lograran auparse entre las favoritas. Aunque el te¨®rico plato fuerte era Amor, curiosidad, prozac y dudas, adaptaci¨®n de la novela hom¨®nima de Luc¨ªa Etxebarr¨ªa realizada por Miguel Santesmases, lo cierto es que result¨® mucho m¨¢s estimulante La isla del holand¨¦s, otra adaptaci¨®n, esta vez de una novela de Ferran Torrent, deb¨² en la direcci¨®n del cr¨ªtico Sigfrid Monle¨®n.

Es La isla del holand¨¦s una historia encerrada en un tiempo, los d¨ªas finales del franquismo, y en un espacio, una soleada isla mediterr¨¢nea, con la intenci¨®n de establecer un ap¨®logo moral sobre el compromiso en todas sus variantes. Lo primero que hay que agradecer a Monle¨®n, y no es poco, sobre todo en un debutante, es el mimo con que ha compuesto una pel¨ªcula que da casi siempre la impresi¨®n de tener controlada, desde el encuadre a la direcci¨®n de actores (Pere Ponce, Feodor Atkine, Cristina Plaza, Juli Mira). Lo ¨²nico que afea el resultado final es, justamente, una innecesaria e inveros¨ªmil clausura.

No abunda, m¨¢s all¨¢ de lo verbal, lo expl¨ªcito en Amor, curiosidad..., y es de agradecer. Pero ah¨ª se termina lo positivo. Porque si algo destaca en el filme, que, con 400 millones de pesetas de presupuesto, se estrenar¨¢ el 15 de junio, es la mala construcci¨®n de unos personajes que parecen pensados s¨®lo para la primaria identificaci¨®n de un p¨²blico femenino poco exigente; las exageradas reacciones de su tr¨ªo protagonista (Pilar Punzano, Silvia Mars¨®, Rosa Mariscal), el esquematismo de sus partenaires masculinos y la arbitrariedad de muchas situaciones terminan de lastrar irremisiblemente una pel¨ªcula con ingredientes para haber sido mucho m¨¢s ambiciosa.