L¨ªdia Jorge se sumerge en la decadencia de una familia rural del sur de Portugal
En 'El fugitivo que dibujaba p¨¢jaros', la escritora revela los profundos cambios de su pa¨ªs
Ese mundo que se descalabra es el de la familia de Francisco Dias, que ve vac¨ªo su caser¨®n de Valmares, en el sur de Portugal, cuando antes estuvo lleno de sus hijos, repleto de vida por la incesante actividad en el campo. Ya s¨®lo quedan unos pocos. 'Son los guardianes del mundo rural', dice L¨ªdia Jorge. 'Contin¨²an altivos frente al mundo, desafiantes, pero en realidad no saben qu¨¦ hacer. El destino los ha ligado a la tierra, pero ya la tierra no la cultiva nadie y ellos no tienen ni siquiera un proyecto de supervivencia'.
La escritura de L¨ªdia Jorge tiene una fuerte carga po¨¦tica y su apuesta literaria es tan s¨®lida que hoy es uno de los valores indiscutibles de su generaci¨®n. Anteriormente se hab¨ªan editado en Espa?a sus novelas Noticia de la ciudad silvestre (1984; Alfaguara, 1990) o La costa de los murmullos (1988; Alfaguara, 1989). Ahora acaban de traducirse El jard¨ªn sin l¨ªmites, en Alfaguara, uno de sus grandes t¨ªtulos, que public¨® en 1995, y su hasta ahora ¨²ltima novela, El fugitivo que dibujaba p¨¢jaros, que apareci¨® en Portugal en 1998 y que se ha volcado ya a varios idiomas.
Encuentro con el otro La narradora de este ¨²ltimo libro es la hija de Walter Dias, el m¨¢s peque?o de los hijos de Francisco y el que primero deja la casa de Valmares para salir y buscarse la vida. 'Lo que me interesa de la emigraci¨®n es el encuentro con el otro, y los profundos cambios que todo ello desencadena'.
Walter Dias es el personaje m¨¢s extravagante y exquisito del libro, el hombre que pinta p¨¢jaros en las cartas que env¨ªa a su familia, aqu¨¦l al que todos secretamente envidian y al que abiertamente pretenden destruir. Su hermano mayor tuvo que casarse con Maria Ema, la mujer que dej¨® embarazada antes de partir, la madre de su hija, que es entonces tambi¨¦n su sobrina, la narradora. Con la que acaso tiene una cuenta pendiente; a la que al fin ha de enviar su ¨²ltimo legado. 'Yo me entrego a los personajes', explica L¨ªdia Jorge, 'Los dejo vivir. No puedo explicarlos'.
'Es muy t¨®pico lo que voy a decir, incluso me averg¨¹enza, pero yo tambi¨¦n descubr¨ª la literatura con Virginia Woolf y Dostoievski. Luego llegar¨ªa el deslumbramiento con Faulkner, pero eso ocurri¨® m¨¢s tarde'. L¨ªdia Jorge, de todas formas, prefiere hablar de t¨ªtulos concretos m¨¢s que de autores. Y cuenta que son tres sus libros de cabecera: Orlando, de Virginia Woolf; Mamma Marcia, de Curzio Malaparte, y Nada, de Carmen Laforet.
Cuando L¨ªdia Jorge habla del libro de Malaparte, una novela acaso pol¨ªticamente incorrecta, habla tambi¨¦n de Europa. 'All¨ª donde pongas el pie en este viejo continente, all¨ª encontrar¨¢s testimonios de una multitud de masacres. Su historia ha sido tr¨¢gica, llena de horrores, pero es el ¨²nico lugar donde el hombre y la mujer en igualdad de condiciones han buscado superar los estrechos l¨ªmites de la condici¨®n humana, ir m¨¢s all¨¢'.
L¨ªdia Jorge se ha sumergido en la decadencia de una familia. La ha seguido entre los a?os treinta y los ochenta del pasado siglo -'no he querido hacer novela hist¨®rica, s¨®lo asistir a las devastaciones que obra el paso del tiempo'-. Habla de cu¨¢n cercana es la poes¨ªa para la gente de Portugal y habla tambi¨¦n de Nada: 'Sin esa novela, yo nunca hubiera cre¨ªdo que los personajes de las novelas fueran tambi¨¦n de carne y hueso'.
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