El euro
La televisi¨®n arrecia estos d¨ªas con la inminencia del euro y la obligaci¨®n de estar alerta al cambio que se nos viene encima. En una primera sensaci¨®n, el pase a la unidad comunitaria es como la experiencia de un viaje al extranjero sin moverse de casa, y en esto reside su mayor confusi¨®n. Con el auge del turismo, gran parte de la poblaci¨®n ha vivido la necesidad de traducir una moneda ajena en pesetas. Lo perverso de la actual conversi¨®n es el encaje del adentro espacial con el afuera monetario sin que ese afuera, adem¨¢s, corresponda a ninguna realidad.
Todas las monedas se asocian a la personalidad de un pa¨ªs, tienen el rostro de una cultura y la grabaci¨®n de una historia. El euro es, por el contrario, una divisa sin espesor, sin ¨¦pica, ni relato ni paisaje. Cada vez que usemos el euro ingresaremos en un limbo hist¨®rico, un grado cero del sentido cuya ¨²nica raz¨®n de existir descansa en un c¨¢lculo econ¨®mico y funcional. Ser¨¢, por tanto, imposible amar al euro. Se tendr¨¢ de inmediato una relaci¨®n interesada y avara, pero es impensable, en mucho tiempo, alguna clase de vinculaci¨®n a?adida. El euro es el dinero sin la parte m¨¢gica que anid¨® siempre en las unidades de cambio. El euro llega no por efecto de una marea religiosa, alguna conquista o una epopeya. Tampoco emerge como consecuencia de la metamorfosis de un emblema preexistente y primordial. Todo en el euro es circunstancia, aparejo, gesto de conveniencia mercantil.
Nunca antes el dinero lleg¨® a ser tan descaradamente econ¨®mico ni tan escuetamente t¨ªtulo formal del valor. Jam¨¢s en la historia de la humanidad se registr¨® un fen¨®meno de esta especie, tan obscenamente despojado de cultura y desprovisto de significaci¨®n. El euro es monetarismo sin evocaci¨®n simb¨®lica, moneda sin dios, divisa de dise?o, ¨®bolo sin sacrificio, sexo sin amor. No bastar¨¢n todas las campa?as programadas ni muchas m¨¢s para introducir a la gente en el trato afectivo con el euro. El euro es antirrom¨¢ntico, apol¨ªtico, amoral. Con ¨¦l se funda un espacio internacional gen¨¦rico y privado de todo sabor, tal como la arquitectura sin car¨¢cter, las autopistas sin distinciones, los hoteles en cadena, los hospitales en serie, los cuerpos sin pasi¨®n.
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