Abell¨¢n madura
Miguel Abell¨¢n est¨¢ madurando. Ayer, en Tolosa asent¨® las zapatillas en la arena, prueba inequ¨ªvoca de que la cabeza sabe lo que va a hacer antes de dar el pase. En su primer toro, despu¨¦s de unos ayudados por alto y un buen trincherazo, inici¨® la faena con la mano zurda dando tres series, con bastante ligaz¨®n y sac¨¢ndole al toro el mayor jugo posible por ese pit¨®n. Por el derecho no pudo lucirse. En su segundo, despu¨¦s de dos largas cambiadas y unos lances a pies juntos, la faena la teji¨® a base de estatuarios y m¨¢s tarde dedic¨® toda la faena a la mano derecha. Es verdad que algunos derechazos estaban un poco despegaditos y que no se acopl¨® como debiera. De todos modos, hay que destacar la sensaci¨®n de seguridad y de aplomo que dio, porque ¨¦l sabe que adem¨¢s de valor y arte la cabeza tiene que funcionar en todo lo que se hace.
Alcurruc¨¦n/ Morante, Abell¨¢n, Casta?o
Seis toros de Alcurruc¨¦n: poca fuerza, sin calidad, 2? manejable y 6? noble. Morante de la Puebla: aplausos; silencio. Migu¨¦n Abell¨¢n: oreja; vuelta. Javier Casta?o: aplausos; oreja. Plaza de Toros de Tolosa, 10 de junio, 1? de feria, tres cuartos de entrada.
Morante de la Puebla, que vino en sustituci¨®n de El Juli, estuvo y no estuvo. La tarde fue para ¨¦l un tr¨¢mite. Con unas posturitas por aqu¨ª, unos ce?imientos por all¨¢, m¨¢s alg¨²n pellizco de propina crey¨® que bastaba. No es as¨ª, porque las posturitas, si falta enjundia y profundidad, se quedan en meros adornos.
Javier Casta?o, en su primer toro, mostr¨® cu¨¢n verde est¨¢. Dej¨® al descubierto sus dudas, sus inseguridades, su falta de sitio. En ese toro instrument¨® unos naturales que salieron esforzados, sin mando y sin nada de nada. Crey¨® que con una larga de rodillas, que no ven¨ªa a cuento, y molinetes, adem¨¢s de hacer pasar al toro por alto, cumpl¨ªa con ello. Se dar¨¢ cuenta en un momento de su vida de que los toros tragan por alto lo que no quieren tragar por abajo.
En el ¨²ltimo de la tarde, Javier Casta?o pech¨® con un noblote toro. Y ah¨ª pudo torear con la mano izquierda en tres series, mejor la segunda, donde dej¨® firmados algunos pases muy ce?idos, ligados e incluso muy templados. Acto seguido se peg¨® dos arrimones de los que tanto gustan a los p¨²blicos. Los arrimones a un toro nobil¨ªsimo que esperaba al cite para ir donde el torero quer¨ªa. Obviamente, fue el delirio y mat¨® bien, aunque tuvo que llegar a dar dos golpes de descabello.
En el mundo del toreo viene ya de muy lejos el que determinadas ganader¨ªas saquen reses a troquel para venderlas al mercado de la manera m¨¢s c¨®moda. Una de esas ganader¨ªas es la de Alcurruc¨¦n. Toros con pocos atisbos de calidad, mucha borreguez dentro, y m¨¢s tarde si esos toros van a ir a plazas de segunda categor¨ªa ah¨ª los pitones reciben el halago del presunto afeitado. Y la rueda sigue, todos contentos, los toreros hacen lo que pueden, alguno a base de mucho parip¨¦, y otros con la mejor de voluntad. En ocasiones sucede que la tontorrontez de los toros permite que los toreros corten orejas. ?Tal vez eso pas¨® ayer en Tolosa?
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