?xito de p¨²blico en la noche m¨¢s experimental del festival S¨®nar
No queriendo dejar ninguna duda o cabo suelto, la primera noche de S¨®nar 2001 ya demostr¨® que este a?o el certamen va a ser un ¨¦xito. O todo se tuerce de manera espectacular o este a?o habr¨¢ r¨¦cord de asistencia en un recinto que en su estreno ya bati¨® uno: la organizaci¨®n estimaba que pod¨ªan acudir unas 7.000 personas y lo hicieron m¨¢s de 12.000. Encima, con un cartel nada amable: ni m¨¢s ni menos que Sonic Youth tirando de m¨²sica contempor¨¢nea, y el agresivo Richard James (Aphex Twin) descuadrando los cimientos del S¨®nar Park con una sesi¨®n en su l¨ªnea; es decir, abrasiva.
Ya hay quien piensa que este festival llenar¨ªa incluso con una sesi¨®n de folclore nepal¨ª. El caso es que los Sonic Youth, una banda que no resulta convencional ni practicando su estilo natural, el rock, no iba a resultarlo tras su ataque de cultismo y transgresi¨®n. Quiz¨¢ queriendo demostrar que tambi¨¦n puede decir la ¨²ltima m¨¢s all¨¢ del rock, la banda de Thurston Moore tom¨® la m¨²sica contempor¨¢nea como fil¨®n para retorcer su sonido. Con la ayuda de m¨¢quinas y de un percusionista, a la saz¨®n ex compa?ero de John Cage, Sonic Youth version¨® una de sus piezas, Four 6, y se marc¨® un concierto de ¨¦sos que fuera del S¨®nar ir¨ªan a ver cuatro gatos, dos de los cuales marchar¨ªan a mitad de repertorio. Pero los norteamericanos estaban en el S¨®nar, y con la pista llena todo el mundo asisti¨® en recogido silencio a un chaparr¨®n que no pas¨® de ser un ejercicio de estilo.
Mal¨¦volo James
Mucho m¨¢s mal¨¦volo y experimental result¨® el gran triunfador de la noche, un Richard James que no necesita mirar m¨¢s all¨¢ de su m¨²sica para inventarse nuevas maldades. ?ste es un m¨²sico enfermo producto de una sociedad enferma a la que ofrece m¨²sica enferma, visceralmente agresiva y radicalmente osada. Tiene aspecto de m¨²sica bailable, pero no se puede bailar de lo veloces que resultan los ritmos, apoyados por un arsenal de ruido y saturaci¨®n y una din¨¢mica de sesi¨®n nada lineal, abruptamente interrumpida por disgresiones que, con apariencia tranquilizadora, no hac¨ªan sino enervar a¨²n m¨¢s al personal. M¨²sica con may¨²sculas, punk contempor¨¢neo.
Y antes de tama?a demostraci¨®n de estimulante brutalidad, los islandeses Sigur R¨®s hab¨ªan aplacado al personal con su masaje de sinfonismo puesto al d¨ªa con los condimentos necesarios para que su propuesta tenga visos de contemporaneidad. En este cap¨ªtulo de grupos viejos que dan el pego habr¨ªa que incluir a Zero 7, que en el S¨®narPub sacaron sus guitarras para ofrecer una raci¨®n de m¨²sica negra puramente esteticista, blanda y sin fondo. M¨¢s o menos lo que por la tarde hab¨ªa hecho Nicole Willis, cuyo soul de cocteler¨ªa s¨®lo pegaba en el S¨®nar porque en los teclados estaba su marido, el inefable Jimi Tenor. Suerte que m¨¢s tarde un patriarca como Terry Riley oxigen¨® la primera tarde en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea con una m¨²sica atemporal servida por piano y sintetizador.
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