Turbulencias desde Argentina
Para las dimensiones espa?olas, Argentina se refleja enorme, casi inabarcable.
Lo mismo parece ocurrir con los conflictos y con su repercusi¨®n en la Red. La avalancha de cartas, comunicados, proclamas, llamamientos... que el correo del Defensor viene recibiendo en las ¨²ltimas semanas respecto del conflicto de Aerol¨ªneas Argentinas amenaza con adquirir proporciones andinas.
Pero Internet, en este sentido, no es muy distinto de la cola y el engrudo. Del mismo modo que media docena de activistas diligentes pueden empapelar el centro de una ciudad en unas horas, otros tantos pueden inundar la Red de mensajes y aprovechar su enorme efecto multiplicador.
Muchos de los comunicados recibidos son arengas, en distintas direcciones, que nada tienen que ver con este rinc¨®n. Pero otras muchas son de lectores concretos, personalizadas y dirigidas a los contenidos del peri¨®dico.
Se han dividido en dos, a grandes rasgos: los que piden ayuda y piensan que el peri¨®dico puede favorecer una soluci¨®n del conflicto de Aerol¨ªneas y los que critican, con mayor o menor dureza, el tratamiento que EL PA?S est¨¢ dando al asunto.
La carga de apasionamiento que arrastra un conflicto de estas proporciones explica algunas misivas que acusan al peri¨®dico de no informar en absoluto de lo que ocurre -es evidente que no es as¨ª- o de insistir en que hay que denunciar con nombres y apellidos a supuestos saqueadores de las arcas de la compa?¨ªa, algo que algunos comunicantes dan por cierto como hechos incontrovertibles.
Todo parece indicar que las cosas son bastante m¨¢s complicadas y que la larga agon¨ªa de la empresa est¨¢ sembrada de peripecias de muy dif¨ªcil investigaci¨®n por parte de un peri¨®dico.
El Defensor ha pedido a Miguel ?ngel Noceda, redactor jefe de la secci¨®n de Econom¨ªa, una explicaci¨®n sobre el tratamiento que el peri¨®dico viene dando al conflicto.
En su respuesta cuenta que desde que estall¨®, a finales de abril, cuando el sindicato APTA convoc¨® una huelga de nueve d¨ªas, 'el peri¨®dico ha venido informando lo m¨¢s puntualmente posible y en la medida en que las noticias eran interesantes. El inter¨¦s ha ido en aumento hasta estas fechas, en las que se ha convertido en un asunto de primera p¨¢gina. Aunque en el relato de todo tipo de noticias siempre se puede achacar al peri¨®dico que quedan algunos flecos, el seguimiento del conflicto se procura hacer con explicaciones sobre la crisis de la empresa, las implicaciones pol¨ªticas para los Gobiernos espa?ol y argentino, la historia sobre la relaci¨®n de Espa?a con la citada compa?¨ªa desde la llegada de Iberia, en 1990, as¨ª como, por extensi¨®n, la presencia de capital espa?ol en otras empresas argentinas'.
Noceda a?ade que tambi¨¦n se han recogido 'el malestar generado en la sociedad argentina por el conflicto y las acusaciones sobre el presunto vaciamiento de la compa?¨ªa a¨¦rea'.
'Sobre este aspecto', a?ade, 'la informaci¨®n se ha dado cuando se ha podido contrastar o cuando se ha podido citar una fuente concreta, como fue el caso del despido de 15 directivos de Aerol¨ªneas por parte de la SEPI. No podemos, evidentemente, trasladar al peri¨®dico todas aquellas acusaciones que nos llegan diariamente, y son decenas, a la Redacci¨®n si antes no se ha comprobado que sean verdad'.
El Defensor piensa que deb¨ªa esta explicaci¨®n a los muchos lectores que le han escrito desde Argentina y que, presumiblemente, lo seguir¨¢n haciendo, aunque sabe que no satisfar¨¢ a todos.
Hay demasiadas turbulencias en este viaje como para que resulte no ya placentero, sino ni siquiera tranquilo.
?Y los muertos...? El Libro de estilo de este peri¨®dico dice que 'las informaciones de que dispone un periodista s¨®lo pueden ser obtenidas por dos v¨ªas: su presencia en el lugar de los hechos o la narraci¨®n por una tercera persona', y, lo m¨¢s importante, a?ade que 'el lector tiene derecho a conocer cu¨¢l de las dos posibilidades se corresponde con la noticia que est¨¢ leyendo. Para ello se citar¨¢ siempre una fuente cuando el periodista no haya estado presente en la acci¨®n que transmite'.
La norma no tiene excepciones, pero, por alg¨²n extra?o motivo, suele olvidarse cuando se trata de informar sobre la muerte de alguna persona. Ocurri¨® la semana pasada con Pedro La¨ªn Entralgo, como ejemplo m¨¢s pr¨®ximo, pero viene de muy atr¨¢s.
La realidad demuestra que el fallecimiento de personalidades p¨²blicas llega al peri¨®dico por muchas fuentes -amigos, conocidos o familiares- que conectan con alg¨²n redactor.
Como a lo largo de la jornada el hecho se hace evidente y se difunde por radio y por televisi¨®n, nadie duda de que se escribe sobre un hecho cierto, ya sabido por la inmensa mayor¨ªa.
Pero una regla de oro es que los peri¨®dicos deben escribirse para un lector que por primera vez tuviese contacto con lo ocurrido el d¨ªa anterior. No tiene por qu¨¦ conocer el fallecimiento del personaje, y s¨ª todo el derecho a que el peri¨®dico le diga c¨®mo se ha enterado, por obvio que el dato pueda parecer de puertas adentro de la Redacci¨®n.
Y tan obvio debe de resultar que, en la muerte de La¨ªn Entralgo, s¨®lo el diario Deia, de Bilbao, entre los de Madrid, Barcelona y el Pa¨ªs Vasco, se dignaba contar a sus lectores que eran fuentes de la Real Academia Espa?ola las que hab¨ªan informado del triste acontecimiento.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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