La victoria de un compromiso
Hay quienes ya han reaccionado con desolaci¨®n ante la abrumadora victoria del ciudadano b¨²lgaro Sime¨®n Sajonia-Coburgo en las elecciones parlamentarias en su pa¨ªs. Es l¨®gico que as¨ª sea entre los l¨ªderes y votantes de los dos partidos que han sido arrollados por la nueva formaci¨®n triunfadora, dirigida por un rey que ha estado casi seis d¨¦cadas en el exilio. Tienen razones para lamentarse tanto la Uni¨®n de Fuerzas Democr¨¢ticas (UDF), que ha dirigido el pa¨ªs durante los cuatro pasados a?os con un Gobierno de centro-derecha -y con considerables ¨¦xitos-, como el Partido Socialista, heredero de quienes lo gobernaron durante m¨¢s de cincuenta.
Tiene -aparentemente- poco sentido que, tambi¨¦n fuera de Bulgaria, haya tantos 'analistas' que han reaccionado con abatimiento. Tiene l¨®gica. Se les ha roto una pieza m¨¢s de su maltrecho molde en el que embut¨ªan los hechos, pasados y presentes, para que ¨¦stos no desmintieran sus simplezas ideol¨®gicas. En todo caso, la victoria de Sime¨®n es una incre¨ªble cabriola de la historia y ha sorprendido a todo el mundo.
Para entender lo sucedido hay que tener una m¨ªnima noci¨®n de lo que ha sucedido en Bulgaria durante cuatro generaciones. A la ca¨ªda del implacable r¨¦gimen comunista siguieron a?os de intoxicaci¨®n 'democr¨¢tica' por parte del aparato heredero del r¨¦gimen extinto que generaron nuevas formas de represi¨®n de las libertades e igualdad de oportunidades, como son la cleptocracia, los centros de poder de las mafias y la postraci¨®n que impone a los ciudadanos la elecci¨®n entre la criminalidad -de cuello blanco, azul o muy sucio- y la miseria.
La UDF ha cosechado muchos logros en estos a?os en su esfuerzo por anclar a Bulgaria en el sistema econ¨®mico europeo. Pero no logr¨® romper la tendencia del (des)¨¢nimo social b¨²lgaro hacia la apat¨ªa y resignaci¨®n, hacia la triste convicci¨®n de que su pa¨ªs est¨¢ condenado a vivir bajo el miedo y las privaciones impuestas por una nueva variante de nomenclatura de los m¨¢s poderosos y menos escrupulosos. Es ah¨ª donde irrumpe la figura de Sime¨®n con una propuesta general de retorno a la ¨¦tica. Inquiet¨® desde un principio. El primer ministro Iv¨¢n Kostov logr¨® abortar el intento de Sime¨®n de presentarse a las elecciones presidenciales pr¨®ximas. Se rompi¨® la mano por fastidiar al capit¨¢n. Ha logrado salvar la reelecci¨®n de su presidente y rival y hundirse personalmente.
El vago programa electoral de la Alianza Nacional, creada hace s¨®lo dos meses, no se diferencia de los postulados de la UDF. Tambi¨¦n el partido de la minor¨ªa turca puede compartir los mismos objetivos. Es de esperar que el nuevo Gobierno sea amplio y plural. Desde luego, si alg¨²n nost¨¢lgico quiere plantear hoy la opci¨®n mon¨¢rquica, ser¨¢ Sime¨®n quien lo calle.
La victoria de la Alianza electoral de Sime¨®n es un ¨¦xito de la credibilidad y del compromiso de alguien en el que una mayor¨ªa no ve otro inter¨¦s que el de ayudar a los b¨²lgaros a salir de su triste situaci¨®n de desamparo. Con exquisito respeto a las instituciones republicanas y vocaci¨®n integradora, Sime¨®n es ya la esperanza de un pa¨ªs que no ten¨ªa. Ninguna. Ahora queda lo m¨¢s dif¨ªcil. Y la posibilidad del fracaso y el desenga?o. Pero si Sime¨®n lograse que la esperanza cuajara en realidades, nadie excluya que los b¨²lgaros quieran algun d¨ªa institucionalizar a la autoridad integradora que ya hoy representa el vencedor de las elecciones. Como zar.
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