Clases
Ya estamos aqu¨ª, un a?o m¨¢s, martirizados por la prepotencia de los pilotos de Iberia. Resulta curioso comprobar c¨®mo un pu?adito de esos se?ores tan finos son capaces de chantajear a toda la sociedad, mientras que nadie hace ni pajolero caso a los 1.200 empleados de Sintel que llevan desde enero en su m¨ªsero campamento, mordidos por la escarcha y calcinados por el sol, sin fastidiar al pr¨®jimo, nobles y sufridos en su protesta. Pero claro, siempre hay clases, y no se puede comparar a esos pobretones currantes de Sintel, que no han cobrado una peseta desde hace nueve meses y que tienen el vestuario muy apachuchado de tanto dormitar en la maldita calle, con el glamour y el tron¨ªo de esos pilotos que se llevan una media de 24 millones de pesetas al a?o.
Es lo que tiene ser rico y poderoso: que el trato que recibes es distinto. Ya se sabe que si un ladronzuelo marginal roba 5.000 pesetas seguramente terminar¨¢ en la c¨¢rcel, mientras que si un banquero roba 5.000 millones, lo m¨¢s probable es que sus colegas le presten 5.000 m¨¢s, por ver si sale el pobre hombre del apurillo. Y lo mismo sucede con la visibilidad informativa: por eso tenemos a los pilotos asomando por todas las primeras de los peri¨®dicos, mientras que Sintel naufraga en la desmemoria.
Y no es s¨®lo el tema de Sintel. Hay decenas de asuntos importantes que nadie menciona porque sus protagonistas son modestos. Como el caso de Diego, ese ni?o que naci¨® el 4 de enero de 1999 de dos padres ps¨ªquicamente enfermos (¨¦l, esquizofr¨¦nico y alcoh¨®lico; ella, maniaco-depresiva) e incapaces de hacerse cargo de ¨¦l, por lo que fue colocado en acogida desde el primer momento. Pas¨® cinco meses en el centro, hasta que lo preadopt¨® una familia de El Royo (Soria). Todo iba de maravilla hasta que, 18 meses despu¨¦s, un juez decidi¨®, incomprensiblemente, que a la madre biol¨®gica le ser¨ªa terap¨¦utico poder visitar al ni?o de cuando en cuando, para lo cual orden¨® encerrar al beb¨¦ en un centro de acogida. All¨ª lleva ocho meses metido el pobre Diego, el preso inocente m¨¢s joven de Espa?a, un beb¨¦ al que un juez apabullante est¨¢ destrozando la vida. Deber¨ªamos hablar de esto, y no de las necedades se?oritingas de los pilotos.
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