Una, dos, tres y cuatro

No eran orejas lo que contaba el alegre p¨²blico alicantino. No; fueron las banderillas que quedaron sobre el albero tras un sainete que di¨® un tercero. Una mala tarde la tiene cualquiera y son muchas las que los banderilleros, a la fuerza, riegan de maera la arena. Trofeos, o sea orejas, no se cort¨® ni una.Bien es verdad que se puede torear como hizo El Renco y luego fallar a espadas y no cortar nada.

Sucedi¨® con el m¨¢s encastado y noble de los adolfos al que tore¨® con gusto y profundidad por ambos pitones. Tanda hubo en que tom¨® seis veces la muleta y lleg¨® la intensidad a los tendidos. Al natural tambi¨¦n consigui¨® momentos de brillantez y hasta un susto se llev¨® al dar un pase cambiado y salir trompicado. Luego tras los adornos lleg¨® la suerte suprema y esta, que casi nunca se le resiste a El Renco, le hizo perder un posible trofeo. Tampoco pudo conseguirlo con el que cerr¨® plaza, un endeble, que por la derecha pasaba sin m¨¢s y por el pit¨®n izquierdo se rebrinc¨® sin dar opci¨®n a lucimiento. Cuando pareci¨® que iba a tomar la muleta con son,se empez¨® a parar en la suerte por lo que el de Elda se arrim¨®,hasta irse a por el estoque que volvi¨® a usar sin tino.

Pech¨® el tambi¨¦n alicantino Paco Cervantes con el peor y el mejor de la corrida. La cruz fu¨¦ con su primero, un c¨¢rdeno bragao meano al que recibi¨® a porta gayola. Luego el picador lo pill¨® donde pudo e hizo del burel un colador. Con la franela Cervantes tante¨® por derechazos y no se confi¨® con la zurda. Tampoco su oponente le di¨® opci¨®n pues se aplom¨® y ten¨ªa pocas ganas de peleas.

Eso le anim¨® a abreviar y tambi¨¦n fue a estrellarse con la tizona. Cervantes tuvo su oportunidad en el quinto. Un encastado y noble animal con el que se estir¨® a la ver¨®nica manejando el percal con m¨¢s soltura. Aqu¨ª llego el sainete rehiletero del subalterno y tras ¨¦l inici¨® faena el maestro con la derecha al son del pasodoble y con el p¨²blico entregado. Al natural el alicantino sac¨® alg¨²n muletazo suelto pero sin gran hondura. As¨ª que, con m¨¢s deseos que acierto, tampoco tuvo fortuna al matar.

De merienda

Juan Jos¨¦ Padilla es torero muy de estos p¨²blicos alegres, de merienda con parada incluida, a los que no les amarga nadie un dulce, o dos. Padilla los tuvo tambi¨¦n en su lote. Sin ir m¨¢s lejos el que abri¨® plaza; el m¨¢s chico y tambi¨¦n el m¨¢s escaso de fuerza. Lo recibi¨® a porta gayola y clav¨® garapullos el jerezano con m¨¢s facultades que acierto.

Con la franela porfi¨® por bajo pero el animal cortaba el viaje y siempre le enganch¨® el enga?o. No obstante recet¨® faena aseada y aunque hubo petici¨®n s¨®lo di¨® una vuelta. Al cuarto ni lo quiso ver y tan s¨®lo destac¨® clavando tres pares de m¨¦rito. Pero en el ¨²ltimo tercio al taparse ¨¦l, destap¨® la encastada nobleza del animal. As¨ª es, cuando hay toro...