Siguen las ejecuciones
El presidente George W. Bush ha dejado inequ¨ªvocamente claro que no tiene intenci¨®n de replantearse su apoyo incuestionable a la pena de muerte, dejando de esta manera en manos de cada Estado y del Tribunal Supremo la revisi¨®n y aplicaci¨®n efectiva de las condenas. La pasada semana, George W. Bush tuvo que defender la pena de muerte en Estados Unidos frente a las feroces cr¨ªticas que recibi¨® durante su viaje por varios pa¨ªses europeos (...) y rechaz¨® intervenir para conseguir un retraso de la ejecuci¨®n federal de Juan Garza, convicto traficante de drogas y asesino, segundo ejecutado federal tras Timothy McVeigh, el primer condenado a muerte ejecutado despu¨¦s de que hubieran pasado 38 a?os sin que hubiera ninguno en EE UU. (...) El gobernador de Tejas no ha firmado una ley prohibiendo la ejecuci¨®n de reos retrasados mentales. (...) El Tribunal Supremo ha accedido a estudiar un caso sobre este particular bas¨¢ndose en que se est¨¢ violando la octava enmienda. (...) Existe cierta esperanza de que el Tribunal Supremo concluya que existe cierto consenso nacional en contra de la ejecuci¨®n de reos retrasados mentales. (...) Cada vez m¨¢s, la pena de muerte est¨¢ haciendo de Estados Unidos un paria entre las democracias del mundo. (...) Adem¨¢s de erosionar el liderazgo de EE UU en temas relativos a los derechos humanos, la pena capital amenaza con obstruir la cooperaci¨®n internacional para lograr la aplicaci¨®n de la ley, puesto que un n¨²mero cada vez mayor de pa¨ªses denegar¨¢n la extradici¨®n de presos si llegado el caso pueden ser ejecutados.
Nueva York, 19 de junio
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