Caliente, caliente
Hace aproximadamente un a?o la Junta de Andaluc¨ªa emiti¨® deuda p¨²blica por valor de 32.000 millones de pesetas. Cuando quiso colocarla en los mercados extranjeros, se encontr¨® con que ninguna de las cajas de ahorro andaluzas le serv¨ªa para ese menester, y tuvo que acudir a los servicios de Cajamadrid, que s¨ª tiene oficinas en Frankfort, entre otras plazas fuertes del dinero internacional. Sirva este hecho, bastante m¨¢s que una an¨¦cdota, para situar el problema de las cajas de ahorro en su verdadera dimensi¨®n, no sea que con el marem¨¢gnum que se est¨¢ formando a algunos se les diluya. Esa dimensi¨®n no es otra que la necesidad que Andaluc¨ªa tiene de penetrar en los grandes mercados financieros, en las grandes empresas espa?olas (La Caixa, por ejemplo, est¨¢ pr¨¢cticamente en todas), pues all¨ª es donde se mueven las decisiones que, al fin y a la postre, acaban afectando al cotidiano vivir de todos. Por ejemplo, estamos sufriendo ahora un insoportable acoso de los fabricantes de energ¨ªa para convertir a la provincia de C¨¢diz en el mayor foco de contaminaci¨®n ambiental de Espa?a, con la instalaci¨®n de nuevas y estupendas centrales t¨¦rmicas. Si Andaluc¨ªa tuviera voz en las primeras empresas del sector, seguro no tendr¨ªamos que estar convocando manifestaciones y pidiendo por favor una moratoria en sus planes, que tambi¨¦n son los del Gobierno del PP, qu¨¦ casualidad. Y as¨ª, en toda clase de valores industriales, tras los que se encuentran la calidad de vida, una mejor distribuci¨®n de inversiones, el empleo, los equilibrios territoriales y un largo etc¨¦tera. En su conjunto, todo eso deber¨ªa impedir, adem¨¢s, que los capitales andaluces contin¨²en buscando mejor acomodo fuera de nuestras fronteras, como siempre fue y es la base hist¨®rica de nuestra marginaci¨®n. Mas para eso hay que tener un instrumento de poder real, y ese instrumento bien podr¨ªa ser la caja ¨²nica andaluza.
Frente a ese objetivo, verdaderamente hist¨®rico, a pesar de lo gastada que est¨¢ la palabra, lo que hemos visto en este ¨²ltimo a?o es una deplorable sucesi¨®n de mezquindades, localismos, provincianismos e intereses privados, bajo las m¨¢scaras m¨¢s variopintas; adem¨¢s de informes jur¨ªdicos invisibles que, desde luego, dir¨¢n lo que haya que decir. Faltar¨ªa m¨¢s. (Para informes, sin embargo, los del Banco de Espa?a, advirtiendo a las cajas de Sevilla del alto riesgo de sus especulaciones inmobiliarias, entre otras aventuras y opacidades). Y a todos juntos bailar al son que les tocan. La ambig¨¹edad del PA ya es end¨¦mica; lo del PP, l¨®gico. ?Pero qu¨¦ me dicen de IU, y de CC OO, salvando siempre en la ¨²ltima campana a los se?ores del dinero? No s¨¦ por qu¨¦ se me junta todo eso en la cabeza con pr¨¦stamos preferenciales, olvidados, o sabe Dios qu¨¦. No pierdan de vista que cuando a los sufridos clientes de las cajas, ¨¦sos a los que ahora se invoca como si fuera un batall¨®n de reserva -est¨¢n listos-, se les exprim¨ªa con hipotecas a un insoportable 16% y hasta 18%, los pr¨¦stamos pol¨ªticos andaban por el 6%, y hasta por el 4%. Eso, los que consegu¨ªan cobrarse. La cosa se est¨¢ poniendo caliente, caliente. Pues que se ponga. A ver si, de paso, nos enteramos de qu¨¦ es lo que ha estado ocurriendo por ah¨ª dentro. Que ya va siendo hora de que nos divirtamos un poco.
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