Los desmentidos del ministro
Piqu¨¦ intent¨® negar desde el primer d¨ªa que el Supremo estuviera investigando su participaci¨®n en el 'caso Ertoil'
Los casos Ercros y Ertoil han sido una espina clavada en la imagen p¨²blica de Josep Piqu¨¦, tanto en su etapa de ministro de Industria y portavoz del Gobierno en la primera legislatura de Gobierno del PP (1996-2000) como en la actual de titular de Asuntos Exteriores. La abundancia de informaciones respecto al presunto alzamiento de bienes en Ercros y las presuntas irregularidades en la venta de su filial, la petrolera Ertoil, contrasta con la parquedad de las explicaciones ofrecidas por el ministro y ex alto cargo del grupo qu¨ªmico hasta 1996. Piqu¨¦ siempre ha atribuido el conocimiento p¨²blico de ambos asuntos al inter¨¦s del Grupo Prisa por desgastar su imagen.
Incluso cuando la informaci¨®n proporcionada estaba apoyada por documentos sellados y rubricados por los jueces, Piqu¨¦ sali¨® al paso de las noticias con versiones radicalmente distintas, que negaban la evidencia. As¨ª sucedi¨®, por ejemplo, cuando en noviembre de 1998 la Cadena SER y EL PA?S se hicieron eco de que el Tribunal Supremo hab¨ªa decidido intervenir en la investigaci¨®n del presunto alzamiento de bienes en Ercros que investigaba el juzgado n¨²mero 5 de Barcelona. Efectivamente, el Supremo dirigi¨® a su titular una providencia de 'ampliaci¨®n de diligencias', firmada por cinco magistrados, en la que, entre otras acciones, ped¨ªa que tomara declaraci¨®n a consejeros y directivos de Ercros 'menos al aforado' Piqu¨¦.
El ministro dijo en el Congreso que no particip¨® en la Comisi¨®n Delegada que trat¨® sobre Ercros, pero le desminti¨® un secretario de Estado
Frente a la noticia que daba cuenta de que el Supremo tomaba cartas en el asunto Ercros, Piqu¨¦ al d¨ªa siguiente intentaba desmentir la evidencia y dijo mostrarse 'sorprendido por la interpretaci¨®n que alg¨²n medio de comunicaci¨®n ha dado a la noticia, porque no es la correcta'. 'Lo que hace el Supremo', explic¨®, 'es constatar que no existe el menor indicio para que pueda haber ning¨²n tipo de culpabilidad y, por eso, decide remitir de nuevo las diligencias al juzgado ordinario. Por lo tanto, considera que la persona aforada no tiene nada que ver con este procedimiento'.
Esta interpretaci¨®n de Piqu¨¦ tuvo, sin embargo, m¨¢s matices que lo que declar¨® en el Congreso en enero de 1999 al hilo de la pol¨¦mica por su presunta intervenci¨®n, ya como ministro de Industria, en el perd¨®n gubernamental de 7.400 millones de pesetas al grupo que dirigi¨®. Piqu¨¦ declar¨®: 'Desde junio de 1996, nunca m¨¢s he participado en ninguna discusi¨®n de la Comisi¨®n Delegada [del Gobierno] respecto al problema de Ercros'. No era cierto. En respuesta escrita tambi¨¦n al Congreso, el entonces secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes, Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila, explic¨® que Piqu¨¦ asisti¨® a una reuni¨®n de esa comisi¨®n en julio de 1997 sobre el asunto. La oposici¨®n se indign¨® al considerar que Piqu¨¦ minti¨® al Congreso.
Los intentos de desligarse del caso quedaron tambi¨¦n de manifiesto en junio de 1999. Piqu¨¦, al t¨¦rmino de una segunda comparecencia para explicar su gesti¨®n en Ercros, y sin que nadie le preguntara al respecto, se dirigi¨® a la prensa en los pasillos de la C¨¢mara Baja para que 'quedara constancia' de que nunca hab¨ªa sido el n¨²mero dos del financiero Javier de la Rosa, vicepresidente de Ercros, representante del grupo Torras-KIO, inmerso en numerosos esc¨¢ndalos financieros y con varios procesos abiertos en los juzgados.
Las declaraciones m¨¢s evasivas del ministro sobre su participaci¨®n en la enajenaci¨®n de Ertoil, incluida la aparici¨®n de su firma en el documento de venta, en julio de 1991, tuvieron lugar sin embargo a comienzos del a?o 2000. El 24 de febrero, Piqu¨¦ se neg¨® incluso a contestar a las preguntas de los redactores de la cadena SER -aunque luego pidi¨® disculpas p¨²blicas-, atribuyendo el inter¨¦s de los periodistas a 'una campa?a' en su contra 'por parte de un mismo grupo de comunicaci¨®n'.
Cuando en febrero y marzo de 2000, al t¨¦rmino de los Consejos de Ministros, era preguntado por los periodistas por estos asuntos, sus respuestas siempre ten¨ªan el mismo sentido: sus funciones en Ercros, grupo del que fue director de Estrategia, consejero y miembro de su comisi¨®n ejecutiva, eran m¨ªnimas. As¨ª, el 25 de febrero explic¨®: 'No creo que tenga ning¨²n inter¨¦s para nadie cu¨¢les eran mis funciones concretas. Yo hac¨ªa mi trabajo lo mejor que pude, estuve ocho a?os de directivo de esa empresa, durante la primera etapa sin responsabilidades ejecutivas y es verdad que en ocho a?os uno firma muchos documentos. Y uno tiene unos poderes que son extremadamente limitados. Por ejemplo, no pod¨ªa disponer de activos'.
La tesis de las responsabilidades limitadas la ha sostenido Piqu¨¦ incluso cuando se conoci¨® su pertenencia al n¨²cleo duro de Ercros, su comisi¨®n ejecutiva. Lo dej¨® claro al t¨¦rmino de otro Consejo de Ministros en marzo de 2000. Aleg¨® que 'a veces, las palabras [comisi¨®n ejecutiva] inducen a errores'. Y ello, continu¨®, porque la ejecutiva era 'simplemente la comisi¨®n delegada del consejo de administraci¨®n de Ercros'. 'Como era un consejo de administraci¨®n muy amplio que se reun¨ªa muy de cuando en cuando, pues hab¨ªa un consejo de administraci¨®n m¨¢s reducido que se reun¨ªa entre medias. Eso es simplemente lo que pasaba'. Sus funciones, asegur¨® una y otra vez, eran simplemente 'de representaci¨®n'. Y lo eran incluso en la filial Erkimia, de la que fue presidente y en la que, seg¨²n sostuvo, carec¨ªa de responsabilidad en las ¨¢reas econ¨®mica y financiera pese a presidir el consejo.
Las explicaciones de Piqu¨¦ respecto a su papel en Ercros no han convencido, en cualquier caso, a la Junta de Fiscales de Secci¨®n del Supremo que, por segunda vez, se ha mostrado favorable a la imputaci¨®n de Piqu¨¦ en los casos Ercros y Ertoil.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.