Apariencia y realidad
Sabemos de antiguo que el argentino Alejandro Agresti es uno de los m¨¢s s¨®lidos valores de la autor¨ªa cinematogr¨¢fica en su pa¨ªs de origen, a pesar de que, de hecho, ha producido la mayor parte de su densa, a menudo fascinante y casi siempre pol¨¦mica filmograf¨ªa desde Holanda. Aqu¨ª s¨®lo se le conoce comercialmente por la fallida, aunque interesante, El viento se llev¨® lo qu¨¦, que a pesar de su Concha de Oro en San Sebasti¨¢n no despert¨® precisamente entusiasmos. Hay algo en su caligraf¨ªa que Agresti convierte en desgraciado rasgo de estilo: un descuido por lo narrado, una suerte de urgencia por terminar su cometido que a menudo termina haciendo de sus productos un cat¨¢logo de grandes ideas inconclusas.
UNA NOCHE CON SABRINA LOVE
Director: Alejandro Agresti. Int¨¦rpretes: Cecilia Roth, Tom¨¢s Fonzi, Jabi¨¢n Vena, Julieta Cardinali, Norma Alejandro, Giancarlo Giancarlo Giannini. G¨¦nero: comedia, Argentina, 2000. Duraci¨®n: 100 minutos.
Es, parcialmente, el caso del filme que nos ocupa, el primero suyo hecho de encargo, y el primero, si la memoria es fiel, en el que adapta un texto ajeno, en este caso, la notable novela del joven Pedro Mairal. Una noche con Sabrina Love habla, la mayor parte del tiempo con convicci¨®n, del despertar a la vida de un adolescente que vegeta en un perdido pueblo del interior argentino. Ganador de un ins¨®lito premio, una noche con su actriz porno preferida, el dudoso h¨¦roe emprende un largo, inici¨¢tico camino hacia Buenos Aires, donde se encontrar¨¢ con que casi nada es lo que parece... empezando por su propio hermano y la dudosa relaci¨®n que parece vivir con una veterana fot¨®grafa.
Actores s¨®lidos
Agresti cuenta las andanzas de su personaje (un interesante Tom¨¢s Fonzi: le aguanta el tir¨®n nada menos que a monstruos como Cecilia Roth o Norma Aleandro) desde un texto a menudo trufado de trascendencia -hay di¨¢logos considerablemente necios, todo se ha de decir-, con situaciones que se suceden a veces de modo caprichoso, pero que respira autenticidad. Tiene alguna virtud no desde?able: el retratar el desconcierto vital del protagonista no es la menor. Y tiene, y eso por fortuna se nota mucho, un elenco de actores que, es tradici¨®n en la mayor parte del cine argentino, aporta un plus de realismo impresionante: lo que hace Roth con su m¨¢s bien endeble personaje, la Sabrina del t¨ªtulo, es uno de esos ejercicios de veterana con recursos, que le vali¨® el premio a la mejor actriz en Huelva 2000 y que se puede mostrar con provecho en cualquier escuela de cine.
Babelia
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