El gran desorden
La autora critica al Gobierno por haber rechazado la propuesta del PSOE para dar papeles a inmigrantes y regularizarlos ahora de modo arbitrario.
La inmigraci¨®n y el Gobierno; es en este binomio donde radica el problema, y en modo alguno en que la inmigraci¨®n se constituya por s¨ª misma en fuente de conflictos, como de manera tan pretendidamente disimulada como inequ¨ªvocamente intencionada se nos intenta trasladar desde determinados ¨¢mbitos de poder y adl¨¢teres. Muy al contrario, se hace necesario insistir, porque lo obvio a veces no es evidente, que el fen¨®meno migratorio adecuadamente canalizado, certeramente tratado, abordado con la sensibilidad que requiere, dado que afecta horizontalmente a los pa¨ªses de acogida, no es ya tan s¨®lo una oportunidad, sino fundamentalmente una contribuci¨®n imprescindible para corregir d¨¦ficit demogr¨¢ficos que enturbian el horizonte de las generaciones hoy todav¨ªa activas de las sociedades del bienestar.
Se nos anuncia una regularizaci¨®n, nuevamente sin contener las garant¨ªas jur¨ªdicas m¨ªnimas
La mayor¨ªa pol¨ªtica, Gobierno y PP, han preferido, en cambio, deslizarse por la senda de lo f¨¢cil, reduciendo la cuesti¨®n, c¨®mo no, al c¨¢lculo de los previsibles r¨¦ditos/costes de su cr¨¦dito ante la opini¨®n p¨²blica. Arriesgada elecci¨®n porque, si existe un ¨¢mbito donde la complejidad y lo intrincado de las variables que comprende exigen de mesura, prudencia y responsabilidad -esto es, privilegiar las respuestas efectivas antes que los arrebatos efectistas-, ¨¦se es por excelencia el terreno de la inmigraci¨®n. Estamos tratando, nada menos, que de la confluencia en un mismo territorio de identidades dispares y, llegados a este punto, los errores, m¨¢xime si son de bulto, se pagan con dureza sobre todo teniendo en cuenta que el precio se cobra inevitablemente alg¨²n jir¨®n de la convivencia colectiva.
Nada de lo anterior parece ser objeto de preocupaci¨®n gubernamental. Dando muestras de una tan determinante como admirable seguridad en cuanto al acierto de sus controvertidas decisiones pol¨ªticas, los responsables ministeriales nos han ofrecido a lo largo de los ¨²ltimos meses una catarata de actuaciones que, sin riesgo de exageraci¨®n, han merecido la categor¨ªa de aut¨¦nticos desprop¨®sitos y que han conducido inexorablemente, pese a todas las advertencias, al gran desorden migratorio en el que hoy, por exclusiva responsabilidad del Gobierno, nos hallamos instalados.
Baste apuntar, como buque insignia de la pol¨ªtica migratoria conservadora, la famosa y nunca suficientemente bien ponderada operaci¨®n llevada a cabo con los inmigrantes ecuatorianos a los que se hizo v¨ªctimas propiciatorias de un delirante viaje de ida y vuelta a su pa¨ªs con cargo a las arcas del Estado espa?ol para acabar comprometi¨¦ndose a su regularizaci¨®n, una vez se hizo evidente lo descabellado de semejante ocurrencia; que, no lo olvidemos, naci¨® como tentativa del Gobierno para intentar contrarrestar el impacto sobre la opini¨®n p¨²blica de lo ocurrido en Lorca el pasado mes de enero, donde un accidente ferroviario puso al descubierto las condiciones infamantes en las que viv¨ªan miles de personas ante la pasividad culpable de las autoridades gubernativas.
La a¨²n breve experiencia del ministro Rajoy al frente de la cartera de Interior ha puesto de relieve que la inmigraci¨®n ha pasado a ocupar algo de su ajetreado tiempo pol¨ªtico, antes por razones que tienen m¨¢s que ver con la imagen p¨²blica del Ejecutivo que por una fundada preocupaci¨®n acerca de las consecuencias de la actuaci¨®n gubernamental, de sus errores, a lo largo de los ¨²ltimos meses.
El avance se resume en que hemos pasado del autismo migratorio del anterior titular -con un desinter¨¦s mal disimulado por todo aquello que tuviera que ver con la materia- a la preocupaci¨®n de su sucesor centrada casi obsesivamente en evitar cualquier visibilidad antigubernamental que pudiera derivarse del erratismo, las contradicciones y hasta el ejercicio sistem¨¢tico de disparates con que se ha saldado el ¨²ltimo periodo.
Mientras, los desatinos no han cesado; y en muchas oportunidades no han hecho m¨¢s que agravarse porque, con tal de salvar la cara, de evitar cualquier desgaste, se adoptan decisiones improvisadas y hasta temerarias que no contribuiyen m¨¢s que a agravar los problemas. Porque un Gobierno que puso tanto empe?o en negar a los inmigrantes sin papeles el ejercicio del derecho a la reuni¨®n, no duda en reunirse y alcanzar acuerdos para la regularizaci¨®n con aquellos a quienes precisamente la intransigencia gubernamental llev¨® a encerrarse en distintos lugares de nuestra geograf¨ªa.
La paradoja m¨¢s llamativa de este particular proceder de nuestras autoridades no radica ya en que de alg¨²n modo provoc¨® la legitimaci¨®n del encierro como v¨ªa para la obtenci¨®n de papeles, ni tan siquiera que se optase por un procedimiento arbitrario, sin garant¨ªas ni seguridad jur¨ªdica en relaci¨®n con la obligaci¨®n de cumplir con lo firmado, sino que estriba en que han inaugurado un nuevo modelo de regularizaciones 'a la carta' por territorios, sin llegar a advertir qu¨¦ razones pueden amparar que los inmigrantes sean tratados de distinto modo, cumpliendo unos mismos requisitos, en raz¨®n del lugar donde vivan.
Realmente es dif¨ªcil actuar de manera m¨¢s desafortunada. Si en el mes de febrero el Gobierno rechazaba una iniciativa parlamentaria del partido socialista para proceder a la regularizaci¨®n de aquellos inmigrantes que se encontraran en nuestro pa¨ªs antes del 23 de enero y dispusieran de una oferta de trabajo -una respuesta a la necesidad de mano de obra que se demanda desde distintos ¨¢mbitos y ante la que el Gobierno permanece pasivo, como si no fuese con ¨¦l-, despu¨¦s nos topamos con una sucesi¨®n de regularizaciones parciales, por territorios, caracterizadas por una arbitrariedad notoria.
La peripecia tiene un nuevo cap¨ªtulo por el que se nos anuncia una regularizaci¨®n -por m¨¢s que se intente camuflarlo, eso es lo que se ha anunciado- esta vez aplicable al conjunto del territorio nacional aunque, eso s¨ª, nuevamente sin contener las garant¨ªas jur¨ªdicas m¨ªnimas. Se opta por regularizar, el Gobierno se desdice de su anterior posici¨®n, sin norma que ampare este proceso; por potestad del ministro. Qu¨¦ lastima que, con tal de no dar la raz¨®n a la oposici¨®n, se opte por la v¨ªa de la discrecionalidad, desechando un procedimiento con todas las garant¨ªas.
As¨ª las cosas, no puede descartarse que en el futuro inmediato tengamos que seguir asistiendo a nuevas expresiones de este ejercicio tan querido a nuestros gobernantes conservadores, por el que las ocurrencias sustituyen un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n a la definici¨®n de una pol¨ªtica de inmigraci¨®n a la altura de un pa¨ªs como el nuestro, que es frontera sur de la Uni¨®n Europea y recibe cada vez con mayor intensidad la llegada de los flujos migratorios.
La derecha espa?ola sigue poniendo a las claras que su visi¨®n, su perspectiva de la inmigraci¨®n se caracteriza por la estrechez; digamos que pertenece a la realidad de la d¨¦cada anterior y no al presente colectivo de una sociedad cuyo futuro pasa necesariamente por la adecuada canalizaci¨®n de la corriente migratoria que tiene por destino nuestras fronteras y por promover en serio, sin planes carentes de contenido, la integraci¨®n de los inmigrantes que viven entre nosotros.
Sobran las chapuzas y falta la inteligencia y la altura de miras, desde luego necesarias para que nuestra mayor¨ªa gobernante aproveche las reiteradas apelaciones del primer partido de la oposici¨®n para construir un gran acuerdo pol¨ªtico, anticipo de un consenso social b¨¢sico, para abordar como se merece, sin miserias, la pol¨ªtica de inmigraci¨®n de Espa?a para, al menos, la presente d¨¦cada. Lo dem¨¢s no son sino parches que pueden costar un precio demasiado elevado a nuestro horizonte colectivo.
Consuelo Rum¨ª Ib¨¢?ez es secretaria de Pol¨ªticas Sociales y Migratorias del PSOE.
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