Te¨®logos bajo sospecha
Las te¨®logas y los te¨®logos cat¨®licos en di¨¢logo con la modernidad y ubicados en el mundo de los excluidos vivimos en un permanente estado de sobresalto por la actitud detectivesca que ha adoptado el alto magisterio eclesi¨¢stico durante el ¨²ltimo siglo y que parece dispuesto a seguir en el nuevo siglo. El siglo XX se inaugur¨® con la condena de los te¨®logos modernistas en el decreto del Santo Oficio 'Lamentabili', confirmado por el papa san P¨ªo X. Unas d¨¦cadas despu¨¦s las sanciones reca¨ªan sobre el paleont¨®logo jesuita franc¨¦s Pierre Teilhard de Chardin, acusado de 'inmanentismo', a quien se le prohibi¨® publicar sobre temas que no fueran cient¨ªficos.
Las sospechas arreciaron despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. Se prohibi¨® la docencia a los jesuitas de Fourvi¨¨re, los tres Henri: Henri de Lubac, Henri Rondet y Henri Bouillard. Antes se hab¨ªa incluido en el ?ndice de Libros Prohibidos una obra del dominico padre Chenu. La publicaci¨®n de la enc¨ªclica de P¨ªo XII Humani Generis en 1950 agrav¨® la situaci¨®n ya que condenaba la Nouvelle Th¨¦ologie, cuyo mayor delito era el retorno a las fuentes del cristianismo, sobre todo las b¨ªblicas y patr¨ªsticas. Los efectos se dejaron sentir con especial virulencia en la facultad de teolog¨ªa de los dominicos de Le Saulchoir. All¨ª ense?aba el padre Congar, te¨®logo ecumenista y asesor de los sacerdotes obreros, que fue destituido de la c¨¢tedra y tuvo que sufrir tres humillantes destierros: Jerusal¨¦n, Roma, Cambrigde. En este ¨²ltimo se le prohibi¨® entrar en contacto con los anglicanos y hablar con sus cofrades dominicos. En una carta a su madre, escrita durante el destierro de Cambrigde -dada a conocer recientemente en Espa?a por el te¨®logo de la misma orden Juan Bosch-, llega a afirmar que el papa 'desea reducir a los te¨®logos a simples comentadores de sus discursos'.
Por parad¨®jico que parezca, los te¨®logos condenados por P¨ªo XII fueron invitados por Juan XIII a participar en el Concilio Vaticano II como asesores de los obispos. Pero, como sucede con la alegr¨ªa en la casa del pobre, la primavera de la libertad de expresi¨®n de los te¨®logos apenas dur¨® un d¨¦cada. Pronto se volvi¨® al control del pensamiento teol¨®gico y a las sanciones ejemplarizadoras contra los profesores de teolog¨ªa. Dos de los casos de mayor impacto, dada la relevancia de los sancionados, fueron los de Hans K¨¹ng y Leonardo Boff. Al primero se le retir¨® el t¨ªtulo de te¨®logo cat¨®lico y se le prohibi¨® ense?ar como tal en la Universidad de Tubinga, de donde era catedr¨¢tico. A Boff, te¨®logo de la liberaci¨®n, se le impidi¨® el ejercicio de las funciones propias de un intelectual: escribir, dar clases e impartir conferencias.
Pero las sanciones tuvieron su lado positivo. Liberados del control del magisterio eclesi¨¢stico, ambos est¨¢n desarrollando proyectos teol¨®gicos e interdisciplinares de gran creatividad. K¨¹ng ha llevado a cabo durante casi un cuarto de siglo un proyecto de ¨¦tica mundial en los niveles religioso, pol¨ªtico y econ¨®mico. Boff ha ampliado el horizonte de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n hacia la ecolog¨ªa, en di¨¢logo con las ciencias de la vida. Algo similar ha supuesto la expulsi¨®n de los profesores Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo y Juan Antonio Estrada de la Facultad de Teolog¨ªa de Granada. Castillo ha ampliado su radio de docencia a la UCA de El Salvador y a entornos universitarios civiles de nuestro pa¨ªs. Estrada ha abierto su reflexi¨®n teol¨®gica al campo de la filosof¨ªa, sobre todo de la filosof¨ªa de la religi¨®n.
Las te¨®logas tampoco se ha visto libres de condenas durante la ¨²ltima d¨¦cada. Ah¨ª van dos ejemplos como muestra. La brasile?a Ivone Gebara fue sancionada por su posici¨®n feminista y por defender puntos de vista distintos de la doctrina cat¨®lica oficial en torno al control de la natalidad. Cabe destacar su contribuci¨®n al desarrollo de la teolog¨ªa ecofeminista. La norteamericana Lavinia Byrne fue expulsada de la orden
religiosa a la que pertenec¨ªa por haber escrito el libro Mujeres en el altar, donde osa rebatir punto por punto los argumentos del magisterio eclesi¨¢stico contra el sacerdocio de la mujer.
La teolog¨ªa moral ha estado siempre en el punto de mira del Vaticano, la mayor¨ªa de las veces por las supuestas desviaciones de los te¨®logos en la doctrina sobre la sexualidad, y muy especialmente tras la publicaci¨®n, en 1968, de la Humanae Vitae, que, en contra de los nuevos climas culturales en materia de sexualidad, de relaciones de pareja y de paternidad-maternidad responsable, y del juicio de los asesores papales, condenaba las relaciones prematrimoniales, el uso de los anticonceptivos y volv¨ªa a la vieja doctrina de la procreaci¨®n como fin primario del matrimonio, superada por el Concilio Vaticano II (1962-1965).
Los dos casos m¨¢s llamativos al respecto han sido los procesos seguidos contra el te¨®logo alem¨¢n Bernhard H?ring y el moralista norteamericano Curran. H?ring, perito del concilio y el principal renovador de la moral cat¨®lica, primero con La ley de Cristo -escrita antes del Concilio-, que situaba la ¨¦tica cristiana bajo el principio de la responsabilidad, y despu¨¦s con Libertad y fidelidad en Cristo, considerada por ¨¦l mismo su principal obra. Coincidiendo con un c¨¢ncer de garganta, fue objeto de un proceso tan duro que, en una carta dirigida al cardenal Seper, presidente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, llega a decirle: 'Durante la Segunda Guerra Mundial fui obligado a comparecer cuatro veces ante un Tribunal Militar. En dos de ellas era cuesti¨®n de vida o muerte. En aquellas circunstancias me sent¨ª honrado porque la acusaci¨®n ven¨ªa de los enemigos de Dios. En otras palabras, las acusaciones eran ciertas porque no me somet¨ªa a aquel r¨¦gimen. Ahora, de forma humillante he sido acusado por la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe; las acusaciones son falsas. M¨¢s a¨²n, nacen de un ¨®rgano de gobierno de la Iglesia a la que he servido durante toda mi vida con todas mis fuerzas... Preferir¨ªa encontrarme nuevamente ante un tribunal de Hitler (subrayado m¨ªo). Sin embargo, mi fe no vacila'.
Al final no fue sancionado, pero s¨ª lo fue su disc¨ªpulo, el moralista norteamericano Charles Curran, a quien se le prohibi¨® ejercer la docencia como te¨®logo cat¨®lico en los centros dependientes de la Iglesia, acusado de defender teor¨ªas contrarias a la doctrina de la Iglesia en cuestiones como homosexualidad, divorcio, relaciones prematrimoniales y masturbaci¨®n. El proceso contra Curran fue lo m¨¢s parecido a una pantomima, ya que el propio Ratzinger hab¨ªa confesado al padre H?ring antes del juicio que la decisi¨®n ya estaba tomada.
Ahora le ha tocado al moralista espa?ol Marciano Vidal, disc¨ªpulo tambi¨¦n de H?ring, te¨®logo templado y ajeno al mundo de la cr¨ªtica teol¨®gica y eclesial. Tras un estudio pormenorizado de su extensa bibliograf¨ªa, ha sido sorprendido en no pocos errores y sometido a una de las m¨¢s graves humillaciones a que puede someterse a un intelectual: obligarle a retractarse de sus ideas y exigirle la correcci¨®n de su propio pensamiento. Es una manifestaci¨®n m¨¢s de la cruzada contra el pensamiento cr¨ªtico en la Iglesia cat¨®lica y a favor del pensamiento ¨²nico, como ya expresara el te¨®logo franc¨¦s Congar hace casi medio siglo en la carta antes citada: 'El ¨²nico art¨ªculo que quieren imponer a toda la cristiandad es: no pensar, no decir nada sino que hay un Papa que piensa todo, que dice todo, y respecto al cual toda la cualidad del cat¨®lico ser¨¢ obedecer' (subrayado m¨ªo).
De creer las informaciones sobre el caso, llama la atenci¨®n el que Marciano Vidal haya aceptado la humillaci¨®n y se haya comprometido a reescribir sus propias opiniones incorporando las tesis del magisterio eclesi¨¢stico. Porque una de tres: o sus inquisidores han sido tan convincentes que le han hecho caer en la cuenta de sus errores, y corregir es de sabios; o tiene muy baja su autoestima (cosa que dudo), en cuyo caso el problema se desv¨ªa a otro que no es propiamente teol¨®gico; o ha sido presionado bajo amenaza de sanciones m¨¢s graves, y entonces el acatamiento es una estrategia de supervivencia en el seno de las instituciones eclesi¨¢sticas docentes, como sucede en otros casos similares. Hasta contar con m¨¢s datos, prefiero dejar la partida en tablas.
Juan Jos¨¦ Tamayo-Acosta es te¨®logo y autor de Por eso lo mataron. El horizonte ¨¦tico de Jes¨²s de Nazaret.
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