Un curso de seducci¨®n
Mis cincuenta mejores amigas y yo hemos asistido a dos cursillos de seducci¨®n en nuestra vida; el de Bienvenida P¨¦rez (juro que es cierto) y otro, impartido por la psic¨®loga especialista en sexolog¨ªa Marta Arasanz, que trabaja en el Instituto de Sexolog¨ªa de Barcelona. Este ¨²ltimo se da cada 15 d¨ªas en el cine Tit¨¢n de Cornell¨¤. Nos pasamos por all¨ª el mi¨¦rcoles.
La diferencia entre estos dos cursillos, aparte del precio (el de Bienvenida vale un kilo y el de Cornell¨¤ es gratis), es sutil pero definitiva y tiene que ver con la sintaxis. Es decir, el curso de Bienvenida es 'para mujeres', mientras que el de Cornell¨¤ es para 'la mujer'. No se puede comparar una cosa con la otra. Por ejemplo, los pol¨ªticos, las abogadas, las feministas, los prospectos de crema antiarrugas hablan de 'la mujer'. En cambio, las revistas guarronas, los taxistas, o el ya cl¨¢sico se?or de la calle (tambi¨¦n llamado en las cartas al director 'espa?olito de a pie') hablan de 'mujeres'.
Cursillo para 'la mujer' en Cornell¨¤. Objetivo: seducir hombres. T¨¦cnica: considerar 'agradables' a los candidatos
Por tanto, es l¨®gico que el cursillo para 'mujeres' lo impartiese Bienvenida, en calidad de ex amante de un ministro, y es l¨®gico tambi¨¦n que el curso para 'la mujer' lo impartiese una psic¨®loga, que sabe t¨¦cnicas de comunicaci¨®n no verbal. Les advierto de que mis amigas no quer¨ªan ir. 'Que nosotras nos apuntemos a un cursillo de seducci¨®n est¨¢ tan fuera de lugar como que un caracol proteste por el precio de la vivienda', me dec¨ªan.
Las convenc¨ª de que para ellas ser¨ªa como una especie de master, un posgrado. Eso las ilusion¨® porque ninguna de nosotras ha terminado el BUP. Para el curso de Bienvenida, en cambio, no tuve que insistir; las cincuenta y una somos muy sosas, por lo que Londres, con su escaso sol, su disciplina inglesa, su puntualidad (y otras caracter¨ªsticas normalmente consideradas fachas) nos vuelven locas.
Bueno, llegamos al cine Tit¨¢n y fuimos recibidas por la seductora psic¨®loga. Confieso ahora que nuestra mente alocada hab¨ªa imaginado una doctora Love, de las que combinan la severidad del mo?o y el traje chaqueta con la ropa interior ligeramente francesa. Pero no. Y confieso tambi¨¦n que cuando hay una psic¨®loga delante de nosotras tartamudeamos como Porky.
Nos explic¨® que las alumnas (estas damas que ven en la foto) le tienen un poco de miedo, porque ella las toca. 'Yo es que soy mucho de tocar, me aproximo, establezco contacto y no est¨¢n acostumbradas'. No dijimos nada, pero nos empezamos a sentir culpables. A nosotras, si nos tienen que tocar algo, que sea la pierna, por favor. Es lo m¨¢s puro que poseemos. Una vez nos tocaron el brazo, as¨ª sin m¨¢s, y nos pareci¨® que ten¨ªamos una enfermedad incurable.
En estas lleg¨® el compa?ero fot¨®grafo y la li¨®. '?Es carne fresca!', grit¨® una se?ora. 'Ven aqu¨ª, guapo, que vamos a practicar contigo lo de las miradas de soslayo!', chill¨® otra. No estoy segura. Creo que al final se lo comieron.
M¨ªrenlas. ?A que son seductoras? Pues ustedes no las han visto abanicarse el escote.
Empez¨® la clase. La psic¨®loga explicaba que hay que tomar la iniciativa con los hombres, porque el no ya lo tenemos.
Pero las alumnas eran del tipo pr¨¢ctico. Es decir, se tomaban la clase con el mismo esp¨ªritu que un curso de alta cocina. Vale, muy bien, esto es una falsa tapa de falso fideo con falso relleno de falso wasaby, lo que t¨² quieras, pero ?cu¨¢nta harina se le echa exactamente? Pues eso. Quer¨ªan saber lo que hay que decirle a un hombre para seducirlo.
'Bueno, lo del estudias o trabajas, desde luego no', aconsej¨® Marta. Y una se?ora, de nombre Mar¨ªa, a?adi¨®: 'Y lo que queda muy mal es preguntar: '?Qu¨¦ pensi¨®n tienes?'. Hubo cachondeo general, as¨ª que Mar¨ªa se explic¨®: '?Estamos o no estamos en el mundo? Vas a un baile, y enseguida te viene un viejo y te pregunta si tienes pensi¨®n, y si tu piso es de propiedad. Y luego te empiezan a babosear. Por ah¨ª no paso'.
'Lo que es verdad', a?adi¨® otra, 'es que las prefieren viudas antes que separadas'. Y las dem¨¢s, mientras le daban al abanico, reconoc¨ªan, como un coro griego: 'Eso, eso'. 'Ah¨ª, ah¨ª'.
'No, pero en serio Marta ?qu¨¦ hay que decirles?'. A estas alturas Marta era como una grave sacerdotisa, a punto de administrarnos la poci¨®n. 'Bueno', resumi¨®, 'pues por ejemplo pod¨¦is decirle: 'Te he estado mirando y me pareces muy agradable'. Ya est¨¢'. Aullido generalizado de terror.
Ni nosotras ni ninguna de las alumnas se atrev¨ªa a una proeza as¨ª, de manera que Marta nos recomend¨® que nos impusi¨¦ramos retos. Que ten¨ªamos que construir una escalera (en el sentido figurado) y subir pelda?o a pelda?o.
Como ejemplo explic¨® lo que ten¨ªamos que hacer si, un suponer, nos daba miedo ir solas a la playa.
Bueno, mis cincuenta amigas y yo preferimos quitarnos la vida antes que ir a la playa. ?Lo dir¨ªa por nosotras?
'El primer d¨ªa pod¨¦is compraros el biquini; el segundo d¨ªa, simplemente acercaros a ver la playa, y el tercer d¨ªa, estar al sol 10 minutos. Si lo consegu¨ªs, como premio, os pod¨¦is hacer un regalo a vosotras mismas, por ejemplo un libro de Antonio Gala'.
Para leer el libro de Antonio Gala, primero te lo compras, el segundo d¨ªa lo hueles y el tercer d¨ªa lo lees durante 10 minutos. Si lo consigues, como premio te haces un regalo a ti misma, por ejemplo un biquini.
Eso no lo dijo ella, claro, es una broma. Por cierto, les hemos estado mirando y as¨ª, en conjunto, nos parecen ustedes muy a-grada-bles...
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