Edipo, nuestro semejante
El pr¨®ximo d¨ªa 29 de junio se estrenar¨¢ en el marco del Festival de M¨²sica de Granada Oedipus rex, de Igor Stravinski, a partir del texto escrito por Jean Cocteau. Aunque por el momento -y no por falta de voluntad de sus art¨ªfices- no podr¨¢ escucharse en Barcelona, se trata de un Edipo genuinamente barcelon¨¦s: con Frederic Amat en la direcci¨®n esc¨¦nica y Josep Pons en la musical, Toni Mir¨® se ocupa del vestuario y Cesc Gelabert de la coreograf¨ªa. Un Edipo, por otra parte, que gracias a la extraordinaria m¨²sica de Stravinski -salvaje a veces, a veces sumamente contenida y austera- rescata para nuestra ¨¦poca a uno de los arquetipos esenciales de la tradici¨®n europea.
El de Edipo es quiz¨¢ el mito m¨¢s universal que hemos recibido de la cultura cl¨¢sica, puesto que trata del conocimiento tanto como del error y de la luz con igual pasi¨®n que de la oscuridad. Todos nosotros somos, lo queramos o no, Edipo cuando constatamos la incertidumbre que rige nuestros d¨ªas y cuando nos enfrentamos a los archipi¨¦lagos de ignorancia que nos aguardan tras el islote de sabidur¨ªa. Somos Edipo cuando nos sentimos fuertes y arrogantes y lo somos asimismo cuando ante nosotros se presenta la ca¨ªda. Esto explica probablemente el poder de este mito a lo largo de los siglos que, en el ¨²ltimo, por la acci¨®n de la psicolog¨ªa moderna -y en particular de Freud-, ha sido con frecuencia reducido a un unilateral 'complejo de Edipo'.
Como sucede con la mayor¨ªa de las tragedias griegas, la materia prima moldeada por S¨®focles procede de la ¨¦pica. Los espectadores asist¨ªan al espect¨¢culo tr¨¢gico con un amplio dominio de los argumentos gracias, precisamente, a la fuerza de la tradici¨®n oral. Puede suponerse, pues, que las aventuras de Edipo, como las de su hija Ant¨ªgona y las de sus hijos Polinices y Et¨¦ocles, resultaban familiares para los atenienses. Tambi¨¦n Tiresias, el ciego adivino, estaba presente en la imaginaci¨®n griega por su participaci¨®n en m¨²ltiples relatos ¨¦picos.
Sin embargo, la suerte futura del mito de Edipo qued¨® marcada por la extraordinaria tragedia de S¨®focles, tenida ya en la Antig¨¹edad por la m¨¢s perfecta, como declara Arist¨®teles. Pocas obras literarias han conseguido un encaje m¨¢s equilibrado entre la arquitectura y el significado. Edipo rey est¨¢ construida como un engranaje en el que todas las piezas son necesarias; por otra parte, esta necesidad constituye el fundamento de su propio desarrollo.
En el centro de Edipo rey est¨¢ siempre el enigma: es decir, literalmente, lo que se revela y vela al un¨ªsono. Por eso, la iluminaci¨®n, f¨ªsica y espiritual, de la obra responde a un claroscuro nunca resuelto. Nada es lo que parece, y lo que aparece pronto es desmentido.
Al inicio de la tragedia, Edipo es introducido por el coro como el mejor de los hombres. Es sabio porque ha vencido a la Esfinge y ha librado a Tebas de sus garras; es feliz porque vive amorosamente con su esposa Yocasta; es justo porque resguarda el bienestar de la ciudad. Pero todo se desmorona de manera que se nos muestra, al final de la obra, que Edipo es tambi¨¦n el m¨¢s m¨ªsero de los hombres.
La lecci¨®n m¨¢s dif¨ªcil de la tragedia griega, de su ¨¦tica y de su metaf¨ªsica, es la aceptaci¨®n de ese claroscuro que envuelve a la condici¨®n humana. El presente es una m¨¢scara del pasado y un sue?o del futuro; la luz es oscuridad; la profec¨ªa, enga?o; la visi¨®n, ceguera. Edipo es el protagonista absoluto de la tragedia de S¨®focles, pero desde las sombras, desde el universo de los presagios y los rumores, el ciego adivino Tiresias alcanza similar protagonismo. El que ve el presente y el que ve el futuro, el que es ciego y el que lo ser¨¢.
El gran claroscuro va, no obstante, m¨¢s all¨¢ del enfrentamiento entre Edipo y Tiresias para extenderse en c¨ªrculos conc¨¦ntricos que parten de Tebas y alcanzan a toda la humanidad. No es de extra?ar que el edificio argumental de Edipo rey se alce mediante una sucesi¨®n de or¨¢culos que desentra?an la doble identidad del rey de Tebas, quien de sabio y justo pasa a ser parricida e incestuoso. Los or¨¢culos poseen la luz oblicua del enigma y, como ¨¦ste, velan lo que revelan. Edipo, que ser¨ªa inocente de sus cargos en cualquier tribunal terrestre, es condenado por un destino que desborda todos los l¨ªmites humanos.
Pero, a pesar de lo que se cree habitualmente, la tragedia, donde la incertidumbre humana es elevada a obra del arte, no arroja ¨²nicamente a las tinieblas, sino que tambi¨¦n cura y redime. La ceguera se puede convertir en visi¨®n y la oscuridad en luz. El propio Edipo, que pas¨® de joven errante a rey tras vencer a la Esfinge, y de rey a ciego errante tras ser vencido por su ignorancia, se vence finalmente a s¨ª mismo con largos a?os de peregrinaje por los campos de Grecia.
Edipo en Colonos, la ¨²ltima tragedia de S¨®focles, escrita cuando el dramaturgo ten¨ªa 80 a?os, acoge este viraje en el destino de Edipo que, ciego y moribundo, llega a Colonos -la patria de S¨®focles, precisamente- para reconocerse definitivamente. Con la muerte prodigiosa de Edipo, con Teseo, el fundador de Atenas, como ¨²nico testigo, S¨®focles cierra el ciclo del h¨¦roe 'de los pies hinchados' y, aunque no se desvanece el claroscuro, nos consuela con la percepci¨®n de su grandeza.
Como toda obra maestra, el Edipo rey de S¨®focles nos es estrictamente contempor¨¢nea: es nuestra tanto como era de aquel p¨²blico ateniense del siglo V antes de Jesucristo. Esta contemporaneidad ha sido observada y mantenida por algunos artistas de nuestra ¨¦poca que, m¨¢s que adaptar, han vertido el enigma planteado por S¨®focles a la sensibilidad moderna.
Oedipus Rex, de Igor Stravinski, es un ejemplo excepcional de esta versi¨®n enigm¨¢tica. Apoyada en el lacerante texto de Jean Cocteau, que transforma la poes¨ªa de S¨®focles en el filo de una espada, la m¨²sica de Stravinski conserva la nitidez arquitect¨®nica de la tragedia al tiempo que expresa el poder del mito de Edipo, tan desgraciadamente heroico y a la vez, para nosotros los oyentes, tan ¨ªntimo.
No sabemos en qu¨¦ consist¨ªa exactamente la representaci¨®n tr¨¢gica, pero es probable que en alguna medida se aproxime al espect¨¢culo concebido por Stravinski y Cocteau. Tambi¨¦n al escuchar esta m¨²sica percibimos a aquel sabio, pobre, justo, ciego, visionario Edipo. Nuestro semejante.
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