La izquierda 'abertzale' acent¨²a el sometimiento a ETA con un nuevo partido m¨¢s radical
La generaci¨®n que creci¨® con la 'kale borroka' toma el control del nuevo partido independentista
Tras 22 a?os de existencia, Herri Batasuna (Unidad Popular) se ha reconvertido en Batasuna (Unidad). La formaci¨®n pol¨ªtica que aglutina al nacionalismo vasco independentista y violento ha necesitado dos a?os, el de la tregua y el siguiente, repleto de violencia, para efectuar su proyectada refundaci¨®n como partido que, finalmente, se ha reducido a que una nueva generaci¨®n de antiguos militantes de Jarrai -la que teoriz¨® e implant¨® hace ocho a?os la lucha callejera como una forma de coacci¨®n complementaria de la lucha armada- haya desplazado del poder interno a los viejos jefes de esta formaci¨®n pol¨ªtica. El proceso se inici¨®, sin embargo, con un objetivo contrario al resultado final. Sus impulsores, hoy pr¨¢cticamente desplazados, se propusieron 'adecuar' HB a la estrategia de tregua y convertirla en un partido pol¨ªtico aut¨®nomo de ETA, suficientemente atractivo para aglutinar a los sectores independentistas que confiaban en la l¨ªnea llamada soberanista emprendida con el Pacto de Lizarra.
Batasuna nace con los efectivos en desguace: 100.000 votantes menos y la mitad de los parlamentarios
Aquel proyecto ha cristalizado en una formaci¨®n pol¨ªtica que es una caricatura de lo que fue HB, si se tiene en cuenta que Batasuna nace con los efectivos en desguace: cerca de cien mil votantes menos que su mejor resultado como EH y un n¨²mero de parlamentarios en Vitoria reducidos a la mitad (siete) que, adem¨¢s, han perdido la capacidad pol¨ªtica de interferir en la gobernabilidad de la comunidad aut¨®noma. Claro que estos resultados, nefastos a todas luces, son consecuencia de la pol¨ªtica de sometimiento a la estrategia de ETA -violenta con los vascos espa?oles y retadora con el PNV- mantenida por la direcci¨®n de HB este ¨²ltimo a?o al evitar su condena. Sin embargo, la composici¨®n de la nueva Mesa Nacional de Batasuna ratificada ayer no augura precisamente una correcci¨®n en esa l¨ªnea, m¨¢s bien al contrario, parece tener una mayor sinton¨ªa con ella al compartir sus m¨¢ximos responsables una identidad generacional con los responsables de ETA. El proceso ahora culminado se inici¨® en septiembre de 1999, en condiciones m¨¢s que favorables para que HB ambicionara aglutinar a los peque?os grupos de izquierda e independentistas y convertirse en el gran partido de la izquierda nacionalista. Era la impulsora de un proyecto soberanista de cuyo ¨¦xito depend¨ªa la posibilidad de desplazar al PNV como fuerza hegem¨®nica. Pero la impaciencia de ETA en los ritmos de su implantaci¨®n -exig¨ªa ya un nuevo marco institucional unificado para los siete territorios vascos- y, sobre todo, la no renuncia a sus cl¨¢sicos m¨¦todos coactivos y violentos para conseguirlo, echaron a perder los esfuerzos de dirigentes de HB por prolongar la distensi¨®n.
La irrupci¨®n de ETA en este debate rompiendo la tregua y obligando a HB a abstenerse en las elecciones al Congreso de los Diputados como gesto rupturista origin¨® la primera decepci¨®n colectiva y fren¨® en seco la participaci¨®n, limitada desde entonces a los m¨¢s implicados en la lucha interna por el poder, originando el cl¨¢sico efecto de cierre de filas. El golpe de tim¨®n era consecuencia del acceso a la ejecutiva etarra de la generaci¨®n de Jarrai que creci¨®, a mediados de los noventa, conociendo como ¨²nica estrategia la desestabilizaci¨®n, que combinaba los asesinatos selectivos de ETA con la violencia callejera.
La legitimidad de la violencia como forma de lucha ha constituido el fondo del debate y ha sido el motivo por el que han acabado descolg¨¢ndose los trotskistas de Zutik, los electos navarros de Batzarre, incluso los abertzales franceses de AB, disconformes con la estructura 'nacional' de partido ¨²nico en las siete provincias vascas, que plantea Batasuna. Su retirada no ha impedido que al debate hayan concurrido ocho ponencias, si bien la oficial Bateginez (Unificando) recibi¨® un respaldo masivo (del 75%) con una apelaci¨®n inequ¨ªvoca: 'Todas las clases de lucha cobran importancia y todas son necesarias para construir la Euskal Herria que queremos'. Los datos de participaci¨®n oficiales hablan de un total de 4.804 participantes en 235 asambleas, lo que da una media de 20 asistentes.
Pese al hermetismo que caracteriza a estos procesos, era perceptible la existencia de tensiones en el seno de Bateginez, pactada entre el 'sector duro' de la vieja guardia, ahora m¨¢s moderado, y los j¨®venes de la desaparecida Jarrai. Las dos generaciones han compartido la Mesa Nacional de transici¨®n que ha dirigido el ¨²ltimo a?o de HB, con nefastos resultados electorales. Los viejos provocaron el ¨²ltimo intento de aportar moderaci¨®n a la reflexi¨®n pol¨ªtica -el duro Jos¨¦ Mar¨ªa Olarra dice que 'la realidad, como sucede habitualmente, no estaba en los extremos'-, pero en una asamblea celebrada en Renter¨ªa siete d¨ªas despu¨¦s del 13-M, la ¨²nica voz que atribuy¨® el fracaso electoral a la violencia de ETA fue radicalmente descalificada.
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