Perversa realidad
El asesinato de un abogado en su domicilio de Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid), ocurrido en la madrugada del jueves pasado, ha sacudido a la opini¨®n p¨²blica de nuestro pa¨ªs no s¨®lo por su muerte, sino por la extrema brutalidad del asalto, que afect¨® a la esposa y a las hijas de la v¨ªctima. Aqu¨¦lla result¨® herida de gravedad y ¨¦stas sufrieron diversas agresiones.
La vesania con que actu¨® el individuo detenido por la polic¨ªa, y al que acusan de lo ocurrido, dibuj¨® un cuadro de horror que ha sido primera p¨¢gina en casi todos los peri¨®dicos
En medio del furor informativo -leg¨ªtimo, por supuesto- que despierta un acontecimiento de estas proporciones surge un dato que aumenta, si cabe, la repugnancia: dos de las v¨ªctimas eran menores de edad.
El suceso no se explica por completo si no se cuenta algo de lo que le ocurri¨® a cada uno de los cuatro moradores de la casa, pero la existencia de menores plantea un grav¨ªsimo problema ¨¦tico de complicada soluci¨®n.
La perversa realidad determin¨® que el episodio ocurriese pasadas las cuatro de la madrugada del jueves y que durante todo el d¨ªa acaparase la atenci¨®n informativa de los medios audiovisuales. Radios y televisiones desmenuzaron lo ocurrido a lo largo de la jornada.
La verdad es que al d¨ªa siguiente la prensa escrita apenas pudo aportar nada verdaderamente significativo al relato de los hechos.
Para cuando los peri¨®dicos salieron, el viernes, se hab¨ªan visto y o¨ªdo los escenarios del crimen, muchos pormenores, m¨²ltiples testimonios y, sobre todo, se hab¨ªan conocido los nombres de los protagonistas.
Es posible que alg¨²n lector de este peri¨®dico haya echado en falta alg¨²n dato que pudo conocer el d¨ªa anterior por otros medios.
El Libro de estilo establece como norma general que 'las informaciones deben personalizarse: la profesi¨®n o cargo que desempe?a el protagonista de la noticia, su edad, estado civil y dem¨¢s circunstancias personales son elementos noticiosos de primer orden'.
Pero antes introduce una salvedad para determinados delitos contra la libertad sexual, de forma que no se pueda identificar a las v¨ªctimas. Tampoco a los autores de cualquier delito si son menores de edad, y, en consecuencia, es imprescindible aumentar las cautelas si son v¨ªctimas.
El Estatuto del Defensor establece que en su columna puede explicar 'c¨®mo se han elaborado las noticias y por qu¨¦ se tomaron determinadas decisiones'. Este asunto, por su trascendencia, merece esa explicaci¨®n.
El Defensor ha sabido que se suscit¨® un largo debate sobre el tratamiento que habr¨ªa de darse al suceso en el peri¨®dico.
El planteamiento m¨¢s radical propuso que se dieran solamente las iniciales del padre de familia asesinado, como modo m¨¢s dr¨¢stico de evitar identificaciones, y sin su fotograf¨ªa.
Pero de nuevo la perversa realidad puso encima de la mesa la evidencia de que el nombre de la v¨ªctima mortal se hab¨ªa difundido a lo largo de 24 horas.
Incluso la publicaci¨®n de iniciales pudiera haberse entendido, por parte de alg¨²n lector, como un extra?o intento del peri¨®dico para velar la identidad del hombre asesinado.
Se opt¨®, al final, por contar todas sus circunstancias personales, pero sin publicar los apellidos de la esposa herida y mencionando s¨®lo la edad de las hijas, para dejar constancia de que son dos menores, de forma que se evitase, en lo posible, su identificaci¨®n.
El peri¨®dico es consciente, seg¨²n explica su director adjunto, Jos¨¦ Mar¨ªa Izquierdo, de que en el c¨ªrculo m¨¢s inmediato de la familia -vecinos, amigos, conocidos, compa?eros de colegio- la identificaci¨®n de las v¨ªctimas con los pormenores de lo ocurrido a cada una es inevitable y tratar de impedirlo est¨¢ fuera del alcance del peri¨®dico.
El problema, a?ade, es de futuro: que dentro de cinco, diez o veinte a?os, cuando se haya olvidado lo ocurrido y se diluya en la memoria colectiva, nadie pueda rastrear en el peri¨®dico el nombre y apellidos de alguna de las v¨ªctimas ultrajadas por el autor de la masacre.
La reflexi¨®n final que puede suscitar este horripilante suceso gira en torno a la necesidad de mantener el m¨¢ximo rigor en la protecci¨®n de los menores, cuando no se encienden las alarmas, como ocurri¨® en esta ocasi¨®n, por tratarse de acontecimientos o sucesos sin tanta relevancia.
Disputas caseras
En los ¨²ltimos meses, y por distintos motivos, el peri¨®dico ha recogido en la secci¨®n de cartas de los lectores disputas entre algunos de sus colaboradores habituales.
En todas las ocasiones, alg¨²n lector ha mostrado su malestar. Como s¨ªntesis de esta actitud valga esta carta, recibida el pasado jueves y que firma Ram¨®n Rabu?al desde Lugo:
'La secci¨®n de cartas al director debe ser para uso de los lectores, y no para que los articulistas del peri¨®dico diriman sus disputas, como anteriormente hicieron Fernando Savater y Eduardo Haro, y actualmente, Javier Mar¨ªas y Juan Goytisolo. Creo que entre sus columnas peri¨®dicas y sus apariciones en otras secciones ya ocupan bastante espacio. S¨®lo falta que aparezcan en Deportes, secci¨®n Lucha Libre'.
Estos episodios pueden tener excepciones, pero el Defensor, o¨ªdos otros muchos testimonios, quiere dejar constancia escrita de la opini¨®n de este lector.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.