Aznar nos quiere rega?ar
Hoy comienza el debate sobre el estado de la Naci¨®n pero desde hace d¨ªas estamos siendo informados de c¨®mo lo han preparado sus protagonistas, empezando por el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que abrir¨¢ el turno de intervenciones con uno de esos discursos omnicomprensivos a base de lucha antiterrorista, ¨¦xitos econ¨®micos, consensos alcanzados, agua del Plan Hidrol¨®gico para todos, avances en la integraci¨®n de los inmigrantes, logros en la Uni¨®n Europea, ¨¢lbum de estampas con el presidente Bush all¨¢ en el rancho grande de Quintos de Mora, mayores recursos para la asistencia p¨²blica sanitaria y garant¨ªas de blindaje frente a las vacas enloquecidas. Pero, por si toda esta exhibici¨®n fuera insuficiente, los pocos asesores que todav¨ªa cuentan de verdad en Moncloa quieren invertir el orden natural de estos debates de forma que, en lugar de un examen a quien est¨¢ en el poder, la ocasi¨®n se convierta en una exigencia de graves responsabilidades a la oposici¨®n y a sus l¨ªderes, en particular al del Grupo Socialista, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Se dir¨ªa que Aznar, imbuido y recalentado hasta los 40 grados, nos quiere rega?ar a todos.
Por su parte, el secretario general del PP, Javier Arenas -ese tit¨¢n de la pol¨ªtica, como le defini¨® ayer mismo el ministro de la Presidencia, Juan Jos¨¦ Lucas, en el programa Hoy por Hoy que dirige I?aki Gabilondo en la Cadena SER-, viene hablando con tanta exageraci¨®n como desmemoria de la infame cacer¨ªa a la que el PSOE habr¨ªa sometido al ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqu¨¦. Al mismo tiempo, Arenas y Luis de Grandes han desaconsejado a los socialistas que hablen de corrupci¨®n en el debate advirti¨¦ndoles de que, en caso contrario, ser¨ªan replicados con todas sus consecuencias. O sea, que el secretario general del PP ofrece algo as¨ª como un pacto de encubrimiento mutuo de irregularidades, en claro perjuicio para los ciudadanos, siempre gananciosos cuando los abusos se ventilan con luz y taqu¨ªgrafos en lugar de ser relegados mediante oscuras condonaciones con cargo inevitable al contribuyente. Si se procediera con ocultaciones y oscurecimientos impunes en aras de la dispensaci¨®n de mutua indulgencia, ?d¨®nde habr¨ªa quedado aquel pacto con los electores exhibido por Aznar cuando la campa?a electoral del 95? Pero, adem¨¢s, cualquiera que sea hoy y ma?ana la actitud del l¨ªder socialista respecto a Piqu¨¦, todo observador atento sabe que los ataques al ministro tienen su origen en G¨¦nova donde ya le consideran un lastre a eliminar cuanto antes.
De creer a la prensa gubernamental, cuando apenas ha transcurrido un a?o desde la segunda investidura de Aznar en abril de 2000, ya se habr¨ªan cumplido todos los compromisos asumidos en aquella intervenci¨®n program¨¢tica. Tendr¨ªamos por delante casi tres a?os m¨¢s sin programa: un mero decaer con final previsible de reyerta sucesoria. Claro que un repaso menos complaciente deja al aire algunas verg¨¹enzas como la par¨¢lisis inexplicada que afecta a la prometida ley de financiaci¨®n de los partidos, origen de muchas de las m¨¢s graves corrupciones. Otra cuesti¨®n afecta a la revisi¨®n del sistema p¨²blico audiovisual cuyas cotas de manipulaci¨®n sectaria han dejado muy atr¨¢s las deleznables pr¨¢cticas de cuando los socialistas. Asombra recordar c¨®mo los del PP denunciaban en la oposici¨®n el proceder de algunos esbirros socialistas en TVE y comprobar que se han limitado a un cambio de esbirros para continuar y ampliar la manipulaci¨®n de que fueron v¨ªctimas, aplic¨¢ndosela ahora a sus antiguos verdugos.
Pero llegados a una ocasi¨®n como la de hoy se recomienda la lectura del libro Zigzag, de Hans Magnus Enzensberger, editado por Anagrama. Sobre todo el cap¨ªtulo titulado Compadezcamos a los pol¨ªticos. All¨ª figura una inteligente descripci¨®n de c¨®mo les est¨¢ vedado exteriorizarse mientras se les exige que hablen continuamente, de c¨®mo quedan obligados a una p¨¦rdida de su soberan¨ªa temporal y de c¨®mo se les reduce al aislamiento social estando, sin embargo, impedidos de permanecer a solas. Brind¨¦mosles al menos nuestra compasi¨®n anal¨ªtica.
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