Montesinos regresa
La fulminante deportaci¨®n de Vladimiro Montesinos a Lima tras su captura en Caracas anticipa presumiblemente el ¨²ltimo cap¨ªtulo relevante en la vida del hombre que durante diez a?os, en connivencia con el huido presidente Fujimori, consigui¨® transformar Per¨² en un laboratorio de corrupci¨®n pocas veces igualado. A Montesinos le ser¨¢ aplicable una buena parte del C¨®digo Penal peruano si se prueba en los tribunales su implicaci¨®n desde 1990 en delitos que van desde el tr¨¢fico de armas y drogas hasta la tortura, pasando por el soborno, el enriquecimiento il¨ªcito o la organizaci¨®n de escuadrones de la muerte.
Sometidos de nuevo a la devastaci¨®n de un grave terremoto, los peruanos tienen al menos el consuelo m¨ªnimo de saber que su enemigo p¨²blico n¨²mero uno va a enfrentarse con la justicia tras ocho meses de escapada. El otro yo de Fujimori debe de tener mucho que contar sobre la d¨¦cada en que consigui¨® corromper y manipular -hay de por medio una aut¨¦ntica videoteca grabada por ¨¦l mismo como prueba- a jueces, diputados, jefes militares, empresarios y periodistas. La red tejida por Fujimori y Montesinos es probablemente uno de los experimentos de deslegitimaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s cient¨ªficos e intensos ocurridos en Latinoam¨¦rica al amparo de un pretendido sistema democr¨¢tico.
A un mes de su toma de posesi¨®n, el presidente electo, Alejandro Toledo, ha recibido un regalo significativo de Hugo Ch¨¢vez, quien ha cumplido al pie de la letra su anuncio en la cumbre andina de Valencia de devolver al capturado Montesinos 'en menos que canta un gallo'.
Con Montesinos entre rejas, a Toledo, que recibe del Gobierno provisional de Per¨² un notable esfuerzo saneador, le ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil aplicar la cirug¨ªa radical que su pa¨ªs necesita para recuperar la autoestima y la credibilidad de sus instituciones. En particular las Fuerzas Armadas, algunos de cuyos mandos est¨¢n ya en prisi¨®n, y que necesitan un desguace moralizador tras los largos a?os en que sus m¨¢s altos responsables han sido simples instrumentos al servicio de los designios del presidente y de su brazo ejecutor.
Los d¨ªas y semanas venideros ir¨¢n deparando detalles tanto sobre las andanzas de Montesinos y su apresamiento como de los entresijos de su etapa de poder sin restricciones. Pero ya hay una significativa moraleja sobre su imparable ascensi¨®n y ca¨ªda: la creciente dificultad de los grandes delincuentes para esconderse de sus atrocidades. Pese a sus conocidas dotes escapistas y a su fortuna -tan imprecisa como formidable-, Montesinos no ha conseguido eludir m¨¢s que unos pocos meses su destino. Desde su santuario japon¨¦s, su c¨®mplice Fujimori estar¨¢ desde hoy un poco menos tranquilo.
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