De espectadores a protagonistas

Despu¨¦s de seis a?os de apoyo mutuo entre CiU y PP, aunque no siempre proporcionalmente rec¨ªproco, Jordi Pujol, con la aquiescencia del mismo Aznar, nos ha acostumbrado a sacarse de la chistera, de forma m¨¢s o menos regular, el conejo de las disputas. Con esta vieja f¨®rmula ha intentado marcar distancias y fidelizar electorado. Cuestiones sin duda importantes como el decreto de humanidades, el debate sobre la lengua o la denunciada y evidente vocaci¨®n jacobina del Ejecutivo de Aznar son algunos de los desencuentros recientes entre ambas formaciones, que de enfatizarse regular y oportunamente, podr¨ªan contribuir, seg¨²n creen algunos, a la ansiada remontada convergente. Para ello es preciso continuar incitando debates que permitan el distanciamiento tan necesario entre ambas formaciones; en dicha l¨®gica es m¨¢s importante la escenificaci¨®n que no la definitiva resoluci¨®n de debates sobre la lengua o la necesidad de las selecciones deportivas catalanas. Lo cierto es que no son las cuestiones, sino su escenificaci¨®n la que propicia el litigio entre PP y CiU. De esta manera empiezan a calentar motores para cuando haya que romper peras, llevan a cabo la campa?a de rigor, y a la vez contribuyen a esconder bajo la alfombra los grandes asuntos pendientes para el desarrollo de Catalu?a.

La pol¨ªtica de CiU se centra m¨¢s en crear escenarios vistosos que debates realmente interesantes

Pero en este c¨¢lculo fallan dos de los ingredientes de la cl¨¢sica receta. En primer lugar, el debate pol¨ªtico catal¨¢n viene centr¨¢ndose en los ¨²ltimos tiempos en la controversia entre izquierda y derecha y no en el binomio Catalu?a-Espa?a. En segundo lugar, de poco sirve ense?ar Els segadors si paralelamente se negocia, m¨¢s pendientes de la venta del acuerdo que del pacto en s¨ª, algo tan fundamental como el sistema de financiaci¨®n. A d¨ªa de hoy el consejero Homs no es capaz de concretar qu¨¦ le va a suponer a Catalu?a en cuanto a incremento de recursos o en materia de autonom¨ªa fiscal. Pese a ello continuamos con la sempiterna teatralizaci¨®n de la pol¨ªtica, tan propia de planteamientos cortoplacistas y de gobiernos sin proyectos con visi¨®n de futuro. Suerte tenemos de que tanto teatro, frecuentemente convertido en comedia, haya permitido adquirir los h¨¢bitos del buen espectador al conjunto de la ciudadan¨ªa, que ha aprendido a distinguir entre el debate pol¨ªtico de lo que es un mero sainete.

Ahora bien, el mayor elemento de preocupaci¨®n es el sorprendente contagio que se ha dado en la pol¨ªtica catalana por las ganas de actuar. Lo que era la t¨ªpica y t¨®pica pr¨¢ctica pujolista de escenificar odios y enfados que se quedaban a menudo en la superficialidad, parece haberse transmitido a parte de la oposici¨®n. Cu¨¢l puede ser si no la explicaci¨®n de que Maragall se haya enfrascado en una moci¨®n de censura a dos a?os vista de las elecciones, qued¨¢ndose en la superficialidad del tacticismo parlamentario y dejando de lado lo que en cualquier caso deber¨ªa de ser motivo de la acci¨®n parlamentaria en un momento como el actual: poner en evidencia el desgobierno existente. El problema de Catalu?a no era hace unos meses saber si la ley del conseller en cap era legal o hoy conocer si la moci¨®n es a tres o a uno. Lo peor que podr¨ªa pasarnos a catalanes y catalanas es continuar sometidos a dos a?os y medio de falta de acci¨®n pol¨ªtica, de debilidad para negociar en Europa y en Madrid, y de continuidad en lo que son las pol¨ªticas de CiU. Tenemos sobre la mesa la involucionista reforma de la Ley de la Corporaci¨®n de Radio y Televisi¨®n de Catalu?a, d¨¦ficits sin precedentes en materia de educaci¨®n o una consejer¨ªa de Medio Ambiente con el territorio y el mundo ecologista al borde de la sublevaci¨®n. Ante tal panorama, continuar escenificando s¨®lo sirve para perpetuar la situaci¨®n.

En ese contexto ser¨ªa oportuno poner el ¨¦nfasis en propuestas encaminadas por un lado en el diagn¨®stico de par¨¢lisis, agotamiento y debilidad del Gobierno y por otra parte en sus posibles salidas. Una moci¨®n de censura derrotada, aunque fuese en el mejor de los casos por un solo voto, contribuir¨ªa a incrementar el hast¨ªo de la ciudadan¨ªa en los dimes y diretes de la pol¨ªtica catalana. La posibilidad de hacer que CiU cambie de bando tampoco servir¨ªa para acabar con este fin de etapa y, por supuesto, condicionar¨ªa cualquier cambio de rumbo del futuro Gobierno de la Generalitat. Despu¨¦s de veinte a?os de gobiernos y pol¨ªticas convergentes, desde la perspectiva de mucha gente que se siente de izquierdas, las urgencias hist¨®ricas no se sit¨²an en la sucesi¨®n, sino en el relevo. La apuesta es, por tanto, m¨¢s de cambio que de recambio. Para que este cambio se pueda dar, o como m¨ªnimo para finalizar con la par¨¢lisis de la acci¨®n de gobierno, es necesario un avance electoral que permita al conjunto de la ciudadan¨ªa pasar de espectadores a protagonistas, y adem¨¢s acortar la crisis que supone situarse en el interregno entre el fin y el nacimiento de diferentes etapas. Y si bien es dif¨ªcil que Pujol decida esta vez hacer un acto patri¨®tico mas all¨¢ de las necesidades de su partido y de su candidato, y convocar elecciones, m¨¢s quim¨¦rico a¨²n es pensar que a estas alturas se puede cambiar de partener, o incluso cambiar de pol¨ªtica.

Joan Herrera es portavoz de Iniciativa per Catalunya-Verds.