El pasado, ?otro pa¨ªs?
El pasado es otro pa¨ªs, afirma un dicho ingl¨¦s. El aforismo viene a sostener que la experiencia de la mirada retrospectiva no es muy distinta a un viaje donde contemplamos panoramas diferentes de aquellos en los que se desenvuelve nuestra existencia cotidiana. Cualquier bachiller medianamente formado dudar¨ªa de una locuci¨®n que niega continuidad a las sociedades e ignora el lugar de los antecedentes en las trayectorias individuales y colectivas. El pasado contribuye a explicar el presente, seamos o no conscientes de ello, del mismo modo que la vida sigue aunque lo desconozcamos todo sobre el principio de la relatividad o las funciones del bazo.
A diario descubrimos que son frecuentes las actitudes alentadas por un estado de opini¨®n pr¨®ximo al aserto ingl¨¦s, o gracias a la opini¨®n que pretende crear estado. Pensemos en la memoria que se transmite de la guerra civil, los a?os de plomo del franquismo o el desarrollismo de los sesenta. La primera es asimilada a una fatal incomprensi¨®n que ocasion¨® excesos inconcebibles; de la posguerra suele hacerse abstracci¨®n del r¨¦gimen y se destaca la carest¨ªa y el m¨¦rito de la supervivencia; de los sesenta queda la imagen en blanco y negro de un raqu¨ªtico subdesarrollo en v¨ªas de superaci¨®n. Son estampas, en efecto, que parecen extra¨ªdas de otro pa¨ªs hasta que, por ejemplo, en los viejos noticiarios logramos reconocer ataviado con uniforme de gala del Movimiento Nacional al hoy presidente de honor del Partido Popular, Manuel Fraga.
A los 25 a?os de la instauraci¨®n de la democracia persiste la idea de que es preferible no remover cuanto guarde relaci¨®n con aquellos tiempos. ?nicamente la Iglesia cat¨®lica camina en sentido contrario, con su legi¨®n de 'm¨¢rtires de la fe'. El pasado, sin embargo, retorna peri¨®dicamente. La exhumaci¨®n del proceso penal al que se vio sometido el profesor Juan Peset recupera una nueva e ignominiosa p¨¢gina del franquismo. Marc Bald¨®, Mar¨ªa Fernanda Mancebo y Salvador Albi?ana son los autores de un encomiable trabajo de recuperaci¨®n hist¨®rica que permite conocer de manera descarnada la naturaleza y los mecanismos de la represi¨®n del r¨¦gimen implantado en 1939. El doctor Peset Aleixandre hab¨ªa sido rector de la Universidad de Valencia de 1932 a 1934 y en 1936 fue elegido diputado a Cortes en las listas del Frente Popular por Izquierda Republicana, el partido que presid¨ªa en la provincia de Valencia. De nada le vali¨® su dedicaci¨®n a tareas humanitarias antes y durante la contienda, ni el auxilio prestado a los perseguidos de las milicias. Por dos veces fue sometido a consejo de guerra en marzo de 1940. La primera sentencia le impuso la pena de muerte y recomend¨® el indulto. Dos d¨ªas despu¨¦s la Delegaci¨®n de Sanidad de Falange remit¨ªa al auditor de guerra el texto de una conferencia que Peset hab¨ªa pronunciado en 1937 y lograba una segunda sentencia en la que se omit¨ªa la menci¨®n a la posible medida de gracia. En mayo de 1941 el Ministerio del Ej¨¦rcito certificaba el 'enterado' de Franco y poco despu¨¦s el reo era fusilado.
Proc¨¦s a Joan Peset Aleixandre proporciona una semblanza del personaje, analiza el proceso sumar¨ªsimo e incluye una reproducci¨®n facs¨ªmil del expediente. La publicaci¨®n de un material tan revelador ha estado acompa?ada de un merecido homenaje universitario. La ocasi¨®n ha servido para que el actual rector anunciara que la Universidad reclamar¨¢ al ministro de Defensa la revocaci¨®n de la sentencia por la que se conden¨® a su lejano predecesor, un hombre bueno en el m¨¢s exacto sentido machadiano.
Las reparaciones hist¨®ricas poseen un poderoso car¨¢cter simb¨®lico. Todos sabemos que no mueven un ¨¢pice los hechos ni sus efectos sino que m¨¢s bien sirven al presente y buscan proyecci¨®n de futuro. La genuflexi¨®n de Willy Brandt ante el monumento al gueto de Varsovia en 1970 hizo m¨¢s por la reconciliaci¨®n alemana con los jud¨ªos y los polacos que muchas palabras. La coherencia es un requisito de cualquier reparaci¨®n y en su ausencia anida la sospecha de oportunismo. Juan Pablo II ha pedido perd¨®n por los excesos de la Inquisici¨®n en siglos pasados a la vez que manten¨ªa la condena que en 1985 impuso la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe al franciscano Leonardo Boff por un libro sobre la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. La exigencia de rectificaci¨®n debe evitar tambi¨¦n situaciones extempor¨¢neas. Hace algunos a?os varios diputados auton¨®micos pretendieron que el rey Juan Carlos se disculpase por la actuaci¨®n de Felipe V en la guerra de Sucesi¨®n que condujo a la supresi¨®n de los fueros valencianos en 1707. El gesto simb¨®lico -lo era ante todo pensando en los electores- procedi¨® de pol¨ªticos que inesperadamente mudaban la condici¨®n de ciudadanos por la de s¨²bditos y esperaban nada menos que un favor real en raz¨®n de la continuidad din¨¢stica, con olvido de que la legitimidad institucional de la monarqu¨ªa y sus funciones nac¨ªan de la Constituci¨®n de 1978. Por una l¨®gica similar pod¨ªa esperarse de las autoridades universitarias que pidieran p¨²blico perd¨®n por las expulsiones y otras persecuciones dispuestas o permitidas por los rectores durante la etapa franquista contra profesores y estudiantes. Al parecer la pol¨ªtica medi¨¢tica reclama pr¨¢cticas gestuales. Pero ser¨ªa desconcertante descubrir que el ministro de Defensa pueda hoy ser considerado sucesor de la autoridad militar establecida en 1939 y posea competencias para enmendar o anular sentencias de entonces.
Al solicitarse la revisi¨®n de un juicio de clara naturaleza pol¨ªtica se hace entrar el caso del doctor Peset en el terreno de los errores judiciales que deben ser reparados, pero eso s¨®lo es posible haciendo abstracci¨®n de la situaci¨®n general que comprendi¨® a los vencidos y se cobr¨® decenas de miles de vidas. ?Por qu¨¦ no revisar cada una de las sentencias condenatorias dictadas por los vencedores? Y puestos a retrotraer los principios del estado de derecho que nos rige, ?se revisar¨ªan tambi¨¦n los juicios celebrados por los tribunales populares durante la guerra sin garant¨ªas procesales para los detenidos? Adem¨¢s de concluir que el horror es un error, ?habremos mejorado nuestra comprensi¨®n de los fen¨®menos que explican esa p¨¢gina del ayer? La petici¨®n al ministro la encabeza un historiador que seguramente no ha olvidado las sencillas reglas del oficio en los casi tres lustros que lleva de dedicaci¨®n a tareas de gesti¨®n acad¨¦mica. No faltar¨¢ quien conjeture que el gesto guarda relaci¨®n con la agenda p¨²blica futura de quien en unos meses ha de abandonar la condici¨®n de rector.
Cuando es posible encontrar m¨¢s informaci¨®n sobre los a?os de posguerra en la canci¨®n de Joaqu¨ªn Sabina De pur¨ªsima y oro que en el bagaje cultural de la mayor¨ªa de los universitarios, m¨¢s valdr¨ªa devolver la memoria sobre parcelas del pasado en lugar de pensar en abolirlo selectivamente. Y antes de que la raz¨®n pragm¨¢tica acabe de adue?arse de nuestras universidades, bien podr¨ªan ofrecer a cuantos estudiantes lo desearan la oportunidad de conocer los dos ¨²ltimos tercios del siglo XX espa?ol, sin ocultamientos ni prejuicios, teniendo por objetivo la formaci¨®n de un pensamiento informado y cr¨ªtico, el que se espera de un profesional, mejor, de todo ciudadano. Porque el pasado es otra forma de comprender el mismo pa¨ªs.
Jos¨¦ A. Piqueras es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Jaume I.
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