'Huarito, t¨² probar¨¢s mis alimentos'
El ex asesor presidencial teme que quieran envenenarlo
Vladimiro Montesinos, devoto de Sarita Colonia, patrona de los reclusos, recibi¨® con una sonrisa forzada a cada uno de los fiscales anticorrupci¨®n que le visitaron, y le temblaban las manos durante la firma de los oficios sumariales y al estampar sus huellas digitales. Temiendo ser envenenado, pidi¨® al coronel de la Polic¨ªa Judicial Hermes Huaroto Zumari que probara su comida: 'Huarito, t¨² probar¨¢s mis alimentos'. Vest¨ªa vaquero y zapatillas deportivas. Pidi¨®, y le fue concedido, un encuentro con su esposa y dos hijas. 'Ellas no tienen nada que ver'.
Una cazadora color crema ocultaba el chaleco antibalas dispuesto para proteger la vida de un hombre con informaci¨®n suficiente para el encarcelamiento de un buen n¨²mero de compatriotas corruptos. A no dudar, aquellos que se ven entre rejas lo desear¨ªan muerto. Antes de las diligencias, se le leyeron los art¨ªculos correspondientes de la Convenci¨®n Americana de Derechos Humanos, y del C¨®digo de Procedimientos Penales, que consagran la presunci¨®n de inocencia y el derecho a la defensa. 'Me toc¨® perder', coment¨® al ministro del Interior, Antonio Ket¨ªn, en el momento de su entrega por las autoridades venezolanas. Hab¨ªa perdido la libertad, y entre 10 y 15 kilos, cuya desaparici¨®n disimulaba en parte el blindaje.
El reo acusado de haber robado cientos de millones de d¨®lares al Estado afirm¨® haber padecido penurias econ¨®micas durante los ocho meses de huida. Para demostrarlo vaci¨® los bolsillos y, entre los resguardos de pagos efectuados en Caracas, asom¨® una estampa de Sarita Colonia. 'Seguramente pidi¨® su protecci¨®n para seguir cometiendo fechor¨ªas', interpret¨® el psicoanalista Raimundo Rey de Castro.
Contrariamente a las afirmaciones de varias cr¨®nicas fechadas en Caracas, los dos m¨¦dicos que practicaron un primer an¨¢lisis al preso no encontraron se?ales de que se hubiera sometido a una operaci¨®n de cirug¨ªa est¨¦tica para burlar a la justicia. La apariencia de Montesinos era la de siempre, aparte de su delgadez, de una calvicie sin los cuatro pelos al rev¨¦s que la disimularon durante a?os y de un acentuado cuadro de ansiedad.
'S¨®lo presenta una cicatriz en la regi¨®n umbilical, producto de una intervenci¨®n por c¨¢lculos en la ves¨ªcula', inform¨® Roger Pacheco. La arritmia cardiaca era, al parecer, antigua. La presencia de periodistas en los pasillos del Palacio de Justicia, donde ocup¨® una celda de 20 metros cuadrados, incluido un ba?o, atemoriz¨® al otrora azote de los medios de comunicaci¨®n cr¨ªticos. Pidi¨® a un polic¨ªa que, por favor, le cubrieran las esposas con un jersey, y entonces avanz¨® hacia las c¨¢maras con una mueca que revisti¨® el formato de sonrisa.
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