Macedonia se abisma
La volatilidad de Macedonia bordea el descontrol. Pactos o treguas se hacen y deshacen en un d¨ªa, la atm¨®sfera es de creciente caos y los acontecimientos van en direcci¨®n contraria a la avanzada por la OTAN. La Alianza est¨¢ dispuesta a enviar sus fuerzas para desarmar a la guerrilla si los partidos eslavos y albaneses se ponen antes de acuerdo en un marco de reforma constitucional. Pero en el clima pol¨ªtico de la antigua rep¨²blica yugoslava, con un Gobierno de unidad d¨¦bil y dividido entre pacificadores y belicistas y una brecha ¨¦tnica cada vez m¨¢s acentuada por la violencia incesante, la consecuci¨®n de un pacto ecu¨¢nime parece cada vez m¨¢s lejana.
La Uni¨®n Europea acaba de destinar a Skopje a un enviado permanente -Jacques L¨¦otard, impuesto por Par¨ªs- para intentar atajar el incendio. La situaci¨®n deriva hacia un escenario en el que la acci¨®n del poder pol¨ªtico es cada vez m¨¢s irrelevante y el rumbo de los acontecimientos puede ser dictado por el ¨²ltimo incidente en cualquier rinc¨®n del pa¨ªs. Esta semana, la evacuaci¨®n por la OTAN de un grupo de guerrilleros armados de una localidad pr¨®xima a la capital, operaci¨®n pactada con el Gobierno, ha estado a punto de desatar una insurrecci¨®n del eslavismo m¨¢s extremista. El intento de asalto al Parlamento forz¨® el escape del presidente Bor¨ªs Trajkovski, un moderado.
Las potencias occidentales han aprendido poco en los Balcanes, pese a la d¨¦cada transcurrida desde el comienzo de las guerras de descomposici¨®n de la antigua Yugoslavia. No era dif¨ªcil prever que la siembra aniquiladora de Slobodan Milosevic -iniciada en Eslovenia y tan devastadoramente extendida a Bosnia, Croacia o Kosovo- acabara prendiendo en Macedonia, un fr¨¢gil experimento entre una mayor¨ªa eslava dominante y una minor¨ªa dominada de origen alban¨¦s. Sobre todo despu¨¦s de que la ocupaci¨®n por la OTAN del fronterizo Kosovo dejase sin prop¨®sito a una confusa guerrilla bien engrasada econ¨®micamente, que tiene en Macedonia un campo f¨¦rtil en forma de contencioso ¨¦tnico no resuelto, pero afrontado hasta hace poco en un marco de convivencia.
Pese a haber invertido recientemente un gran caudal de energ¨ªa pol¨ªtica, la UE y la OTAN no han asumido la facilidad con que el polvor¨ªn macedonio puede convertirse en deflagraci¨®n general. La parsimoniosa estrategia prevista por Bruselas -reforma constitucional m¨¢s alto el fuego, seguida de negociaciones para desarmar a los rebeldes- est¨¢ al borde del naufragio precisamente por la sencillez con que en un contexto tan degradado por la violencia los extremistas de uno y otro bando pueden atraer a su campo a los m¨¢s indefinidos. La explosi¨®n del miedo ¨¦tnico y de la tensi¨®n contenida es un fen¨®meno tr¨¢gicamente familiar en la regi¨®n. Desde febrero, casi 100.000 personas han huido de Macedonia.
La OTAN no puede invadir Macedonia para detener los combates. Pero s¨ª puede ser f¨¦rrea en el control de la frontera con Kosovo y meridiana en disipar cualquier expectativa de partici¨®n que pudieran acariciar los insurgentes albaneses. Como debe serlo la UE en su renovaci¨®n inequ¨ªvoca de apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico al Gobierno prooccidental de Skopje, condicionado a su mesura militar. Pero, en cualquier caso, los estrategas de una y otra organizaci¨®n har¨ªan bien en poner a punto un escenario alternativo y menos sometido al estricto cumplimiento por todos los implicados de una secuencia de condiciones que hoy parecen imposibles. Por las grav¨ªsimas implicaciones de un estallido en Macedonia para la estabilidad regional y el conjunto de Europa, la situaci¨®n exige de los poderes occidentales una agenda flexible y en¨¦rgica, de inmediato cumplimiento y pegada a la cr¨ªtica situaci¨®n sobre el terreno. Diez a?os de tragedia balc¨¢nica son suficientes.
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