El impuesto europeo

El actual modelo de financiaci¨®n del presupuesto de la UE, basado en aportaciones nacionales, ya no es sostenible en el siglo XXI.

El devenir de los hechos (como por ejemplo la 'irreversible' maxiampliaci¨®n o la inminente creaci¨®n de una defensa europea) demuestra la necesidad de incrementar la dotaci¨®n financiera de un presupuesto com¨²n que, al nutrirse de acuerdo con las riquezas de los Estados miembros, no s¨®lo es fuente permanente de conflictos nacionales, sino que adem¨¢s conlleva a su congelaci¨®n (ning¨²n pa¨ªs europeo, sea rico o pobre, est¨¢ dispuesto a asumir mayores contribuciones).

Ante este callej¨®n sin salida, parece ser que la ¨²nica soluci¨®n viable es crear un impuesto europeo.

Y en este sentido, antes de nada debe quedar bien claro que este impuesto com¨²n no puede suponer una mayor carga fiscal para los ciudadanos y las empresas europeas. Es por ello que su financiaci¨®n se deber¨ªa hacer por medio de una transferencia fiscal paulatina desde los Estados miembros hacia la Comunidad, estableciendo un calendario vinculante por medio de fases sucesivas. No en vano, as¨ª se consigui¨® crear la moneda ¨²nica, el euro.

Con todo, lo mejor de este impuesto europeo es su car¨¢cter, m¨¢s razonable y ecu¨¢nime que el actual sistema de contribuciones nacionales. Y es que lo l¨®gico es que la UE se encamine hacia un sistema financiero en el que los ciudadanos europeos ricos -sean alemanes, italianos o espa?oles- paguen m¨¢s que los ciudadanos europeos pobres.-