Con Mostovoi no basta
El Celta ech¨® de menos a otras estrellas y no pudo con la disciplina del Zaragoza
Cinco minutos bastaron para que se hiciera la luz. La culpa fue de Mostovoi, que se las gasta como nadie en momentos en que todos dudan. Le cubr¨ªa Gurenko, cierto es; adem¨¢s por todo el campo, en uno de esos marcajes prehist¨®ricos, de los del aliento en el cogote, que se dec¨ªa tiempo atr¨¢s. Como si no. Cinco minutos le bastaron al ruso para desequilibrar, para irse de uno, dos, tres rivales, quiz¨¢ alguno m¨¢s, antes de encarar a los centrales, Paco y Aguado, que salieron a detener la internada de Mostovoi y le vieron pasar por entre ellos, rebote incluido, antes de darse la vuelta y comprobar c¨®mo Mostovoi levantaba la cabeza, miraba a Lainez y le bat¨ªa con un sutil toque de izquierda. No par¨® ah¨ª el recital y dej¨® en la retina jugadas como aquella en la que le hizo un t¨²nel de tac¨®n a un rival dentro del ¨¢rea.
- Vellisca. Abander¨®, all¨¢ en su banda izquierda, la reacci¨®n del Zaragoza. Desbord¨® una y otra vez, paraliz¨® a Velasco, que se qued¨® en la cueva y no fue capaz de asomarse al ataque, y result¨® determinante para encontrar v¨ªas de salida. Se atascaba el Zaragoza, bal¨®n a Vellisca. Y se acab¨® el atasco.
- Jayo. S¨®lo se parece a Mazinho en el f¨ªsico, por aquello de que es tan menudo como el brasile?o. ?ste repart¨ªa, lo hac¨ªa f¨¢cil, tuya-m¨ªa, r¨¢pido, a un toque. Jayo reparte m¨¢s bien poco, pero roba, presiona, molesta y desespera. Ayer mantuvo en pie a los suyos antes de pleg¨® velas ante Jos¨¦ Ignacio y Acu?a. Busc¨® la ayuda de Giovanella, al que encontr¨® menos de lo previsto.
- Aguado. Dejarle suelto a la salida de un c¨®rner o de una falta que pueda volar sobre el ¨¢rea es una manera como otra cualquiera de suicidarse. Minuto 23: Falta que lanza Acu?a, cabezazo de Aguado. Gol.
- Jamelli. Anda lejos de ser el prototipo de delantero centro. Habitualmente vive acomp?ado por Yordi o Esn¨¢ider, que descargan de trabajo. Ayer no tuvo socios de ese corte en el ataque, pero solvent¨® ese hecho con inteligencia. Bascul¨® a uno y otro lado y abri¨® pasillos por los que se internaran Juanele, Acu?a o Jos¨¦ Ignacio. Por uno deellos se introdujo este ¨²ltimo poco antes de que Berizzo le derribara. Se miraron los zaragocistas para decidir qui¨¦n lanzaba el penalti, pero cuando se quisieron dar cuenta, Jamelli ten¨ªa el bal¨®n en su poder. ?Qui¨¦n dijo nervios?
- Acu?a. Su ascendencia sobre el juego del Zaragoza acostumbra a ser enorme. Ayer apareci¨® cuando fue necesario, en esos ratos en los que el Celta despertaba. Dos env¨ªos desde 40 metros hacia Vellisca le bastaron para que el rival frenara su ¨ªmpetu inicial.
- Catanha. Ap¨¢tico, solitario y con pocas ganas de molestar, demostr¨® por qu¨¦ lleva una racha horrorosa -ha marcado s¨®lo un gol en los ¨²ltimos dos meses- y ayer acab¨® de redondear tan poibre estad¨ªstica. Luch¨® el Zaragoza ante los comit¨¦s disciplinarios del f¨²tbol espa?ol para que Paco fuera de la partida, por aquello de atarle en corto, quiz¨¢, pero Catanha no necesit¨® ayuda alguna para anularse. Tard¨® una hora en remetar, pero su cabezazo se fue muy arriba.
- La¨ªnez. Fue valiente Luis Costa al mantenerle en la porter¨ªa, por mucha final de la que se tratara. ?l hab¨ªa sido el portero de la Copa y el t¨¦cnico no cambi¨® su discurso. Encaj¨® un gol a las primeras de cambio, pero supo mantener la tranquilidad excepto en esa jugada en la que se comi¨® un centro al ¨¢rea que casi aprovecha Catanha.
- Karpin. La Cartuja tard¨® m¨¢s de una hora en tener noticias suyas. Y supo de Gustavo L¨®pez cuando le retiraron.
- Juanele. Asfixiado pero sobrado de voluntad, nadie como ¨¦l para esconder la pelota en los minutos finales, cuando el Celta se dejaba vida en busca de un empate que nunca lleg¨®.
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