16 magistrados contra el olvido

Con la captura del ex dictador serbio Slobodan Milosevic, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia ha recibido el ¨²ltimo gran espaldarazo que necesita para despejar todas la dudas sobre su efectividad. Impulsado por la fuerte personalidad y el empe?o de la suiza Carla del Ponte, que antes de tomar las riendas de la fiscal¨ªa en 1999 se hab¨ªa forjado una reputaci¨®n internacional escudri?ando cuentas suizas de mafiosos y pol¨ªticos corruptos, el tribunal empieza a adquirir velocidad de crucero.

Nacida hace ocho a?os por resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la alta instancia judicial fue creada con un cometido muy concreto: perseguir y condenar a los responsables de los desmanes y los terribles abusos contra los derechos humanos cometidos en el territorio de la ex Yugoslavia desde 1991. Para ello, como establecen sus estatuto, existen 16 jueces permanentes de diversas nacionalidades -a cuya cabeza se encuentra el franc¨¦s Claude Jorda- que trabajan en tres salas para agilizar los procesos. El trabajo entre bastidores est¨¢ a cargo de m¨¢s de un millar de funcionarios, entre los que se cuentan desde forenses y polic¨ªas que trabajan en las investigaciones de campo hasta abogados, polic¨ªas, fiscales asesores en derecho internacional, traductores o periodistas que desempe?an sus funciones en la sede del tribunal, en la ciudad holandesa de La Haya. Recientemente han sido nombrados una treintena de juece especiales entre los que se encuentra el espa?ol Juan Mart¨ªn Canivell. El tribunal no dispone de polic¨ªa propia, sino que depende de Interpol, las fuerzas de la OTAN desplegadas en los Balcanes y las polic¨ªas de los pa¨ªses miembros de la ONU para la detenci¨®n de los acusados.

El tribunal ha logrado inculpar a 100 presuntos responsables de los cr¨ªmenes, tiene en sus celdas a 38 y ha dictado 20 sentencias condenatorias, con penas que var¨ªan desde los 45 a?os de prisi¨®n hasta los 5 a?os, y una absoluci¨®n.