Ni con el toro bueno
Ven¨ªan de repesca los tres espadas, les soltaron una corrida de saldo como era de esperar, con el toro malo hicieron lo que pod¨ªan y cuando les sali¨® el bueno, que si quieres arroz. O sea, que ni con el malo ni con el bueno.
Puede que tampoco vinieran de repesca. Esto de las repescas son cosas que se les ocurren a los aficionados, a un servidor tambi¨¦n (quiz¨¢ porque pertenece a la cofrad¨ªa) y resulta que la realidad es muy otra. Las realidades de la vida quienes las conocen son sus protagonistas, y a veces ni eso. Qui¨¦n sabe si los espadas de la terna, aburridos de ir de segundones, a lo que ven¨ªan era a cubrir el expediente y si sonaba la flauta por casualidad, pues miel sobre hojuelas.
Puerta / S¨¢nchez, V¨¢zquez, Ramos
Toros de Julio de la Puerta, muy desiguales: 1?, chico; 2?, de precioso trap¨ªo; resto, bien presentados; varios inv¨¢lidos, dos devueltos por este motivo; mansos; en general, manejables. Sobreros: 3?, de Astolfi, bien presentado, manso; 4?, de El Sierro, alto y escurrido, manso, pastue?o en el ¨²ltimo tercio. Titulares y sobreros, bien armados en general. Manolo S¨¢nchez: estocada trasera (silencio); tres pinchazos y el torero hace muestras de dolor en la mano derecha -aviso-, tres pinchazos m¨¢s y bajonazo (palmas). Javier V¨¢zquez: pinchazo y estocada (silencio); estocada desprendida y rueda de peones (palmas). Jos¨¦ Ignacio Ramos: estocada (aplausos y salida al tercio); bajonazo (palmas). Plaza de Las Ventas, 1 de julio. Media entrada.
Un servidor no se atrever¨ªa a especular sobre el estado de la cuesti¨®n. Y lo ¨²nico que resalta es la extra?eza de que saliendo un toro bueno o dos les hicieran un toreo malo o, en el mejor de los casos, aquejado de penosa vulgaridad.
Se excluye de la cuenta a Jos¨¦ Ignacio Ramos que al sobrero manso de Astolfi lidiado en tercer lugar, lo embarc¨® en la muleta a base de coraje; consintiendo las inciertas embestidas iniciales, templ¨¢ndolas a su vez, obtuvo dos emocionantes tandas de redondos bien abrochadas con los pases de pecho. Y atacando finalmente el volapi¨¦ en corto y por derecho cobr¨® un estoconazo de los que apenas se ven en estos tiempos de pinchauvas.
Las maneras de estoqueador nato mantuvieron expectante al p¨²blico hasta la conclusi¨®n de la voluntariosa faena que le hizo Jos¨¦ Ignacio Ramos al sexto, otro manso, que se quedaba en la suerte. Pero en esta ocasi¨®n, aun ejecutando Ramos bravamente la suerte suprema, dej¨® un bajonazo escandaloso. Y, claro, para semejante viaje no necesitaba alforjas. Lo mismo les hubiese dado a ¨¦l y al toro que se echara fuera. De manera que la afici¨®n conspicua dijo apaga y v¨¢monos. Y se fue. Ya harta, pues la corrida dur¨® m¨¢s de dos y media, no se sabe muy bien la raz¨®n.
En realidad s¨ª se sabe: devolvieron dos toros al corral, a uno de los cuales el vaquero, que se llama Florito, lo llev¨® hasta chiqueros a punta de chaquetilla, corri¨¦ndolo al hilo de las tablas. El toro por el ruedo, ¨¦l por el callej¨®n, faltar¨ªa m¨¢s. Y luego estuvieron las premiosas faenas...
...La premiosidad se lleva mucho en la moderna tauromaquia. Podr¨ªa ser por parsimonia, por cachaza o por ineptitud o por todo a la vez, qui¨¦n sabe. El primer toro sac¨® las dificultades de los mansos huidizos, dentro de un temperamento tontorr¨®n que exclu¨ªa el peligro, y Manolo S¨¢nchez estuvo con ¨¦l muy torero intentando fijarlo en la muleta a base de cargar la suerte y esbozar la ligaz¨®n de los pases, lo que apenas consigui¨® dada la catadura mulera del funo.
En justa compensaci¨®n le correspondi¨® en cuarto lugar a S¨¢nchez un sobrero de El Sierro de gran nobleza. Manso en varas, sac¨® una sensacional embestida para la muleta y Manolo S¨¢nchez lo toreo sin ajuste ni reuni¨® con la derecha, muy aseado con la izquierda en varias tandas de naturales, no tan hondos ni inspirados como merec¨ªa la pastue?a codicia del toro. Mat¨® mal, al parecer porque se lastim¨® una mano, y puede que de haber matado bien hasta habr¨ªa alcanzado el ¨¦xito, pues el p¨²blico le jaleaba.
Nada pudo hacer Javier V¨¢zquez con un inv¨¢lido, y al maejable toro quinto le aplic¨® una faena muy larga, cortando las tandas, cediendo terreno al rematar los pases, que transcurri¨® en medio del silencio y quiz¨¢ del tedio que se palpaba en los tendidos. Y as¨ª acab¨® la fiesta: sin pena ni gloria. Por lo que se ve, toro bueno o toro malo da igual.
Babelia
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