El torturador Astiz se entrega en Argentina tras ser acusado por Italia
Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida no perdonan el secuestro de ni?os en la dictadura
La orden de detenci¨®n del ex marino fue cursada por la juez federal Mar¨ªa Romilda Servini de Cubr¨ªa, en respuesta a una solicitud de la oficina de Interpol en Roma. El pasado mi¨¦rcoles, la Fiscal¨ªa de Roma hab¨ªa pedido la detenci¨®n y extradici¨®n de Astiz, acusado del secuestro, tortura y desaparici¨®n de tres ciudadanos italianos detenidos en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires, el mayor centro de reclusi¨®n, tortura y asesinato del r¨¦gimen militar (1976-1983).
El ex capit¨¢n es el ¨²nico investigado en ese proceso que permanece en libertad. En 1990 fue condenado a cadena perpetua por un tribunal de Par¨ªs por el homicidio de dos monjas francesas, recluidas tambi¨¦n en la ESMA, pero nunca fue extraditado ni cumpli¨® esa condena al estar protegido Astiz por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Esas normas, dictadas en Argentina en los ochenta, libraron de prisi¨®n a cientos de militares y polic¨ªas acusados de cr¨ªmenes y violaciones de los derechos humanos cometidas durante el r¨¦gimen.
No obstante, Astiz s¨ª podr¨ªa ser extraditado en este caso a Italia. La raz¨®n es que las leyes citadas tienen excepciones en cuanto a los delitos que se perdonan, y no incluyen el secuestro de ni?os. ?ste es precisamente uno de los delitos del que la justicia italiana acusa a Astiz. Seg¨²n la denuncia, el ex militar es el autor de la desaparici¨®n en 1977 de ?ngela Aietta, Giovanni Pegoraro y de Susana Pegoraro, todos de origen italiano; estos ¨²ltimos ser¨ªan padres de la ni?a Evelyn V¨¢zquez, que fue secuestrada tras la detenci¨®n y entregada a una familia militar, como ocurri¨® en otros muchos casos de hijos de desaparecidos. Seg¨²n los diarios argentinos Clar¨ªn y La Naci¨®n, la ni?a fue entregada al ex suboficial naval Policarpo V¨¢zquez, y reside a¨²n en Argentina. Susana Pergorano estaba embarazada cuando fue secuestrada por el r¨¦gimen.
En el proceso tambi¨¦n figuran como acusados los compa?eros de armas de Astiz Jorge Eduardo Acosta, H¨¦ctor Antonio Febres y Antonio Vanek, que se encuentran bajo arresto domiciliario en Argentina acusados del delito de secuestro de menores.
A partir de la detenci¨®n del ex militar se abre autom¨¢ticamente el tr¨¢mite de extradici¨®n, sobre el cual el Gobierno argentino tiene la ¨²ltima palabra. No obstante, ni la Canciller¨ªa (Ministerio de Exteriores) ni el Ministerio de Defensa han hecho declaraci¨®n alguna al respecto. Aunque no hay indicios sobre la postura que asumir¨¢ el Gobierno argentino, es seguro que la solicitud de extradici¨®n reabrir¨¢ el debate sobre la competencia de tribunales extranjeros para juzgar los cr¨ªmenes de lesa humanidad cometidos en Argentina. 'Espero que Astiz sea extraditado, conf¨ªo en el Gobierno, que haga lugar al pedido de la justicia italiana', se?al¨® a una emisora de radio de Mar del Plata Inocencia Pegoraro, familiar de los desaparecidos.
Tambi¨¦n habl¨® ayer sobre la detenci¨®n Ragnar Hagelin, el padre de Dagmar Hagelin, una joven sueca cuya desaparici¨®n tambi¨¦n se atribuye a Astiz, y que es el caso por el que la justicia sueca reclama al ex militar.Hagelin, que en marzo pasado present¨® ante la justicia de su pa¨ªs una querella contra cuatro ex oficiales argentinos, incluido Astiz, se manifest¨® 'muy contento', pero advirti¨® de que hay que ser 'cauto', porque esto 'no significa' que se haya autorizado la extradici¨®n a Italia del ex marino. No obstante, Hagelin consider¨® 'un paso adelante muy grande' el arresto del ?ngel Rubio.
Por su parte, el abogado Pedro Bianchi, letrado designado de oficio para Astiz y que ha defendido a otros ex represores argentinos, dijo ayer que el ex capit¨¢n 'de ninguna manera puede ser extraditado a Italia porque es argentino y si se cometi¨® el delito del que se lo acusa, se cometi¨® en la Argentina'. 'Para juzgar a un argentino por un delito cometido en la Argentina, la Argentina tiene que renunciar a su jurisdicci¨®n y competencia, cosa que la Argentina jam¨¢s hizo', afirm¨® Bianchi.
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