Capitalismo comisionista
No hace mucho, en uno de esos frecuentes actos que se organizan para entregar alg¨²n premio a la excelencia empresarial, un amigo, buen conocedor de la biodiversidad de la fauna empresarial barcelonesa, se entretuvo identificando la actividad a que se dedicaba cada uno de los presentes. El resultado fue para m¨ª sorprendente. Casi un tercio era comisionista; es decir, se ganaba la vida yendo a comisi¨®n.
Me viene a la memoria esa an¨¦cdota al leer la cantidad de comisionistas que andan, a cara de perro, alrededor de los fichajes del Bar?a, haciendo que el precio de los jugadores suba a la misma velocidad con que se deteriora la econom¨ªa de la instituci¨®n. En los tribunales de Barcelona est¨¢ tambi¨¦n estos d¨ªas el caso del aumento del valor -por cierto, con todos los pronunciamientos favorables de una de las compa?¨ªas internacionales de auditor¨ªa- de una peque?a empresa de seguros comprada por una entidad de ahorro, estando por medio un conocido comisionista. Pero no es s¨®lo una pr¨¢ctica hispana. Miren si no, para no ir m¨¢s lejos, lo que sucede en Francia con las comisiones de la empresa Elf. El ir a comisi¨®n est¨¢ convirti¨¦ndose en un rasgo de la econom¨ªa moderna, ya sea legal o ilegal. Me dicen que el pagar comisi¨®n es pr¨¢ctica com¨²n entre los inmigrantes ilegales si quieren trabajar. Por otro lado, la participaci¨®n en beneficios, o las stock options, que son una de las fuentes de mayores ingresos de muchos ejecutivos, pueden ser vistas tambi¨¦n como una variante de la comisi¨®n. El ir a comisi¨®n es tambi¨¦n una pr¨¢ctica frecuente en los comerciales del sector financiero. Para no cansar con m¨¢s ejemplos, la comisi¨®n es uno de los caminos que ha descubierto la banca y las gestoras de fondos de inversi¨®n y de pensiones para aumentar sus ingresos, aun cuando la rentabilidad de sus operaciones para los clientes sea negativa. En las aulas universitarias explicamos a nuestros estudiantes que la sociedad capitalista ha pasado por varias fases. As¨ª, hablamos de un capitalismo agrario, comercial, financiero e industrial, dependiendo de la fuente de riqueza que dominaba en cada etapa. Me pregunto si ahora no debemos comenzar a hablar del capitalismo comisionista. Es algo que dejo a la curiosidad de los soci¨®logos e historiadores.
La comisi¨®n es al salario fijo lo que la temporalidad es al empleo estable. Posiblemente se ha llegado al l¨ªmite en ambos casos
En todo caso, el comisionista no tiene buena prensa. Pero, ?por qu¨¦? ?En qu¨¦ se diferencia la comisi¨®n de los honorarios que cobra cualquier profesional por sus servicios, de la participaci¨®n en beneficios, de las stock options que cobran muchos directivos, o de las plusval¨ªas que obtienen los inversores en Bolsa? De hecho, podr¨ªa pensarse que el comisionista desarrolla una funci¨®n econ¨®mica importante al poner en relaci¨®n una demanda o necesidad insatisfecha con alguien que est¨¢ en condiciones de satisfacerla. Quiz¨¢ esa mala prensa es debida a que la actividad del comisionista es percibida en muchos casos como un juego de suma cero y no como una actividad que incorpora un valor a?adido. Lo que se lleva el comisionista lo pierde otro. Adem¨¢s, el comisionista tiene demasiados incentivos para hinchar el precio de la transacci¨®n. Cuanto m¨¢s alto sea el precio mayor ser¨¢ la comisi¨®n, aunque el cliente salga perdiendo. Quiz¨¢ sea por eso por lo que los comisionistas arrastran un lastre de inmoralidad o, en el mejor de los casos, de presunci¨®n de abuso de confiados clientes.
Me pregunto si todo esto no estar¨¢ relacionado con una de las pautas del capitalismo moderno: la de externalizar toda actividad posible y la temporalidad en el empleo. Los viejos patronos de empresa ten¨ªan como indicador de ¨¦xito el n¨²mero de empleados. Hoy es todo lo contrario. Los analistas burs¨¢tiles valoran a los directivos por el n¨²mero de empleados que han enviado a la calle y por su capacidad para flexibilizar el empleo y los salarios. El ir a comisi¨®n es al salario fijo lo que la temporalidad es al empleo estable. Posiblemente se ha llegado al l¨ªmite en ambos casos. La eficiencia econ¨®mica y la equidad se est¨¢n resintiendo. Entre otras consecuencias, la temporalidad en el empleo origina siniestralidad laboral y reduce la productividad, y el ir a comisi¨®n ocasiona inmoralidad y b¨²squeda afanosa del pelotazo. ?Qu¨¦ hacer? Algunos reclaman m¨¢s c¨®digo penal contra el comisionismo. Pero hace falta algo m¨¢s. Hay que volver a reivindicar las virtudes del sueldo fijo y del empleo estable. Producen maravillas en la eficiencia, en la productividad y en la moralidad de la gente. En segundo lugar, hay que introducir m¨¢s transparencia y m¨¢s accountability, es decir, m¨¢s rendici¨®n de cuentas. Si alguien cobra una comisi¨®n por alg¨²n servicio prestado, tiene que aparecer registrada en la contabilidad. No hay raz¨®n para el secretismo en estas cuestiones. Es ya una pr¨¢ctica extendida en las mejores empresas e instituciones internacionales dar a conocer los sueldos, las participaciones en beneficios y las comisiones pagadas, y qui¨¦n las recibe. La transparencia debe ser el indicador m¨¢s valorado en la vida econ¨®mica. De la misma forma que en el mundo animal hay muchas bacterias que crecen con la oscuridad pero desaparecen con la exposici¨®n a la luz, las conductas corruptas en el mundo econ¨®mico se alimentan del secretismo y desaparecen con la transparencia. En fin, en este como en otros casos, un poco m¨¢s de luz y taqu¨ªgrafos es una buena medicina.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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